Un golpe bajo.

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Al llegar al despacho de Ojo Loco Moody, había un montón de artefactos, hojas escritas por la propia letra del auror esparcidas por todo el lugar, y siendo pisadas de una manera despreocupante.

Un baúl soltó un sonido extraño y todo el cuerpo de Liliana se le estremeció, deseaba abrirlo. Extendió su mano y...

— ¡Ah! — soltó un chillido al sentir como el profesor Alastor le detuvo la mano, la sostenía fuertemente del brazo. — Yo...

— Deberías tener cuidado, — gruño. — Allí adentro ahí una criatura que aprenderás de ella en tu último año.

— Lo siento.... — dijo arrastrando las palabras.

Era extraño, generalmente, ella y Moody experimentaban Artes Oscuras a mas no poder, todo gracias a aquel libro que le entrego y que lo guardaba con mucho cariño. Moody era un buen hombre, aunque a veces le asustaba un poco por sus gritos de la nada.

— Bueno. — gruño. — Siéntate.

Ordeno y Liliana se sentó, seguido de él.

— He estado pensándolo un poco. pequeña niña. — hizo una pausa en lo que con su varita dejaba dos jarrones con cerveza de mantequilla. — Y creo que serias una buena profesora de Artes Oscuras...

Liliana le observo cautelosamente mientras tomaba un poco.

— Tal vez... — musito. — Pero aún no tengo planeado que ser para cuando termine mis estudios. — hizo una pausa. — Aunque trabajar aquí no estaría mal.

— Ves, te gusta la idea. — de repente bramo. — ¡ALERTA PERMAMENTE...! — Liliana dio un salto divertida. — Descubrimos que Rita Skeeter es un animago, y ahora... ¿Cómo piensas ayudar a Hagrid?.

Liliana hizo una pausa en lo que lo observaba.

— Skeeter no puede entrar a Hogwarts, y ahora será más precavida con Dumbledore vigilando, pero como es un animago... puede ser cualquier cosa, eso lo complica un poco... — dijo analizando la situación y sonrió de lado, y sus ojos chispearon con un brillo muy inusual. — Pero si le digo que se algo de Potter... Tal vez así... pueda atraparla...

— ¿Sabes algo de él? — pregunto moviendo su ojo metálico a su alrededor.

— No mucho. — negó con la cabeza. — Pero ella no lo sabe. Le diré que quiero que escriba mi comentario en forma anónima, y de esa manera, la confrontare. Aunque necesito pruebas....

— Son fáciles de conseguir. — espeto sacando de su cajón un montículo de hojas. — Aquí está todo de ella.

Liliana comenzó a observarlo una por una, al parecer, era información confidencial del Ministerio que poseía de cada mago que existe en Gran Bretaña. Pero de pronto se detuvo.

— ¿Por qué? — soltó de repente.

— ¿Por qué, que? — gruño tomando un poco de cerveza de mantequilla.

— ¿Por qué me ayuda? — alzo la mirada. — No creo que lo haga por caridad, quiere algo ¿No es así?

Moody soltó una carcajada. — Tienes razón. Quiero algo de ti.

— ¿Y qué es? — alzo la ceja curiosa.

Moody se acercó desde su asiento. — Necesito Branquialgas y se las des a Dobby, el elfo que trabaja en las cocinas.

— ¿Y eso en que le sirve?

— Para ayudar a Potter, por supuesto. Alguien desea matarlo y es lo mejor, darle de su ayuda.

La Sombra Sangrienta. (4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora