Capítulo único

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Fubuki había visto muchas veces a Saitama matar un monstruo, tan rápido, en un instante, tan feroz, tan fácilmente de un solo golpe; era todo un espectáculo: las tripas volando y esparciéndose frente a ella, el último aliento soltado a medio discurso por el monstruo, el golpe limpio y la sangre desparramándose sin pudor a los alrededores y manchando las ropas de los testigos.

Ella lo había visto tantas veces y aún se sentía incrédula ante tal hecho, el ver a un hombre mostrando con indiferencia una fracción de su poder y estampando en un parpadeo la vida de una amenaza enorme contra la pared como si se tratase de un insecto. Le perturbaba la poca emoción que mostraba Saitama a este espectáculo, ¿es que acaso no lo disfrutaba?

"No, él no lo hacía, por supuesto". Sé recordó a sí misma.

Le resultaba irónica la situación en cómo este hombre, quien cada día decía perder más y más sus emociones, pudiera llenarla cada día de más y más sentimientos encontrados.

Su simple presencia le otorgaba una seguridad enorme, cálida, como si él siempre hubiera pertenecido ahí a su lado; incluso si sus palabras la hacían sentir acorralada de vez en cuando, como cuando Saitama podía ver a través de ella y desenvolvía sus intenciones para ponerle un alto a sus acciones no siempre bien intencionadas, o como aquellas en la que Fubuki llegaba a la realización de que, quizás y sólo quizás, Saitama podría tener razón después de todo en algunas cosas. Esto no quiere decir que Fubuki era débil, simplemente era alguien que conocía perfectamente cuáles eran sus límites.

Ella sabía muy bien que no podía competir con este hombre. Porque él era un tornado imparable como su hermana, él era un huracán que destruyó sin piedad su nube de ilusiones el primer día que lo conoció, él era ese sol que iluminaba su día y la estrella en la que encontraba consuelo por las noches.

Fubuki ama a este héroe, a esta clase de hombre con un poder incontenible que aterraría a cualquiera.

Fubuki agacha la mirada, siempre intenta ser la líder pero inevitablemente siempre se encontraba con seres mucho mayores que ella, desde su nacimiento ha sido así. Tatsumaki es uno de esos seres especiales que nunca podrá superar y Fubuki de nuevo se pregunta si Saitama preferiría tener una novia mucho más fuerte e importante como su hermana mayor.

Intenta ponerse de pie, pero no siente tener la fuerza suficiente en sus piernas para hacerlo, así que se queda quieta. Tirada en el suelo consigue al menos sentarse sosteniendo su brazo herido mientras su otra mano intenta cubrir su herida en la mejilla.

Ese monstruo había sido demasiado para ella, de nuevo. Ella había perdido, otra vez. Saitama había intervenido en el último momento para salvarla, qué cliché. Fubuki tenía ganas de llorar, porque ya debió haber presentado un mayor progreso, ella ya debió haber sido capaz de soportar más que esto luchando ella sola. Fubuki no era débil, pero no podía evitar sentirse inútil. Es decir, su hermana era uno de los seres más poderosos del planeta y jugaría que su novio era el ser más fuerte en el universo, no había punto de comparación entre ellos y alguien como ella. ¿Por qué siempre insistía en rodearse de los más fuertes si ella no era uno de ellos? No pertenecía allí, nunca lo había conseguido, ni una sola vez. De pronto su garganta se sentía apretada, asfixiándola, no se sentía capaz de levantar la mirada incluso cuando escuchó a Saitama acercarse a ella.

El rechinar de sus botas rojas le hizo temblar un poco, por primera vez sintió miedo de Saitama, de sus palabras. Temía que su debilidad fuera la razón por la que él decidiera terminar su noviazgo. Tiene sentido, ¿verdad? Las personas fuertes sólo se rodean de personas igual de fuertes. El ser una carga para los demás era algo que a cualquiera le molestaría, puesto que no tiene sentido mantenerse a lado de alguien que sólo estorba, que nunca deja de compararse con los demás. Esta era como la quinta vez que Saitama la había salvado de esta clase de situaciones y siempre finalizaba todo con su frase sobre que debería esforzarse más y ser más cuidadosa.

