[ - Buscar otra forma de salir - ]

25 3 0
                                    


Sigo persistiendo en mi búsqueda de una salida. Reviso la ventana una vez más, pero no encuentro nada útil además de un vidrio y una pared gris con hoyos. Intento revisar otros lugares a plena vista intentando encontrar algo que pueda romper el vidrio con facilidad, pero la mayoría de cosas son frágiles y valiosas. No puedo golpear algo con ellas.

Buscando en medio de mi pánico, encuentro un par de zapatos en el suelo, cerca de mi cama. Decido agarrarlos en unidades, y lanzo uno contra la ventana. El zapato rebota sin problema fuera de ella, sin daño aparente. Agarro el segundo y golpeo la ventana con el mismo, esta vez reafirmando mi mano en el zapato para poder ver si hace una diferencia. Una grieta. Mínima, pero una grieta. Sigo golpeando la ventana con agresividad y, abriendo la grieta cada vez más con el paso de los segundos y con el paso de los golpes.

Al Séptimo golpe, el hueco es suficientemente grande como para poder poner un dedo en él sin problemas, ni peligro de cortarse. Siento alegría y suspiro, aliviado de que se puede escapar tan pronto. Continúo dando golpes como un borracho al que le robaron su cerveza, hasta que, al vigésimo golpe, la grieta logra abrirse hasta poder pasar la mano por ella. Cruzo la mano por la ventana y por uno de los huecos de la pared que la cubre, y la muevo alrededor para poder confirmar y ver si hay algo o alguien al otro lado.

Nada. No hay nada. Parece vacío puro. Más que todo, una ausencia de calor se empezaba a notar con el tiempo en el que buscaba a ciegas, y mi mano se sentía fría al cabo de unos minutos de buscar. Saco el brazo y dejo el hueco de la ventana sin cubrir para poder dejar entrar el frío. De hecho, sentía un poco de calor hace un rato, así que el sentimiento es cómodo en una buena cantidad. Me recuesto en mi cama un rato para poder reposarme y dejar que mi pulso cardíaco baje un poco, dado que no quiero tener ningún problema para respirar cuando el aire se enfríe. Me levanto por un momento y decido pasar por la puerta una vez más para comprobar si el frío ha cambiado el cuarto que hay al cruzar. Sí hay frío, y está igual que en el cuarto en el que recientemente estaba. Me recuesto de nuevo, confundido, y cierro los ojos.

¿Qué debería hacer ahora . . .?

Acción 2.

Cuarto(s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora