El secreto de la Llorona; op

La muerte es un inicio ☙

¿Has escuchado hablar sobre la Llorona que vaga por Xochimilco, México; siempre gritando agudamente "¡Ay, mis hijos!"?

La Llorona, una historia que deja llenos de terror a los habitantes y turistas que llegan a ir a Xochimilco, México. Se dice que la Llorona era un ser humano como tú y yo, alguien que tiene pesadillas, virtudes, defectos y sueños; era hecha de carne y hueso, era tan frágil emocional y físicamente como cualquier otro. Sus recursos básicos, como el tener la mesa llena de comida o tener agua suficiente para bañarse, no eran tan buenos como el promedio; todo lo contrario, eran tan bajos que llegó a trabajar horas sin descanso para que sus niños pudieran comer.

¿Mencione que tenía hijos? Dos, para ser exacto. Una niña y un niño, los amores de su corazón, eran su razón de vida. Digo que eran porque ya no están vivos. Según la historia original, ella los mato, creo que los ahogo y luego se arrepintió. Otros dicen que después de trabajar arduamente en su canoa regreso a casa junto con sus hijos y al ver su casa siendo quemada, dejo a los niños en el bote sin supervisión; ellos mensos, se quedaron viendo cómo se iban alejando y nunca recuperaron sus cuerpos.

Todo un revoltijo ¿no? Ninguna tiene sentido y ninguna relación entre ellas que de otra teoría, sin embargo, todas terminan casi igual; ella llorando, sin que su alma descanse y divagando por las calles de Xochimilco gritando a todo pulmón: "¡Ay, mis hijos!"

Por dios.

Pero ¿eso fue cierto? ¿Alguien puede decir que esa historia es la verdadera entre otras que salieron a luz después de tanta popularidad? No.

Todos dicen cosas por decir, todos hablan por hablar, pero nadie se detiene a ver la verdadera tragedia que tiene la historia de la Llorona. La ignoran y solo la ven como un simple espectáculo para sus retorcidas mentes. Yo, por el contrario, quiero contarte la verdadera versión de la Llorona, quiero que veas la verdadera tragedia que tiene esta historia entre sus líneas.

Quédate y llena a tu retorcida mente con la desgracia de los demás.