Fubuki se preguntaba si esta era la forma en la que Saitama le reprochaba su debilidad, su actuar impulsivo, su terquedad o simplemente su venganza por haberse acabado todas las galletas de su alacena.

—¿Estás bien?

Fubuki cierra los ojos al escuchar la voz de Saitama.

—S-sí, creía que lo iba a conseguir pero fue un poco más fuerte de lo que pensé, no me hizo mucho daño...— Fubuki tropieza con las palabras pero al menos ha conseguido contener la calma, mostrarse más débil de lo que ya se sentía era lo peor que podría hacer.

Saitama se arrodilla frente a ella, inclinando su cabeza para mirarla más de cerca. —¿De qué estás hablando? Claro que te hizo daño. Estás llorando, Fubuki.

Fubuki abre los ojos y toca con lentitud sus mejillas y la curvatura inferior de sus ojos, no puede ser, sí estaba llorando. Estaba llorando frente a Saitama. Saitama la había visto ser derrotada, la había salvado y ahora la estaba viendo llorar.

Fubuki comienza a temblar ligeramente de nuevo, tiene miedo de que Saitama diga que ya no quiere salir con ella, también siente dolor por las heridas. Intenta explicarse con alguna escusa pero las palabras se atoran en su boca y se desbordan por sus ojos en lágrimas más gruesas y más abundantes. Entonces siente un peso colocarse en su espalda y envolverla con suavidad. Saitama se había quitado su capa y la había puesto sobre ella.— Parecía que tenías frío, no me gustaría que te resfriaras. También tenemos que tratarte estas heridas.— Dijo él.

Fubuki finalmente se atreve a alzar su vista y los primero que ve es un héroe calvo de traje amarillo y guantes rojos, con ojos que rara vez muestran alguna emoción pero que justo ahora la miran a ella y sólo a ella con preocupación.

Saitama se acerca a su rostro y posa la palma de sus manos sobre las mejillas rojas y mojadas de su novia. — Fubuki, tú siempre tienes algo que decirme, ¿por qué ahora no dices nada?

Saitama parece expectante a su respuesta. Fubuki se aferra con sus manos a la capa sobre su espalda. Saitama, aunque a veces trate de ocultarlo, suele prestarle mucha atención a ella. Fubuki ha sido testigo de ese pequeño brillo que llena sus ojos de cariño cada vez que él la mira. O esa chispa de emoción que refleja su rostro cada vez que se besan. ¿Por qué Saitama sentiría emoción por algo así? ¿Qué no es mucho más increíble derrotar a un monstruo de un solo golpe?

Estoy bien, gracias por salvarme.— Se limita a responder entre los suspiros de su cuerpo cansado, tratar de hablar sin llorar le está tomando toda la escasa fuerza y orgullo que le queda.

Fubuki nota lo repentinamente aliviado que parece estar Saitama, como si en verdad estuviese preocupado por su situación.

—Ahg, tienes que dejarme de dar estos sustos. Temo que un día de estos te encuentres en problemas y yo no pueda llegar a tiempo.

¿"Temo"? ¿Saitama dijo que sentía temor? ¿Él siquiera sabe lo que eso significa?

—Si no fuera porque Genos fue quien me dijo que eras tú la que se estaba encargando de este monstruo, yo nunca hubiera podido saber tu ubicación exacta. Deberías haberme dicho.

—¿Y por qué no mandaste a Genos en lugar de venir hasta aquí? — Preguntó ella, porque sentía que la humillación de verse derrotada sería mucho menor si quien la presenciaba era el discípulo de su novio en lugar de el mismo Saitama.

—Porque... bueno... uhg, tú sabes...

Saitama soltó sus mejillas para pasar sus brazos por la espalda de ella, dejando caer su mentón sobre el hombro de Fubuki.

—¿Saitama?

Fubuki sintió cómo la tensión abandonaba su cuerpo poco a poco, Saitama la estaba abrazando, Saitama estaba preocupado por ella, después de todo. Saitama de pronto parecía tímido ante su pregunta. Saitama era definitivamente el hombre que ella amaba. Saitama simplemente siendo Saitama. Su Saitama.

