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"No te necesito pero lo hago

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"No te necesito pero lo hago."

—Puedo caminar, no soy un maldito invalidó —reclama, soltándose de la mano de Faxon.

—Como quieras.

Da un paso al costado separándose de él y los tres salen del hospital. Es la segunda vez en dos meses que tiene neumonía y su cuerpo ya le está cobrando factura. Se cubren con sus chaquetas para cruzar el estacionamiento, cuando ven a Jonas saliendo del miniván.

—Tu madre me llamó y me dijo que la llamaras urgentemente.

—Se lo dijiste.

—¿Qué esperabas? —Niega con la cabeza para subirse sin decir ni una palabra más.

Los chicos lo siguen, pero le dejan su espacio. Saben cuándo está enojado y en estos momentos lo está. Apoya su cabeza en el ventanal y cierra sus ojos por un instante. Está cansado y adolorido. Haber pasado una semana en el hospital le ha cobrado factura, y lo único que quiere es empezar sus malditas vacaciones.

—Mierda. —Abre los ojos al escuchar maldecir a Mika.

—¿Qué ha pasado ahora?

—Nada.

Suspira pesadamente para luego incorporarse y entrometerse entre ellos para arrebatarle el maldito teléfono, pero Faxon tiene más fuerza que él en estos momentos y se lo vuelve a quitar.

—Sentado. Jonas sube al maldito auto para irnos. —Grita, asomándose por la ventana del conductor, pero Jonas lo hace callar cuando se gira y le muestra que está hablando por teléfono —. Ya son las tres de la mañana y estoy cansado.

—Nadie les dijo que estuvieran conmigo la maldita semana completa —dice a la defensiva.

—No seas hijo de puta y cállate —indica Mika mirándolo sobre su hombro haciendo que Douglas bufe.

Todos se quedan en silencio escuchando la conversación de Jonas, hasta que el empieza a decir groserías dignas del vocabulario de Mika.

—No tan solo te mataré yo, él lo hará también porque volverá, y por lo mismo empieza a buscar una solución porque estás solo en esto Reigan —dice con firmeza antes de cortarle y subirse.

—¿Me podrían decir que mierda está pasando? —escupe con fastidio. Jonas lo mira por el espejo retrovisor y demanda.

—Volverás a Seattle con tus padres y descansarás, tienes tres meses para recuperarte y te quiero como nuevo cuando vuelvas al escenario, ¿Entendido?

Volver es lo último que quiere Douglas, prefiere morirse antes de volver a Seattle y por eso con todo el cansancio que tiene le dice.

—No volveré y no puedes obligarme hacerlo, estoy bien aquí y me gusta.

—Muéstraselo —ordena Jonas a Mika y él lo mira fijamente para luego asentir. Saca su teléfono y se lo entrega.

Douglas lo toma para ver por primera vez una foto de Reigan con una chica y la forma en que la abraza se cuestiona si esa es la chica misteriosa por la que sus canciones cobran sentido, pero al deslizar el dedo, lo que encuentra no es una chica misteriosa, sino su chica. Han pasado cinco años desde que se dijo que pensar o preguntar por ella no haría que se sintiera mejor, sino todo lo contrario. Dejó de pensarla, de nombrarla y de buscarla, y lo ha conseguido, pero ahora verla en los brazos de otro —su mejor amigo—hace que quiera volver para saber que mierda está pasando y porque ellos dos están juntos.

—Eres un maldito —comenta Faxon, al ver como su amigo no ha dejado de ver el teléfono —, pero creo que nos iremos a Seattle, la ciudad en la que empezó todo.

—Genial —dice sarcásticamente Mika arrebatándole el teléfono.

—¿Qué...qué significa eso?

Pregunta, luego de haberla memorizado en su memoria, porque no tan solo es hermosa, sino peligrosa, con esa sonrisa de par en par que hace que un cuarto a oscuras se sienta brillante, con ese hoyuelo en su mejilla izquierda que tan solo se muestra cuando de verdad sonríe, y esos ojos mieles con matices verdes que le recuerdan al otoño, si él se ha vuelto loco con verla, otro hombre lo hará y eso le enfurece, porque no debe tener celos, pero es inevitable cuando se habla de ella.

—Significa que Vesta no es tuya y que puede salir con quien quiera hasta con Reigan —responde Faxon intentando esconder la risa que quiere salir de sus labios, porque es la primera vez que la desgracia de Douglas, lo hace reír.

—Si mis padres me quieren ver que lo hagan, ya ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que los he visto.

—¿Hablas de tus padres o de Vesta? —le inquiere Mika.

—De mis padres —dice con firmeza haciendo que los tres lo miren fijamente —, tan solo consígueme un vuelo para mañana y un lugar para vivir porque no lo haré viviendo bajo su techo, no me quiero volver loco.

—Como digas. —Y por fin sale del estacionamiento.

Se acomoda en el asiento y sus pensamientos se pierden en la última vez que habló con ella. Han pasado cinco años de los cuales no ha podido olvidarla, lo ha intentado joder, pero nunca lo consigue. Ninguna chica es demasiado extravagante como ella, ni habla de cosas extrañas, ni le gustan las flores y ha dejado de intentar encontrar una chica como ella. Luego del tercer año que ha estado en California, ha dejado de buscar algo que no puede tener, tan solo vive el día a día con el recuerdo viviente en su cabeza y en su piel, porque al bajar la mirada y ver ese tatuaje en su dedo índice, lo único que quiere es volver a verla. No importa si en sus ojos hay rabia o rencor, con tal de sentir su olor y escucharla hablar es más que suficiente, porque Douglas ya no es el mismo; no es ese estúpido chico que iba por la vida amargado, ahora vive el día a día como si fuera el último, porque su vida se ha transformado en instantes: sonrisas, risas, música, conciertos, pero le falta ella, tiene que demostrarle que su historia no es efímera.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora