No podía creerlo.
Era él.
Era él follando con una... ¿Italiana?
Me levanté asustada del piso y me apoyé en la pared.
¿Cómo pudo secuestrar a su propia hija?
Pasaron 20 minutos, y sonó la cerradura de la puerta.
-¿Qué hacias espiando?-Me miró y me alejé.-¿Tú también quieres?
-No te acerques a mi, Raúl.-Susurré.-Dame a mi hija, no te pido más.
-Has cambiado, Mía.-Me miró el culo, ¿Qué mierda?-Estás más buena.
-Tú sigues siendo el mismo hijo de puta.
-No sabes nada.-Se tapó la cara.
-¿Que no se nada? Me maltrataste, me dejaste embarazada y te fuiste.-Lágrimas caían sobre mi rostro.-No preguntaste, por nadie. Ni si quiera llamaste para ver como estaba la niña,¿A eso lo llamas tu cambiar?
-Joder, cállate.-Gritó y me bofeteó.
-¡Que te den!-Me llevé la mano a mi mejilla.
Salió de la habitación y revisé mis bolsillos por si estaba mi móvil.
Y si estaba. Cabrón y tonto.
Llamé a Jose Luis.
-¿Mía, que ocurre?
-Necesito tu ayuda... Por favor ven, estoy...-Miré por la ventana de rejas.- Estoy enfrente de la gasolinera antigua.-Dije entrecortada.
-¿Te hizo algo?
-No, por favor... no tardes...-Colgué y guardé el móvil.
Entraron y era Raúl.
Se acercó a mi y me cogió de la cintura.
-¡Raúl joder, suéltame!-Me intenté escapar, me cogió de la cara y me besó.
Entró un chico. Jóven, unos... 25 años. Moreno, ojos café, era bastante alto.
Le puso a Raúl la pistola en la cabeza.
-Suéltala o le reviento la cabeza.-Raúl me soltó y subió las manos.
-Bien, ahora date la vuelta y junta las manos.-Hizo lo que el chico le dijo y le puso unas esposas.
Jose Luis se lo llevó fuera.
-Soy Jesús, Jesús Oviedo.
-Mía.-Sonreí y el me la devolvió.
-¿Cómo está, Mía?
-Necesito ver a mi hija, Jesús, la tiene él.-Le rogué y el me abrazó.
-Me ocuparé de que ese cabrón diga donde está la niña.
-Gracias, enserio.-Me tapó la boca.
-Eso ni lo digas.-Sonrió.
Salimos de allí y Jesús fue a hablar con Jose Luis para lo de Sophia.
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