—¿En serio no lo sabes...? —Parecía susurrar, colocar sus labios sobre su mejilla, como si quisiera que sólo ella lo escuchara. — Los héroes salvan gente... sobre todo si se trata de rescatar... a la persona que aman. Sí, algo como eso. Creo.

Fubuki sintió sus mejillas colorarse, de pronto esto se sentía absurdo, ahora era ella que sentía vergüenza. Pero no sentía repulsión o desprecio, era más bien como un calor que inundaba su pecho y revoloteaba en su estómago disipando poco a poco todas las dudas que pudo a llegar a tener cada vez que se preguntaba si Saitama dejaría de amarla en cualquier instante. Esto también era un sentimiento encontrado, uno nuevo y hermoso y sorprendentemente tranquilizador.

—Esto no es una película, Saitama. — Fubuki rió un poco, se sentía de pronto aliviada, segura, protegida dentro de los brazos del hombre que amaba con el que compartía una relación desde hace meses.

—Pero soy un héroe.

—Podrías no haberme salvado y no dejarías de ser un héroe, ya eres un héroe y siempre lo serás.

Saitama se tensó un poco mientras abrazaba con un poco más de fuerza a Fubuki.

—Me alegra haber llegado a tiempo.

—Me alegra que hayas llegado a tiempo... otra vez. Aunque... — Fubuki meditó un poco, formulando una oración. Era la primera vez que decía algo así, que se sentía rebajar a tal nivel, pero con Saitama todo siempre era diferente, con él podía tener tan sólo un poco más de valor para ser sincera, con él se sentía capaz de romper sus propios límites. — Lamento no ser tan fuerte como debería serlo. — Soltó ella.

Saitama se despega un poco entonces, sin soltar su espalda, y la mira incrédulo intentando comprender por qué Fubuki, siendo ella como es, se disculparía. —Fubuki, tú ya eres fuerte.

—¡No digas tonterías! Tú viste cómo no pude vencer a un simple monstruo nivel demonio. — Se siente ofendida, ¿cómo puede ser tan ciego?

—No hablo de eso, hablo de lo mucho que te esfuerzas cada día. En que siempre intentas romper tus límites, tienes voluntad y eso te hace una persona fuerte. — Saitama volvió a abrazarla con firmeza. — No todo tiene que ver con poderes y fuerza física, ya te dije que no deberías preocuparte tanto por eso.

Fubuki decidió corresponder el abrazo de Saitama. Su cuerpo era fuerte, podía sentirlo, sus brazos acariciaban su cabello y su espalda con ternura y delicadeza por encima de la tela de su capa, como si Saitama temiera que su fuerza pudiera salir de control por un instante y terminará ejerciendo presión sobre alguna herida de su cuerpo; esos brazos también eran fuertes. Su convicción, su voluntad, sus valores, todo en Saitama giraba en torno a la fuerza.

Fubuki se sintió un poco ridícula. Por supuesto que Saitama no buscaba fuerza o a alguien fuerte, porque él ya lo es y él la amaba y eso era más que suficiente.

—Creo que deberíamos ir a curarme estas heridas antes de que se infecten.

Saitama asintió, pero no la soltó.

—Sai-ta-ma. Es hora de irnos.

—Te llevaré en brazos.

—¡Claro que no! — Fubuki intentó romper el abrazo, pero Saitama la tomó de las caderas. — ¿Y si alguien del grupo Fubuki nos ve? No quiero que me vean así. ¿Y si es Tatsumaki? ¡¿Qué harás si mi hermana nos ve?!

— Le diré que estás herida y que me pediste que te llevara abrazada.

— ¡Yo no te pedí eso!

Saitama se separa un poco y la mira de nuevo, frente a frente. Su mirada de alguna forma expresa cierta diversión, por supuesto que le gusta hacerla enojar, incluso sus mejillas estás ligeramente sonrojadas.

Fubuki quiere besarlo. Quiere besar a este tímido y solitario hombre que nunca pierde una batalla contra quien sea, a este héroe que la abraza con fuerza y la acaricia con delicadeza y siempre consigue matar todas sus dudas en un instante y con tanta facilidad, como si se tratase de otro monstruo más que se interpone en su camino.

Una vez más (Saibuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora