Edén.
Melissa y Paola Brigde.
Hermanas de sangre. Y tan contrarias físicamente que hasta pareciera mentira.
Mientras una era la viva imagen de un día soleado, bonito y cálido. La otra era todo lo opuesto.
Fría, de rasgos oscuros y personalidad introvertida.
Una rubia, esbelta y de radiante sonrisa. Y la otra alta, delgada, cabello corto y negro.
Me gustaba clasificarlas como el día y la noche. ¿Lo que amaban compartir desde muy pequeñas?. Su extraño y retorcido sentido del humor. Al igual que su insuperable sarcasmo, belleza y egocentrismo.
—Vaya vaya, Edén—Se me acerca apacible la pelinegra—.¿Has decidido abandonar tu cueva al fin?.
—¡Paola!—Troto en su dirección, apartándome lentamente de César, mejor amigo de Melissa.—¿De qué hablas? Si eres tú la amargada que nunca da la cara o siempre llega tarde a las reuniones...—Señalo de brazos cruzados, frente a ella.
—¿Qué te puedo decir? Mi vida es todo un vaivén...—Se pavonea, haciéndome reír—Ya ven aquí, pequeña zorra...—Riendo nos envolvemos en un rápido pero cálido abrazo, dándome cuenta lastimosamente tarde de lo empapada que estaba, mirándole ahora la ropa accidentalmente mojada por mi culpa.
—¡Pao!— Eva se nos acerca sonriente, saludando después a las chicas.
La rubia le devuelve la sonrisa entusiasmada, y la pelinegra...
Pues ella suspira fastidiada, siendo Eva no una de sus personas precisamente favoritas.
—Eva...—Articula con falso entusiasmo—¿Cómo te ha ido?.
—De seguro no mejor que a tí—Comenta con diversión, sujetando después la muñeca de su novio—Ven, quiero presentarte a mi pareja.
—Y aquí vamos...—Escucho perfectamente su murmuro.
Paola y Eva no han tenido la mejor relación de todas desde hace ya unos cuantos años. Según Eva desde que Pao se volvió una presumida amargada, y según mi prima desde el momento en que Eva se convirtió en doña perfecta líder de las puritanas del bien.
Sus palabras, no mías.
Melissa y yo hemos decidido mantenernos al margen, no queriendo intervenir, y sobre todo, alejándonos lo más posible de los problemas e inconvenientes.
Bastante irónico tomando en cuenta mi actual posición.
Y hablando de inconvenientes...
—Un placer conocerte, me llamo Zayne Maslow—El castaño de tensos músculos le tiende la mano profesionalmente, siendo juzgado y escudriñado hasta al fondo de su alma por la misma mujer que de seguro lo arrojará a la supuesta lista de "Víctimas idiotas de Eva" sin siquiera haberlo conocido.
—El placer es todo tuyo, amigo...—Decide responder.
Melissa decide presentarle al pelirrojo a mi queridísimo cuñado, el cual para mi sorpresa a las malas coge su mano con recelo.
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La tentación de Edén.
RomansEl pecho me arde, las piernas me tiemblan y mi boca pasa saliva cuando lo veo a él, precisamente a él, mi mayor tentación deambulando por los pasillos. Lo nuestro no está bien. Es insano, incorrecto, e inclusive va en contra de todas nuestras reglas...