Empecé a jugar con la servilleta de tela a causa de los nervios. La doblé. La volví a doblar, y así hasta que terminó convirtiéndose en una suave bola blanca imposible de seguir doblándose.
De acuerdo. Mi padre estaba saliendo con alguien, y ella se encontraba justo enfrente de mí. No debería ser tan incómodo, ¿verdad?
Sin contar a mi madre, nunca había conocido a ninguna novia de mi papá. De hecho, nunca me había puesto a pensar en la posibilidad de que Peter pudiera llegar a tener una. Imaginarlo en una cita se me hacía simplemente extraño, así que yo estaba más que bien con que se mantuviera reservado al respecto. Pero la buena racha había terminado en ese justo momento, y agradecí internamente que al menos ya estaba lo suficientemente mayorcita para no verlo como una pesadilla total, pero aún así no dejaba de sentirse raro.
El ruido de los cubiertos que causaban las demás personas en aquel restaurante francés y sus voces mezclándose la una con la otra me estaban aturdiendo y tentándome a salir corriendo de allí a tomar aire. Teniendo en cuenta la situación en la que me encontraba, todo alrededor nuestro se tornaba muy agobiante.
—Y entonces... ¿Te has graduado, cierto? —preguntó ella dirigiéndose hacia mí y rompiendo el silencio que se había formado en nuestra mesa. Su nombre era Marie Adams, así me la había presentado mi padre. Tenía treinta y seis años según lo que había podido averiguar hasta entonces y una sonrisa encantadora como la que me estaba otorgando en ese mismo momento
—Eh... sí. La semana pasada —respondí. Estoy segura de que mi voz salió mucho más aguda de lo normal.
—¡Oh, eso es estupendo! —exclamó Marie. Parecía algo sobreactuado, pero no me sentí para nada ofendida ya que yo también solía hacerlo a veces cuando era socialmente necesario—. ¿Y tienes pensado ir a alguna universidad?
—Yo...
—A Emily la han aceptado en Princeton —contestó mi padre por mí, dándome una palmada en la espalda. Él se encontraba a mi lado. Sonreí ocultando mi incomodidad. Cada vez que el tema Princeton salía a la luz, se me revolvía el estómago de tal modo que temía tener que salir corriendo al baño a vomitar. Por algún motivo no me encontraba muy segura con respecto a ello, pero el hecho de ver a Peter tan entusiasmado con eso mismo no me dejaba más opción que seguirle la corriente.
Ir a la universidad. Encontrar trabajo. Vivir por mi cuenta... Crecer.
Todo eso me había torturado durante todo el transcurso del último año escolar. Y en ese momento, cuando ya me encontraba prácticamente al borde de tal odioso circuito, me seguía torturando con aún más intensidad.
Lo evitaba, me olvidaba de ello, lo manipulaba y hacía que en mi mente se viera lejano. Pero no. De algún modo ya no había vuelta atrás. En un mes cumpliría dieciocho años y en dos meses entraría por fin en la universidad. Era tan aterrador... Lo irónico era que, como todo el mundo, lo había anhelado durante toda mi vida, y entonces... solamente puedo decir con certeza que tenía el intenso deseo de volver a tener trece años o menos.
—Princeton... —repitió ella asombrada—. En verdad es una gran universidad —opinó.
—Gracias —expresé sonriéndole y asimilando que me había hecho un cumplido.
Bueno, al menos tendría que parecer agradable. Si ella siempre alentaba el inicio de una conversación, también yo tendría que hacer un esfuerzo. Tenía que parecer interesada... pero educada al mismo tiempo. Definitivamente quedarme callada no iba a servirme de mucha ayuda. Tragué saliva y me preparé para hablar—: ¿Tienes hijos? —pregunté. Temí que la pregunta haya sido demasiado impertinente. Los nervios volvieron a atacarme y mis manos atraparon de nuevo a la pobre servilleta.
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Emily y Daniel: un verano con mi ex
Fiksi RemajaLa madre de Daniel y el padre de Emily estaban saliendo a escondidas de sus hijos, hasta que decidieron formalizar en matrimonio. Lo que ellos no sabían, es que sus hijos ya se conocían, ya que habían compartido un noviazgo de casi tres años. Emily...