Para siempre

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El día menos esperado llegó, estos tres días fueron tan eternos pero tan cortos a la vez. Las noches se sentían tan heladas y silenciosas que parecía que no había ni un alma en aquella triste habitación.

Barbara revisaba nuevamente el pulso en el joven peliblanco, aún había una esperanza de que su piel volviera a tomar un leve color rojo ruborizando sus mejillas, pero simplemente las cosas parecían ir de mal en peor. Su pulso estaba incluso peor que en la mañana.

Bennett estaba muriendo lentamente.

La desesperación era muchísima, nadie sabía cómo reaccionar ante todo lo que estaba pasando delante de sus ojos, ¿cómo es que podían salvarlo?. Se arrepentían de tantas cosas y muchos pensamientos lograron invadir sus mentes.

...

—¡Kaeya, mejoré mi técnica de espada, vamos a entrenar!— la emoción en su rostro era demasiada, con una gran sonrisa, lleno de felicidad y alegría que incluso podían jurar que sacaba pequeñas estrellitas por el entusiasmo.

—Ahora no Bennett, me dirijo a la taberna— mencionó siguiendo su paso sin siquiera voltearlo a ver.

—Ya veo... supongo que será después— todas las expresiones anteriormente mostradas se desvanecieron de golpe.

...

—Señorita Lisa mira hice un poema— extendió aquella hoja de papel frente a la bibliotecaria que estaba sentada en su escritorio.

—Bennett cariño, lo leeré después ¿si?, me siento muy cansada en estos momentos—

—Oh, deberías ir a dormir un poco, después puedes verlo, no te preocupes por eso— 

Lisa nunca lo leyó.

...

—Hermana Barbara— la llamó la hermana victoria entrando a la parte trasera de la catedral.

—Qué sucede? ¿pasó algo?— dejó sus labores de limpieza para mirar a su compañera la cuál estaba de apoyo para sostener a el cuerpo del chico y no se cayera.

—Barbara, buenas tardes— la saludó mientras se dirigía a sentarse apoyándose en el hombro de la hermana Victoria —lo lamento me lastimé la rodilla en una pelea— se rió un poco rascándose la nuca.

—Lo dejo en tus manos, me retiro— hizo una leve inclinación y salió a paso lento.

—Bennett— suspiró y se dió la vuelta para buscar un pequeño banco y sentarse junto a él.

—Perdón, el hilichurl me tomó por sorpresa— extendió un poco su pierna dejando ver la gran herida en su rodilla.

La chica rubia soltó un largo suspiro empezando a enjuagar con agua el corte que había.

—Debes tener más cuidado Bennett, es molesto que esto pase diario—lo dijo sin pensar, la carga de trabajo que tenía esos días era mucha y por eso se encontraba estresada no razonando lo que salía de si boca.

Bennett solo desvió la mirada hacia su rodilla. Eso había ocurrido hace casi tres meses, y en ese lapso de tiempo no volvió a ir con Barbara a tratar sus heridas.

...

Fischl estaba al borde del llanto aún impactada y abrazando un libro húmedo entre sus brazos, ella se mojaba la ropa a la vez que apretaba más aquel libro con rastros de tierra en la portada y muchas gotas escurriendo de la pasta.

—Fischl...— susurró el nombre de la chica dirigiéndose a paso lento hacia ella. Pero en medio de su cama no le fue interrumpido el paso por un gran pájaro de plumaje oscuro.

Feliz Cumpleaños Razor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora