Parte Dos

6 3 0
                                    


"Toc, toc" Me despiertan los ruidos de alguien tocando a la puerta.

— Adelante.

— Buenos días —  es el chico lindo. 

 — ¿Qué hora es?

 — Son las seis de la mañana. Tenemos que ir a trabajar. 

 — ¡Oh cierto! — He perdido un día ¡Oh no! Me he quedado dormida. Bueno aquí vamos. 

Marchamos a el campo.

 — ¡Oye! ¿Por qué tratas así a tu abuela? 

 — A ti no te incumbe.

 — No, pero no soporto las injusticias y no sé porque, pero presiento que en el fondo tienes buen corazón. 

 — ¿Qué sabrás tú de mí? Si apenas me viste ayer.

 — Es que yo me doy cuenta del corazón de las personas y sé que el tuyo es bueno. No deberías descargar toda tu furia con alguien que te ama tanto. No me gustaría decirte esto, pero tu abuela es mayor y debes aprovechar todo el tiempo que tengas con ella. No hace falta que me contestes nada. Sé que tal vez tengas tus propias razones, tus propios problemas. 

— ¿Qué edad tienes? 

 — Diecisiete años ¿Cuántos tienes tú? 

— Dieciséis — Vaya, pensé que sería un poco más grande.

 — ¿Y tus padres? 

 — Están muertos.

 — ¡Oh perdón! 

— Está bien, no te preocupes, ya lo superé. Mi mamá murió al nacer, nunca la conocí. Y mi papá nos abandonó a mi abuela y a mí hace 6 meses por irse detrás de una rubia tonta interesada. Vendió nuestra casa en el pueblo y nos dejó sin nada, por eso está muerto para mí. Mi abuela y yo tuvimos que venir a vivir a este casucho viejo que un señor en el pueblo nos prestó a cambio de que yo trabajara para él

 Es horrible todo lo que ha tenido que vivir este niño con tan poca edad. Me siento mal. Y yo que me quejaba por tonterías en vida cuando tenía oportunidad de aprovecharla 

Nando y yo estuvimos hablando de todo un poco, y entramos rápidamente en confianza. Pensé que sería más duro. Regresamos muy cansados después de una larga jornada de trabajo. Me di un baño refrescante luego bajé a ayudar a Doña Amelia a preparar la cena.

 — Doña Amelia ¿Necesita ayuda? 

— No mi niña, ya yo lo tengo todo preparado. Solo estoy esperando que el niño baje. Por cierto, mi vida ¿tú piensas quedarte con nosotros más tiempo? 

 — Pues, no sé. Pero si ustedes se sienten incómodos conmigo ...

 — ¡No! No es nada de eso. Desde que llegaste aquí el niño no ha hecho más que sonreír, y me encanta verlo feliz. Verás, ya yo estoy vieja y enferma, a mí me queda poco tiempo y necesito que me prometas que si a mí me llega a pasar algo tú no lo dejarás solo. No quiero que se sienta nunca más solo. 

 — Doña Amelia, usted vivirá muchos años más, créame. Le prometo que mientras yo viva con ustedes, yo la cuidaré. 

 Pasaron algunos días y ya yo me sentía como parte de esa familia. Extrañaba tanto la mía. Nando y yo nos enamoramos. Me di cuenta por la manera en que me mira de que el siente lo mismo. Pero no puedo aceptarlo.

 — Bueno fue divertido trabajar estos días contigo. Sabes yo... 

 — Gracias Nando — No lo dejé terminar — Recuerda tu promesa de comportarte con inteligencia. Tratar a los demás con amor y más a tu abuela. 

— Lo prometo. Oye, pero enserio te tienes que ir. Es que yo... — Me sonrojo un poco e intento desviar la mirada de su rostro, creo que es lo que él dirá, yo siento lo mismo, pero es imposible algo entre una muerta y un vivo. Levanto mi vista y me percato de algo raro "¡La puerta está abierta!", grité. 

 — Nos lanzamos a correr hacia la casa y nos encontramos algo horrible. Doña Amelia estaba tirada en el piso sin respiro. Nando llora e intenta llamar al hospital del pueblo totalmente desesperado. Pero nos dijeron que las ambulancias se demoran en entrar al campo y que si nosotros pudiéramos ir adelantando encontraríamos a la ambulancia a mitad del camino y no perderíamos tiempo. Hicimos lo que nos dijeron sin pensarlo dos veces. Llegando al hospital corrimos hasta emergencias. El doctor nos dijo que ya no había solución. Fue la peor experiencia de mi vida. No podía soportar ver a Nando llorar desconsolado; después del abandono de su papá, perder a su abuela y quedarse solo en el mundo. Así que le pregunté a Leo si había alguna posibilidad de salvar una vida o de ayudarlo. Él me contó que la única manera es entregando un alma por la otra. Esa es toda la historia.

— Pero señorita Scarlet ¿Usted sabe que, al hacer ese intercambio, el alma de la persona que decide darla desvanece y se convierte en partículas de oxígeno de vida que serán absorbidas por aquella persona por la que se está sacrificando? Y usted no habrá existido nunca, todos los que la conocieron la olvidarán ¿Estásegura que desea hacerlo? 

— Sí. Lo único que le pido es que por favor le entregue esto a Nando y a su abuela. Es un cheque con veinte millones de dólares que tenía en mi cuenta en vida, me gustaría que ellos lo tuvieran. Díganle que se ganaron la lotería o que es una herencia. No sé, pero prométeme que se asegurará de que ellos lo reciban y vivan bien. 

 — Muy bien, entonces siga al ángel médico hacia la cabina de absorción — Con una lágrima en mis ojos me despido.

Abrió sus ojos, desconcertada, en el mismo lugar donde comenzó todo. 

— ¿Hola? ¿Dónde estoy? 

 — Hola. Bienvenida. No se preocupe, usted está en el lugar correcto ¿Cómo se encuentra? 

— Confundida — Mira todo a su alrededor y con voz baja pregunta — ¿Quién soy?

 — Eres un ángel guía.

El Ángel GuíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora