Capítulo 1

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Una canción.

Una voz dulce y melodiosa flotó por todo el pueblo como el llamado de un ángel. Hablaba de la luna. El sol. Luz y vida. Soñaba con el futuro, las estrellas incrustadas en los ojos de un recién nacido. Amor, salud, seguridad y prosperidad, todo envuelto en un regalo, atado con una cinta de promesa.

El primer bebé de Seohyun acababa de nacer. Una niña con una bonita melena marrón, como su padre. Este era el primer día en que madre e hija harían la transición lado a lado en sus formas humanas. Para la madre, era la primera vez desde que comenzó el trabajo de parto. Para la hija, la primera vez en la historia. 

Chanyeol, un lobo solitario se encontraba en las afueras de la aldea, anclado en lo profundo del bosque montañoso, escuchó el llanto del bebé en el viento, luego escuchó verdaderamente la voz plateada que siguió.

Era una canción.

Cantada por un Omega al que Chanyeol nunca le había prestado mucha atención antes. Un joven con el cabello tan negro como la noche y la piel tan pálida como la luna. La forma en que su boca se formaba alrededor de las notas y las palabras tenía a Chanyeol cautivado en la esencia misma de su alma, enredado en las venas palpitantes de su ser. Un Omega tan sutil pero tan amplio. Un Omega tan suave y tan poderoso.

Todo lo que se necesitó fue una canción para que Chanyeol decidiera que quería pertenecerle. Quería pertenecer al Omega que hipnotizaba a todos, que apreciaba a los niños de la manada y sonreía con la luz del sol. Quería pertenecer al Omega que, desafortunadamente, estaba destinado a pertenecer a otra persona.

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El bosque de pinos da paso a un pueblo cerrado, las patas de un lobo pisaban el suelo seco. Como siempre, los territorios y fronteras de la manada están a salvo e intactos, sin intrusos o lobos rebeldes merodeando donde no deberían estar. Como uno de los corredores más rápidos entre los Alfas, Chanyeol se levanta en la oscuridad antes del amanecer todos los días para ejecutar la patrulla matutina, recorriendo una ruta que lo lleva por la orilla oriental del río y baja por el bosque hasta el borde de un acantilado, donde una cascada cae en un lago a cien pies más abajo.

El final de la primavera le ofrece gloriosos rayos de sol, el aire fresco da contra el rostro de Chanyeol mientras reduce la velocidad a un trote relajado. Con sus deberes del día cumplidos, Chanyeol es libre de hacer lo que le plazca hasta el amanecer de mañana. Vive solo en el pueblo, ninguna familia comparte los espacios vacíos de su cabaña circular construida con la madera de los árboles que lo rodean y la tierra sobre la que se para. A menudo, se encuentra sentado sin nada que hacer. A veces, holgazanea en el lento río detrás de su casa; otras veces sale a cazar para obtener pieles de animales – sus pelajes en lugar de su carne; y en las raras ocasiones en que se siente con ganas de hablar, visita a su única amiga, Yoona, en el centro del pueblo donde ella pasa el día con los otros Omegas.

Su manada trabaja en armonía entre sí, todos con un trabajo fijo por hacer. Los Alfas principalmente patrullan y buscan comida, los protectores, mientras que los Omegas cocinan, limpian y cuidan a los niños. Todo el mundo sabe, sin embargo, que los Omegas son los más fuertes del grupo. Sin ellos, un Alfa no significaría nada. Sin ellos, un Alfa moriría o nunca habría nacido.

Los ojos de lobo de Chanyeol miran distraídamente hacia el centro de la aldea en su camino, espiando a Yoona sentada junto a Seohyun quien mima a su hija. Yoona tiene una tabla de madera de buen tamaño extendida sobre su rodilla con la piel de una ardilla clavada en ella, una pieza afilada en su mano que se usa para raspar la carne antes de curtirla. Eso es lo que hacen los Omegas: hacen ropa para sus Alfas, alimentan a sus Alfas, prosiguen el linaje de sus Alfas. Son tan valiosos como la piedra lunar sagrada que los elige como sus compañeros.

Mated with Moonshine - (traducción CB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora