Seguí a mi madre hasta el coche, teniendo miedo a lo que dijera hasta que miro su mano. "Ya no estoy con él, tu padrastro es un demonio, peor que tu hermano. Cuando vio tu talento, tu pasión, él quería hundirte, hacer que te pudieras en el infierno, pero siendo mi hija no podía hacer eso. Así que me dejó, dijo que no quería a una mujer que dio a luz a la oscuridad que le destrozaría."
Me quedé pensativa escuchándola, analizando la situación de manera racional. "Entonces lo que sucedió fue que está enviando a su hijo a por mí para deshacerse de lo peligroso que pueda ser. Eso es muy triste la verdad." Mi madre biológica asintió con la cabeza, arrancando el coche y empezando a conducir. El camino fue tranquilo y silencioso, ambas estábamos disfrutando de la música para que no se sintiera incómodo hasta que hablo. "¿Sabes a dónde vamos?" Negué con la cabeza y iba a hablar hasta que hoy mi teléfono sonar. Ana María, así se llama mi madre biológica, sonrió y indico que hablara.
Me puse al teléfono. _¿Sí?_ Dije nerviosa hasta que oí la voz de Lía al otro lado. _Hola, ¿cómo estás?_ Suspiré y sonreí un poco. _Bien, con mi madre llevándome a un lugar que no conozco._ Mi madre paro en el semáforo y miro para mí mal, queriendo decirme que ya conocía a donde íbamos pero no lo hizo. Lía se rió al otro lado de la línea, parecía estar mejor que cuando estaba en mi cuarto. _¿Sabes? Me quiero ir contigo. Bueno, no solo yo, Alex y Ivy también quieren ir. ¿Crees que tu madre nos dejaría?_ Me quedé en blanco sin saber cómo responder.
Ana me miró al aparcar el coche en el garaje de una casa, yo ladee la cabeza y mire por la ventana, dejándome con la boca abierta, era mi hogar, mi casa con mi madre adoptiva, era grande y era la herencia de mi padre. Pero me sorprendí de volver. Intenta hablar con Lía pero me fijé que yo ya no tenía mi teléfono. Mi madre biológica me lo quito para hablar con ella mientras yo iba a ver el lugar y buscar a mi otra mamá, Cristina. Salí del coche y camine despacio, no queriendo molestar mucho hasta que la encontré. Me alegré tanto de verla que estaba a nada de gritar. "Mamá. Estoy en casa." Dije sin pensar, ella aún estaba de espaldas a mí. Hasta que se dio la vuelta. Al verme le brotaron las lágrimas y gritó mientras venía a abrazarme. "¡Mi niña está en casa!"
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Una Historia Singular
DiversosUna historia desde el punto de vista del lector, mucho amor y felicidad con algunos problemas comunes entre estudiantes.