Acid trip

Capítulo único

Advertencias:

-Drogas

-Libertad sexual / libertinaje (quizás)

-KatsuDeku

-Lemon sin mucha trama

-Ambientado 1969.

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Acid trip

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La música suena de fondo en el escenario, rechinan los instrumentos esparciéndose por el aire y, a pesar de ser un campo abierto, no se pierden en la inmensidad. El viento trae las melodías consigo, pero también, el hedor a hierba quemándose a fuego lento en una humareda que envuelve a todo el que se sumerge en la marea humana. El olor a tierra húmeda está presente pululando en el ambiente, pues el piso no es más que un lodazal a causa de la fuerte lluvia que les ha sorprendido más temprano. Sin embargo, nada de eso importa a los asistentes, cada quien es un mundo aparte, invadido por música, humo y calor. Bailan con los brazos agitándose al aire, pasos inexactos a solo ansias de mover el cuerpo y los sentidos por encima de las nubes.

Katsuki quisiera dejarse llevar de la misma manera que esas personas, pero a penas anda llegando y sabe que entrar en ambiente es necesario para ser partícipe de tan demencial alegría.

Camina entre la multitud, con un bolso al hombro donde lleva unas pocas pertenencias, trae las botas de cuero cubiertas de barro y la guitarra rechinándole en el pecho. Aun no se cree que este ahí cuando tan solo unas semanas atrás estaba en un avión de regreso de Vietnam. A sus cortos veinte años, ya puede ser llamado veterano de guerra. Ha servido en el vigesimoctavo pelotón y fue una emboscada del Vietcong la que, tras casi arrebatarle la vida, le diera la facultad de regresar a casa.

Sonríe socarrón.

Su vieja va a matarle cuando note que no está en casa descansando, pero no pretende pasar más tiempo encerrado tras casi un año refundido en la selva; de donde solo trajo recuerdos de horror, muerte, una cicatriz en la cabeza y dos balas que no lograron extraer de su cuerpo. Katsuki no va a amilanarse por sus vivencias, ni encapsularse en sus memorias como otros compañeros lo han hecho. Agradece no estar muerto y mantenerse en una sola pieza. Agradece el poder asistir a ese festival y disfrutar un poco más de su vida, incluso si es en medio de hippies y drogas.

Inhala hondo, con la alegría ingresándole a las vías respiratorias. Observa a su alrededor alucinado con cada escena fuera de lo cotidiano que ve. El amor está en el aire y la libertad sexual se nota a cada paso que da.

Bufa, tendrá muchas anécdotas que contarle al idiota de Kirishima cuando vuelva de la guerra.

Continua el recorrido, sin destino alguno, aunque... esa es la idea, ¿no? Perderse por un instante en sensaciones y música. Andar por andar, un ser errante en un universo paralelo al que ha vivido los últimos meses, dejándose erguir por el humo áspero que abunda y hace su mente alivianarse. De a pocos, empieza a dejar todo lo malo atrás, cada paso que da es adentrarse más a la experiencia que Woodstock promete.

Tres días de paz, amor y música.

La guitarra chilla exquisitamente al compás de una canción que nunca antes a oído, tampoco le importa, a nadie realmente. Son como agua que fluye al viento y el ritmo crea olas de ritmo que van y vienen y Katsuki solo se deja batir por la marea embravecida que colisiona.

Y baja de intensidad.

Y va rápido.

Y jala de su bolso.