C I N C O

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Cuando los primeros rayos de luz entraron por la ventana, rodé de costado, todavía medio dormida. 

Gemí.

Hoy tenía que pasar el día con Jungkook. Y me pasé toda la noche dando vueltas, soñando con un chico con preciosos ojos oscuros. Agarrando de mi buró la última novela que estaba leyendo, pasé la mañana recostada en la cama y leyendo, tratando desesperadamente de pensar en otra cosa que no fuera nuestra próxima aventura.  

Cuando el sol estuvo casi en lo más alto del cielo, dejé el libro al  lado, quité las sábanas y me dirigí a la ducha. 

Un par de minutos después, estaba de pie envuelta en una toalla y  mirando mis opciones de traje de baño. El horror me embargó. Jungkook tenía razón. La idea de estar medio desnuda cerca de él me hacía querer vomitar el desayuno. A pesar de que no lo soportaba, y de hecho creía que él podía ser la primera persona que odiaba, él era... un dios.

A pesar de que yo no pensaba tocarlo ni por todo el dinero del mundo, era lo suficientemente valiente como para admitir que existía una pequeña parte de mí que quería que él me deseara.    

Sólo tenía tres trajes de baño que podían ser considerados  aceptables: uno de una sola pieza. Uno de dos piezas que era un top y un short, y el tercero era un bikini rojo de dos piezas.                 

Lanzando al fondo del armario el traje de una pieza, tomé los otros  dos. Mi reflejo me devolvió la mirada, un bikini a cada lado, y me inspeccioné duramente.

Eché una mirada al bikini rojo. Yo era siempre reservada, más  prudente de lo que mi mamá nunca lo sería. El bikini rojo no tenía nada de prudente. Era coqueto. Algo que claramente yo no era y, bueno, eso me molestaba. La reservada, práctica, aburrida y segura Katy. Esa era yo. La razón por la que mi mamá se sentía bien por dejarme sola todo el tiempo, porque nunca hacía algo que la hiciera  parpadear dos veces.    

El tipo de chica que Jungkook espera fácilmente poder intimidar. ¿Qué había dicho la primera vez que nos conocimos? ¿Qué parecía una niña de trece años?

Una caliente sensación de ira se esparció dentro de mí.     

Al diablo con él.        

Quiero ser excitante y audaz. Y no para probarle a Jungkook que está equivocado, si no para demostrarme a mí misma que puedo dar pasos fuera de la línea de mi zona de confort. Sin pensarlo dos veces, tiré el bikini sencillo en una esquina y dejé el rojo en mi  pequeño escritorio.     

La decisión fue tomada.    

Me puse los pequeños trapos en tiempo record, y un par de shorts de  mezclilla y una camisa con un hermoso estampado de flores que  escondían mi audacia. Una vez que encontré mis tennis, agarré una toalla  y bajé las escaleras.  

Mi mamá ya estaba moviéndose en la cocina, tenía una taza de  café en la mano.

—Te acostaste tarde. ¿Dormiste bien anoche? — preguntó expectante.    

Algunas veces me pregunto si mamá es una psíquica. Encogiéndome de hombros, caminé hasta su lado y tomé el jugo de naranja. Me concentré demasiado en preparar unas tostadas mientras ella  continuó mirando mi espalda.

—Estuve leyendo.     

—¿Katy? —dijo después de lo que pareció una eternidad. 

Mi mano temblaba ligeramente mientras untaba mantequilla en mi  tostada.
—¿Sí?

—¿Esto... todo esto está funcionando para ti? ¿Te gusta estar aquí?

Asentí. —Sí, es bonito.      

LUMENSWhere stories live. Discover now