Capítulo 1: El desliz.

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Edén.

—¡Hasta que por fin llegas!— Mat, mi mejor amigo, reprocha enojado y yo le sonrío con los dientes a modo de disculpa.

—Lo siento, ¿Sí?—Le doy un fuerte abrazo—El tráfico está de la patada.—Y no mentía, me tardé casi media hora en conseguirme un taxi, y una hora más en llegar a éste sitio.

Al parecer mis buenos amigos habían tenido la espléndida idea de ir a celebrar el ascenso de Natalia—Una compañera de clases—a una discoteca a las afueras de la ciudad.

¡Demasiado lejos para mi gusto!.

Aunque igualmente prefería pasar por esto, a tener que enfrentarme a la furia de dicha amiga si se me hubiese ocurrido dejarla plantada.

—Te perdono sólo porque estás preciosa, ¿Vale?—Me guiña un ojo coqueto—Ahora vente que todos están adentro.

Haciendo caso lo tomo de la mano, aventurandonos a las instalaciones de lo que al parecer lleva por nombre: Dark Pleasure.

Club nocturno altamente espacioso, de buen ambiente e increíble sonido.

Como ya era de es de esperarse, montones de personas se hallaban en el lugar. Algunos bailando y otros pasando el rato con amistades. Yo sólo me concentro en seguir a Mattew, y echando uno que otro vistazo a mi alrededor en busca de mis compañeros.

—¡Allá estan!—Matt se encamina a una de las mesas más apartadas, estando en ésta las cuatro personas con las que mejor me llevo.

—¡Nena, pero que guapa te ves!—Natalia es la primera en verme. En su mano derecha lleva una cerveza, y con la otra me coge del cuello hasta plantarme un sonoro beso en la mejilla.—Por un momento consideré que no vendrías.—Su tono de voz me suena disgustado, y yo le sonrío amistosa para que el enojo se le baje un poco.

—Culpa al tráfico de Manhattan —Me defiendo.

—¡Edén!—Dándome la vuelta vislumbro a Masson, moreno precioso y gemelo de Mattew.—¿Cómo la llevas, hermosa?.—Me saluda con dos besos en el cachete.

—Todo bien, ¿Ya concluiste con tu ensayo?—El chico asiente, y dándole un repaso más y tras terminar nuestra breve conversación trivial, me acerco  a las dos últimas chicas del grupo.

Brianna y Steph.

Una estudia en mi clase junto a Natalia en la NYU, y la otra era una amiga por parte de los gemelos O'neall.

—Chica pero tú sí que sabes cómo lucir espléndida...—Los halagos siguen llegando, inflando mi autoestima y agradeciéndole a mi yo interno por decidir arreglarse desde temprano—Lo que daría por tener tu buen físico, mujer...—Farfulla Bri embelesada.

Y es que eso era algo que tenía que admitir. Mis rasgos faciales eran realmente llamativos. Heredados por mi madre y padre.

Aún cuando medía uno con setenta y no era señorita curvilínea, poseía un par de piernas tonificadas y un trasero decente erguido. Mis pechos redondos, pequeños y firmes entraban perfectamente en el apretado escote de mi vestido negro.

Mi cabello largo, ondulado y azabache me rozaba la espalda, y según mi padre mis ojos a veces verdes a luz natural y en ocasiones color miel debajo del ardiente sol, realzaban notoriamente debajo de mis alargadas pestañas y pobladas cejas oscuras.

Solían compararme de vez en cuando con un hermoso ángel. Cosa que me parece de lo más absurdo ya que mi comportamiento va de lo más lejos de ello.

En eso Matt se me acerca, apartándome un poco de Brianna para musitar:—¿Bailamos?.

—Por supuesto que sí, caballero.

La tentación de Edén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora