꒰capítulo uno꒱

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Un joven y atractivo alfa merodeaba por los pasillos de su nueva universidad

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Un joven y atractivo alfa merodeaba por los pasillos de su nueva universidad.

Las ansias eran obvias, después de todo, haber dejado su natal Busan al lado de su familia fue algo difícil cuando tenía una historia de vida ahí. Sin embargo, había sacrificios que Park debía asumir.

Quitándole la pesadez de acostumbrarse a un nuevo ritmo de vida, en la gran ciudad de Seúl. Sonrió para sí mismo y sujetó con suavidad los tirantes de su mochila.

Debido a no saber muy bien que podría hacer para empezar a tener una buena estadía, se levantó más temprano de lo calculado y con energías suficientes; fue que terminó alistándose. Tenía casi 22 años e iba para su quinto ciclo, pero sentía como si fuera su primer día de escuela en la secundaria.

Poco a poco vio gente incrementarse y caminar de un lado al otro, seguramente buscando sus aulas respectivas para no faltar, o llegar tarde a la primera clase.

Con el paso lento y calmado, siguió adelante, ya se había aprendido el número y sección del aula al que asistirá primero. Le dio una breve mirada al reloj de su muñeca derecha y confirmó que no tenía ningún apuro en llegar a dicho lugar.

Pasaron algunos minutos en los que estuvo distraído, observando los afiches y anuncios de bienvenida que los alumnos más antiguos habían elaborado, hasta que sintió un fuerte golpe en su hombro izquierdo, haciéndolo retroceder por inercia.

Al mirar al frente y seguramente al causante de aquel incidente, quedó pasmado.

Unos bonitos y afilados ojos color miel, cubiertos de unas largas pestañas lo miraban con timidez palpable. Un segundo más basto para que ambos hicieran contacto visual.

Poseía el cabello rubio, sedoso y particularmente rizado. Una nariz tierna de botoncito y unos labios brillantes y rellenitos.

"Es el" —pensó instantáneamente su lobo.

—Lo s-siento mucho.

El azabache quedó encantado con su voz, levemente suave y acompasada. Como si la caricia de una tela aterciopelada en su mejilla se tratase.

Sonrió cortamente, luego de haber disfrutado el poder escucharlo, mientras que aquel bello omega bajó levemente la mirada. Había reconocido el aroma ajeno y lo detectó como un alfa

No quería ganarse problemas con nadie, y menos con aquel chico que era mucho más alto que él y con el cuerpo claramente ejercitado.

Pero muy lejano a esos pensamientos, Park no le quitaba la vista al chico frente suyo, por lo que el omega se sintió cohibido y decidió escapar lo más pronto posible.

—Lamento lo sucedido, hasta luego.

Y antes de dar un paso seguro y pasar por su lado, sintió que aquella mano se posó en su antebrazo, dejándolo inmóvil al instante y con un leve rubor en las mejillas que ni el propio omega podía entender.

Un extraño cosquilleo pasó por su piel.

—Espera un momento —habló suavemente, haciendo que el lobo de aquel chico se regocijara en un caluroso júbilo, una reconfortante y genuina que hizo asustar su lado racional.

¿Un desconocido podía causarle esas cosas al instante? Obviamente no estaba entendiendo las señales que su omega le estaba dando internamente.

El más alto se puso frente a él y le sonrió con amabilidad, deseando profundamente que el omega también lo hiciera. Para que de esa manera, tenga la imagen perfecta grabada en su retina.

No obstante, aquello no sucedió. Solo pudo percibir un adorable sonrojo colorear aquellas tiernas mejillas. Haciendo lucir al omega de una forma más dulce y tierna, algo que anteriormente no consideró en otra persona.

Ciertamente, al alfa no le molestaba pensar en todo eso sobre el omega, no tenía por qué. Supuso que a eso se referían sus padres cuando hablaban del amor a primera vista.

—¿D-disculpa?

—Ya te disculpe —bromeó, con una sonrisa más grande, haciendo notar el hoyuelo que levemente salía en su mejilla derecha—. Solo quería... Uhm, conversar un poco.

—¿Conversar? —preguntó tan suave,
que casi parecía un susurro.

—Sí —afirmó seguro—, ¿cuál es tu nombre?

—Enm, bueno... yo… —titubeó, dudando si responder.

Tal vez el alfa podría parecer un confianzudo, pero poco le importaba, quería, anhelaba conocer mucho más de aquel precioso omega. La sonrisa que le regaló fue suficiente para que tuviera la seguridad necesaria de responderle.

—Kim, Kim Sunoo... un gusto.

Ambos volvieron a conectar sus miradas y sus lobos saltaron, reconociéndose e inundándose de gozo y cariño natural, tan extraño pero a la vez tan bueno y reconfortante de sentir. Ellos como la parte animal, simplemente se dejaban llevar por sus instintos sin tantas complicaciones.

—Lindo nombre. El mío es Park Sunghoon. —se presentó, sin dejar de lado ese tono noble y cálido.

Sunoo no iba a negar que se sentía bien, se sentía extrañamente bien a pesar de apenas conocerlo hoy, a pesar de muchas cosas... Pero el verdadero problema era que no quería alejarse tan pronto, porque de cierta forma sabía que probablemente sería la última vez que tendría permitido verlo.

No quería hacerlo, hasta que una potente voz que conocía muy bien se pudo escuchar en todo el pasillo, que para "suerte" del omega, estaba vacío.

—¡¿Qué demonios crees que haces?! ¡Suéltalo!

Y lo último de aquella mágica burbuja que se había creado entre Sunghoon y Sunoo, fue destruida cuando aquel otro alfa tironeó al omega, haciéndolo caer al suelo fuertemente y después apretar la chaqueta de Park en un acto claramente más que enfurecido.

El pelinegro no se quedó atrás y sostuvo las muñecas de aquel chico con toda la fuerza que podía. Sus lobos rugieron en modo de defensa y sus miradas denotaban seriedad e ira pura.

Siendo ambos alfas era imposible que quieran doblegarse, y era lo que Sunoo ahora más temía.

No quería que ninguno se hiciera daño.

No quería otro problema más en su relación.

Y para qué mentir...

No quería seguir en la misma situación.

No quería seguir en la misma situación

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treat you better  ›  sungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora