6.

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—Kannya...—Le llamo, sacándola de sus pensamientos. Me mira, esperando una respuesta.—Hay dos cosas que...—Siento que se me cierra la garganta, se me hace casi imposible continuar hablando.

—¿Qué sucede, Gwenny?—Kannya deja de lado sus apuntes, me mira frunciendo el entrecejo.—¿Está todo okey?—Yo niego, me muerdo el labio muy fuerte, maldición, estoy tan nerviosa... No puedo evitar jugar con mis dedos.

—Necesito decirte dos cosas... Que me estuve guardando.—suspiro, había traído a Kannya hasta la cafetería porque necesitaba sacarme de el pecho aquella noche, cuando fuí atacada en mi propio hogar. Y obviamente, aquella escena que había vivido tan solo dos noches atrás.

—Vamos, Gwen... Puedes contarme, lo sabes.—Kannya usó un tono de voz un poco más gruñón, yo respiré hondo, tragué fuerte y me dejé llevar por las palabras.

—La otra noche... Hará ya unos... ¿Quince días? Sí, eso creo...—Kan estaba prácticamente congelada, mirándome fijamente, esperando ansiosa que yo terminara de hablar—La cosa es que creí estar soñando, pero no fue así... Alguien... Alguien entró a casa.

—¿De qué hablas?—Ella rió incrédula.

—Alguien entró a casa, Kan. Y me atacó.—Boto el aire que estaba reteniendo, sentí un descanso inmenso al contarlo.—Me preguntó insistentemente por un hombre, que no sé quién es, la verdad...

—¿Qué hombre? ¿Estás segura que no estabas dormida aún?—Kannya toma mi mano, intentando tranquilizarme.

—No, estaba despierta... Recuerdo muy bien cada detalle, él me preguntó por "Lenard".—Ella se queda pensativa, y luego de unos segundos, reacciona.

—¿Lenard? No conocemos a ningún Lenard... ¿No?—Yo niego.—¿Y qué hay de tu madre? ¿Ya le contaste?—Yo vuelvo a negar.—Gwenny... pero... ¿Cómo es posible? Tu casa es... Vamos, prácticamente a prueba de delincuentes—ella me sonríe, sé que intenta llevar con calma la situación.

—No sé cómo lo logró, Kan... Pero lo hizo, e intentó asfixiarme mientras dormía.

—¿Por qué no le decimos a tu madre? Ella sabrá que hacer.—Yo niego.

—Kan, por fin estoy intentando recuperar mi vida... Contarle eso sería caer en una cárcel nuevamente...

—Tienes razón...—susurra.—¿Hay algo más que recuerdes?

—De hecho...—Frunzo el ceño.—Hay algo, él me preguntó por mi padre.

—¿Por qué haría una pregunta como esa? Tú no tienes padre...—Kan toma un sorbo de su café.—¿Que tal que se haya equivocado de casa?—ambas reímos.

—Me llamó por mi nombre...—Kannya se notó sorprendida.

—¿Entonces, Gurl... No has pensado en investigar?—Ella me sonríe maliciosamente.

—No.—doy un sorbo a mi té, sin quitar mis ojos de ella.—No lo sé... ¿Debería?—Ella me interrumpe.

—¡Deberíamos!—dice, casi emocionada.—Solo imagínalo, sería como jugar a los detectives.

—Kannya, ya no tenemos cinco años.—le digo y ambas reímos—Pero... Quizá...

—Bien, tenemos algo por hacer entonces...—Ella toma sus apuntes, y comienza a escribir algo que no alcanzo a ver.—Listo, lo principal es que... Esa persona busca a un "Lenard" y preguntó sobre tu padre... Deberíamos comenzar por averiguar sobre tu papá.

—¿Cómo haremos eso? Mi mamá sólo mencionó que murió, y se negó rotundamente a contarme cualquier mínimo detalle.

—No lo sé, en algún lugar podríamos encontrar alguna pista, algo de dónde tirar...—asiento, quizá Kannya tenía razón.—Además, debes tener una familia paterna, o incluso, un papá.

—No lo sé, no lo creo... ¿Y si quizás mi madre tenga razón, y sólo murió?—bajo la mirada, hablar de aquel tema era algo incómodo para mí.—Es que... ¿Por qué nunca volvió a buscarme, si está vivo?

—O qué, o quién se lo impidió...—Dice ella, y siento en estos momentos todas las dudas que jamás sentí carcomiendo mi ser.—¡¿Qué era la otra cosa que querías contarme?!

—Ah...—Inmediatamente siento mis mejillas arder.—Eso—No puedo evitar reírme.

—¿De qué me perdí?—Kannya se ríe a carcajadas.

—A ver...—Doy una risita nerviosa.—La otra noche...—Kan me observa con los ojos muy abiertos, asintiendo, súper enfocada en cada palabra que sale de mi boca—Un chico y yo...—Ni siquiera puedo terminar, cuando ella se ríe muy fuerte, y casi que grita "lo sabía" repetidas veces.

—¿Ya no eres virgen?—Grita, a lo que nos ganamos varias miradas desde las otras mesas.

—Kannya, ya cállate.—Le digo apenada, luego de dar mi charla sobre que no existe dicha "virginidad" y que Kannya rodara los ojos mil veces, consigo contarle con detalles aquella escena.

—¿Al menos te dijo como se llama?—Kannya estaba casi a reventar de emoción.—¿Entonces... Sólo se fué y ya?

—Sí... No pasó a mayores, la verdad...—Me encojo de hombros.

—Bueno... ¿Ahora, qué piensas hacer?

—No lo sé, Kan... Ya sabes... Me he sentido perdida tanto tiempo, que ya no sé por dónde seguir, o que hacer.

—¿Que tal la universidad?—Ella me sonríe.

—Sí... Está en mis planes ahora.

—¡Viva!—aplaude—Bien, por ahora, tenemos que ir a la fiesta del viernes.

—Vamos, Kan...—Arrugo la nariz—No seas malvada, no termino de procesar aún la anterior—Me río.

—¡Ya basta, Gwen! Tienes que comenzar a vivir.—me regaña.—y dejar de ser virgen.

—¡Shhh!—Ambas nos reímos, pero tiene razón... Creí que se me caía la vida a pedazos, pero por primera vez, sentía ganas de comenzar de nuevo... No era tarde aún... ¿O sí?
No lo sé. Nunca lo sabremos... No tenemos una fecha, la muerte siempre nos toma por sopresa.

Sangre fría. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora