"¿Annie o Raven?
¿Detective o criminal?"
Lo único que sabe Jay Halstead es que esta perdidamente enamorado de esa chica.
Aunque sea la hija de su sargento.
Aunque eso sea su perdición.
Me sentía débil, sucia, sin fuerzas de seguir adelante, a esta altura quería que me metieran una maldita bala en la cabeza. Nos habían drogado y cambiado de un lugar a otro, estaba frío y oscuro, pero era mejor comparado a donde nos habían llevado primero. La cama estaba dura y el dolor que sentía era terrible, los estragos del choque, los golpes que Irina me había dado y toda esa corriente que había recorrido mi cuerpo entero, de cierta forma aumentaban mi tortura. Era la tercera vez consecutiva que Stephen abusaba de mi. Sentirlo me hacía querer vomitar, habia mordido mis hombros y llenado de saliva mis pechos, salió de mi interior y paso a la cama de a lado, continuaría con Erin, ella se encontraba semidrogada y atada a la base de la cama, su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación. Uno de los hombres de Irina había puesto un torniquete en su pierna lo que había evitado que se desangrara. Escuche sus quejidos y gimoteos, su voz rogando que parará y las palabras "me duele, me lastimas" me hacían sentir que esta vez mi tonta sed de venganza o simple mi estupidez había llegado demasiado lejos. Pasaron minutos que parecieron horas hasta que miré como Stephen se ponía el pantalón y abrochaba su cinturón.
- Eso fue muy placentero pero debemos parar unas horas, solo mientras voy con mi esposa, en un rato vuelvo tesoro - se acercó a mí y apretujo mis mejillas, mientras ataba mis manos con una soga a la base de la cama. Quité mi rostro de su mano lo que provoca una tonta risa de su parte.
- ¡¡Déja...la en paz!! - grite cuando volvió a acercase a Erin con una jeringa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Volvió a reír mientras encajaba la aguja en el cuello de Erin. Salió sin más del lugar silbando como si nada.
Mire hacia todos lados tratando de encontrar alguna manera de salir, pero la oscuridad del lugar me lo impedía, intente soltar mis manos de la soga que las ataba pero cada movimiento que hacía, dolía.
- ¿Erin... puedes escucharme? - pregunte al ver como se movía ligeramente en la cama. Gruñó en respuesta.
Seguí jalando mis brazos tratando de soltarme de las ataduras creando un fuerte ruido. Segundos después Irina entró con semblante irritado y molestia en sus ojos.
- ¡¡Deja de moverte!! - gritó, ignore su petición y continúe tirando de la cama. Al ver que no me detuve preparo la misma jeringa con la que Stephen había drogado a Erin y la encajó en mi pierna. Poco a poco fui perdiendo la conciencia, mi cabeza giró hasta la puerta, donde había entrado Irina dándome un indicio de donde podíamos estar.
***Jay***
- No podemos seguir perdiendo tiempo, este imbécil no hablará y es obvio que esta mintiendo... no pueden estar muertas - hablé molesto. Mire la pizarra con toda la información que habíamos recabado, hasta que topé con la letra de Annie y todo lo que ella había escrito. - Annie mencionó varios lugares donde los Malankov llevaban a las chicas - recordé. Kim se acercó y leyó todo.
