Parte Uno

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— Vamos Scarlet, ¡apúrate! — Escucho a distancia. Apenas puedo ver de donde proviene. Me siento tan mareada y me duele mucho la cabeza.

— Buenas tardes

— Déjenme dormir que es muy temprano.

— ¿Es usted Scarlet? — Pregunta una chica vestida de blanco, de cabello rubio.

— Si soy yo — Apenas abro mis ojos me doy cuenta de que no estoy en mi cuarto, ni en ninguna habitación de mi casa —¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? — Escuchó un ruido extraño que va aumentado.

— ¿Podría calmarse por favor? Mientras más se altere o se ponga nerviosa, más el ruido aumentará, y créeme eso no nos gustará a ninguna de las dos. — Parece que estoy delirando, si eso debe ser, debo estar delirando.

Me acuesto e intento respirar profundo para poder evitar ese ruido tan molesto.

— Que bien que usted no es necia — La chica me mira y hace un gesto con su cabeza de tranquilidad— A la mayoría de los nuevos tenemos que ponerle un tranquilizante.

— ¿Tranquilizante? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde estoy? — Me di cuenta que el ritmo iba aumentando nuevamente. La chica tomó en mano una jeringa. Trato de respirar profundo, pero es imposible mantenerme en calma cuando no sé dónde estoy— Espera por favor, solo dime donde estoy, solo quiero saber eso —Trato de ganar tiempo y obtener información mientras intento controlarme.

— Está bien, pero relájese. Este ruido me pone de los nervios — Refunfuña enojada.

— Me calmaré, me calmaré ¿Pero me dirá dónde estoy al fin?

— Yo no puedo dar esa información. Pronto vendrá un ángel a explicarle todo.

— ¿Un ángel? ¿Cómo un ángel? — No me doy cuenta de que mi tono de voz iba aumentando más, al igual que el ruido fastidioso que no paraba.

— Hasta aquí — fue lo último que escuché antes de quedar completamente dormida.

— Buenos días señorita ¿Scarlet Limar?

Trato de abrir mis ojos, pero me siento atontada.

— Mamá, tuve una pesadilla horrible — fue lo único que salió de mi boca al despertar. Levanto mi vista y ...

— Oiga ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy yo? ¿Qué es este lugar? — Estoy muy confundida y no entiendo nada. ¿Entonces mi pesadilla fue real?

— Yo me llamo Luis y soy el ángel médico del lugar Tempo.

— ¿El lugar Tempo?

— Sí, es el lugar donde algunas de las personas que mueren vienen a pasar un tiempo antes de decidir si van al paraíso o al infierno.

— ¿Cómo muertas? ¿Eso quiere decir que estoy muerta? — Mi mente se queda en blanco como en estado de shock.

— Efectivamente.

— ¿Esto es una pesadilla verdad?

— No, no lo es. ¿Podría usted firmarme ahí? — Me da un bolígrafo y unos papeles vacíos. Señala la parte baja izquierda de una hoja en blanco. Yo firmo desconcertada. Me siento como un maniquí sin cerebro.

— Siga por aquí por favor — Entra otro ángel.

— Siga por favor a Leo que él le va a explicar todo y será su guía mientras este en el lugar Tempo cumpliendo su misión.

Me levanto sin decir una palabra. Sigo al ángel llamado Leo. Solo espero despertar pronto de esta espantosa pesadilla.

— Hola Scarlet. Como le dijo el doctor médico, yo seré tu guía mientras estés aquí en el lugar Tempo y te ayudaré a cumplir tu misión. Sígame por aquí — Salimos de aquel edificio soso y gris, a un lugar bonito se podría decir, una fuente, dos bancos y algunos árboles. A lo lejos se puede ver algunos edificios exactamente iguales al primero, excepto uno que parecía un poco más alegre de color azul celeste. Entramos a uno de los sosos grises. Había como una especie de recepción abajo muy amplia con dos ángeles. Leo le dijo algo a uno de ellos, tan bajo que yo apenas escuché la palabra "nueva". Subimos por un ascensor a la planta veinticinco y entramos por unos pasillos transparentes, me parecía que caminaba por el aire, y podía observar los árboles debajo de mí. Me llevó a un dormitorio.

— Esta es tu habitación — Era un dormitorio muy lindo debo admitir — Ahora puedes hacerme todas las preguntas que quieras que yo con gusto las responderé y también podrás elegir tu misión para que comiences cuanto antes.

— Pues comencemos por ahí ¿De qué misión hablan?

— Las personas que vienen al lugar Tempo deben cumplir una misión, depende del progreso entonces irán al cielo o allá abajo.

— Vale ¿y ya puedo elegirla?

— Si. Tienes tres opciones: La primera es ayudar a una familia a arreglar sus problemas, la segunda es ayudar a un caballero a pelear en guerra y por último investigar la cura de una pandemia mundial.

— Ayudar a una familia.

— ¿Estás segura?

— Obviamente — ¿Quién me ve a mi peleando en una guerra? Lo de la cura me parece realmente bonito, pero demasiado difícil para mí.

— Te toca la familia Mares. Era una familia muy unida y feliz. Pero el padre abandonó el hogar y se marchó a otro país dejando desamparado a un chico adolescente y a su abuela hace unos meses.

— ¡Vaya, que triste! ¿Pero, qué debo hacer yo?

— Tienes que hacer que vuelvan a ser felices, si lo logras te enviaremos inmediatamente al cielo, si fallas ya sabes a dónde vas.

— ¿Cuánto tiempo tengo para lograr cumplir la misión? 

— Tienes un mes.

— ¿Qué? ¡Eso es imposible!

— Estás siendo enviada en 1, 2 ... si me necesitas solo llámame.

Ha sido enviada a su lugar de destino.

¿Dónde estaré yo ahora? Puedo ver una casa a lo lejos, alrededor solo hay campo; hay una señora sentada en el portal, debe ser la señora Mares.

— Hola, buenas tardes

— Buenas, señorita, ¿Qué se le ofrece?

— Es que soy nueva por aquí y necesito algún lugar para alojarme. ¿Tiene usted alguna habitación vacía? Puedo pagarle con trabajo si quiere.

— Está bien mi niña, pero primero tengo que hablarlo con Nando. ¡Nando, ven aquí! — pega el grito la señora.

— ¿Qué quiere vieja? — Sale un chico muy lindo de adentro de la casa, con unos ojos verdes tristes pero una sonrisa hermosa. Se nota que ha llorado mucho, aunque eso no es justificación para hablarle así a su abuela.

— Mira esta señorita está buscando habitación para alquilar por unos días, dice que nos paga con trabajo.

— Hola buenas — Se dirige a mí — Sígame, le muestro la casa. Mi abuela y yo estamos necesitados de ayuda.

Sigo sus pasos, la casa era pequeña pero acogedora. Aunque tenía un aura de tristeza y soledad.

— Esta es la habitación — Una habitación vieja y desolada, al parecer estuvo vacía por mucho tiempo, debe ser la del padre — Comenzaremos a trabajar mañana.

¡Vaya, que día este! Me recostaré en mi cama. Sé que solo son las tres de la tarde, pero ha sido un día muy estresante, no me vendrá mal echar una siesta.

El Ángel GuíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora