Siempre serás tú

Nada dura para siempre

Fueron doce horas de vuelo, doce horas sola pensando en lo que pasaría en estos dos meses, pensando que no pude decirle a nadie que me iba a ir todo este tiempo al otro lado del mundo y sin poder comunicarme. Durante esas 12 horas no sabía que hacer, puse cientos de películas, una tras otra, parecía como si el tiempo avanzara cada vez más lento, después de un rato no pude contener el sueño y caí dormida, cuando desperté el avión ya estaba aterrizando, no quería que esto fuera verdad, todo estaba pasando muy rápido, no tuve tiempo de procesar nada, ni de decir nada.

Baje del avión y de un momento a otro me sentí vacía, como si estuviera dejando parte de mi en ese avión, o tal vez esa parte de mi ya la había dejado desde que me subí al vuelo... pasé a recoger mis maletas, fueron las primeras en salir, me dirigí a la salida para subirme al camión que me llevaría al albergue donde me quedaría dos semanas, para después irme con la familia adoptiva con la que me quedaría el resto del tiempo. Salí a la calle, me subí al camión y esperé a que llegara al albergue, no tardo mucho, pero para mí fue el trayecto más eterno de mi vida, no podía dejar de pensar en mis amigos, en mi casa, en mi novio, ¡ahh dios mío!, solo quería estar con ellos estas últimas vacaciones, ¿era mucho pedir eso?.

Cuando llego el camión al albergue, algo dentro de mi me decía "no te bajes, no lo hagas, si te bajas todo este sentimiento será real, te consumirá el miedo, la desesperación, no lo hagas, queda aquí, aquí arriba estas segura", tenía un deseo inmenso de hacerle caso a esa pequeña voz en mi cabeza, pero sabía que, aunque no quería hacerlo tenía que bajar y entrar o todo empeoraría. Cuando entré, fui con la encargada para que me diera un cuarto donde quedarme, me dio la lleva del cuarto 506, fui a dejar mis cosas, desempaqué todo y lo acomodé en mi closet, ya iba a cerrar mi maleta, pero sentí que había algo en uno de los compartimentos laterales, busqué cual era y cuando lo abrí, encontré el collar de mi abuelita, ese que jamás se quitaba, por ningún motivo, lo llevaba a todos lados, decía que era su tesoro más preciado, saqué el collar y pegado a él había una nota...

"Mi querida niña, no sé cuándo vayas a leer esto, pero no me queda mucho tiempo, quiero decirte esto mientras esté consciente, este collar es mi más grande tesoro y quiero que tú lo tengas, tú eres lo que más quiero en este mundo, quiero lo mejor para ti, me encantaría poder pasar más tiempo contigo, pero no puedo estar todo el tiempo que me gustaría contigo, así que quiero que tengas mi collar, para que siempre tengas una parte de mi contigo y sepas que estaré contigo siempre"

Leer eso me dio mucha calma, fue el momento perfecto para leer esa nota, sentí que no estaba sola, que no iba a pasar por todo esto sin nadie a mi lado, ella siempre estaría conmigo acompañándome en cada paso.

Ese día no hice muchas cosas, al terminar de desempacar y colocarme en el cuello el collar de mi abuela, decidí salir al bosque, me senté en una banca de madera, el viento soplaba sobre mi cabello, cerré los ojos, respiré profundamente y me concentré en el momento, el ambiente tenía un aroma a pino, fresco y húmedo, a lo lejos se escuchaban los pájaros cantar, era un sonido envolvente, un sonido que te hacía irte a otro mundo, de pronto mi corazón entro en calma, escuché como sus latidos empezaban a tener un ritmo suave, mi respiración era cada vez más lenta, con forme pasó el tiempo fui escuchando más cosas, como fluía el agua del río, como chocaban las hojas de los arboles con el movimiento del viento, ese pequeño momento, me sentí con mucha paz, estaba muy tranquila, tenía la mente en blanco, no estaba pensando en nada que no fuera el presente, solo lo que pasaba a mi alrededor, de pronto abrí los ojos, ya habían pasado horas, estaba atardeciendo, fue el atardecer más hermoso que haya visto en mi vida, una combinación de naranja, amarillo y morado inundaba el cielo, brillaba con una intensidad maravillosa, rodeando al sol, que daba sus últimos rayos de luz.