Boletos.

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Levi Ackerman.

Hoy. Hoy es el día. Hoy veré con mis propios ojos al chico alemán del famoso comentario.

Hanji, Mike y yo nos vestimos. Zapatos negros, pantalón negro, camisa blanca, saco negro, corbata negra y vendas blancas que ocultan nuestros ojos. Así es como se ve No Name.

Subo a la limosina después de Hanji y antes que Mike. Me siento cruzado de brazos y piernas sosteniendo el sobre con los boletos.

Cuando arrancamos Hanji se puso a hablar.

—¿Qué creen que diga ese chico? —pregunta haciéndose para adelante con los puños cerrados y una gran sonrisa.

—Quizá se desmaye de la emoción —le responde Mike y después le da un sorbo al refresco que tiene en la mano.

—¡Jajaja! ¡No creo que eso pase! —afirma la castaña loca— ¿Tú que dices, Levi?

—Nos va a ver confundido. Va a poner una cara de estúpido digna de grabar, seguro —digo sin pensarlo mucho. Ellos se ríen y asienten.

Paramos y nos abren la puerta derecha del largo auto. Primero sale Mike, después Hanji y al último yo.

Ahí está. El castaño. Eren Jaeger. Y yo de pie frente a él, frente a su casa, frente a sus amigos. Le tiendo mi mano con el sobre. Él lo mira sorprendido, se acerca y lo toma tímidamente. Después vuelve su vista hacia mi y me dedica una gran sonrisa.

Mierda. El mocoso es más atractivo en persona. Sus ojos, sus mejillas, su cabello castaño, su cuello. Me esta matando con... su sonrisa.

—Gracias —me pronuncia en alemán sin dejar decaer esa hermosa curva que forma sus labios.

—Te esperamos ahí, Eren Jaeger —le digo caminando de vuelta a la limosina detrás de Hanji y Mike.

—¡Espere! —grita en castaño. Apenas volteo y lo primero que siento al verlo son sus manos por encima de mis hombros, su cabeza al lado de la mía y sus brazos acercándome más y más a él—. De verdad... gracias.

Estoy shockeado. No puedo moverme. Me limito a sólo sentir sus brazos apretando mi cuerpo con el de él y escuchar las voces a nuestro alrededor. Gritos. Gritos de sorpresa, gritos que no aprueban lo que Eren Jaeger hace.
Él también los escucha y se aparta de inmediato. ¿Pensó que esta mal? ¿Por las voces? ¿Porque cree que yo no quería?... Me mira a los ojos. Su rostro expresa preocupación. Y sus labios ya no tienen esa bonita sonrisa.

—Lo siento —dice tocándose el codo del brazo derecho con la mano izquierda y apartando la vista. Se aleja caminando hacia atrás.

—No —digo acercándome rápidamente a él. Tomo su muñeca y lo jalo hacia mi, abrazándolo ahora yo. Mis brazos debajo de los suyos se sienten como si ese fuera su lugar, donde pertenecen. Al pensarlo de esa forma lo aprieto más sacándole un pequeño y casi inaudible gemido. Después de microsegundos el me abraza también.

Pasan cortos segundos y aún no quiero soltarlo. Había oído su voz cortándose. El chaval había comenzado a llorar. Y yo aún no quiero soltarlo, ni él a mi...

En cerca de un minuto él afloja el agarre dándome a entender que es suficiente. Lo suelto y miro esos hermosos ojos llorosos acompañados por una sonrisa. No, no una, LA sonrisa.

Tomo su hombro izquierdo con mi mano derecha y ladeo mi cuerpo para mirar a Hanji y Mike, ellos también están sonriendo. Vuelvo con el castaño y palmeo su hombro un poco.

—Nos vemos allá, Eren Jaeger —le digo. Deslizo mi mano de su hombro y camino de regreso a la limosina. Subo un pie y antes de meterme lo veo de nuevo. Él alza la mano para despedirme y yo le dedico una sonrisa retorcida.

Marzo treinta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora