CUANDO NADIE VE

CAPÍTULO 7

Raph Colucci:

Acabamos de llegar y Ray estaba en el columpio, aprovechando que estaba de espaldas, me animo a quitarme la ropa, quedando solo en bañador.

Ray volteó de repente y me miró por un momento, notando la evidencia de mi ropa desaparecida. Se dio cuenta de lo que había sucedido y volteó bruscamente. La forma en que me miraba era extraña, pero no me incomodó. Aunque sus ojos recorrieron mi cuerpo definido, no me molestó; más bien, creo que le resultó curioso. Sus ojos son la ventana de su alma, y la manera en que me observaba podría darme cierta ventaja para tenerla bajo mi influencia.

Me dirijo hacia la orilla donde ella tiene los pies remojados y le propongo entrar al agua. Sin embargo, ella esquiva la sugerencia con una excusa. Conociendo su timidez, especialmente porque acabamos de conocernos, asumo que la vergüenza puede ser la razón detrás de su respuesta. Mientras tanto, ojeo su Instagram y noto que apenas tiene una publicación y una historia destacada. Observo sus manos, que juegan nerviosamente con sus uñas. Me pregunto si esos nervios son a causa de mi presencia. Quiero aclarar que no tengo intenciones pervertidas ni nada por el estilo, al menos no en este momento, solo cuando la situación lo amerita, bromeo para mí mismo. Intento comprender la razón detrás de sus nervios y me cuestiono si se deben a la situación o si hay algo más en juego.

_Ray, si quieres, en la mochila traje un polo. Así evitas mojar la ropa que llevas puesta_ le dije. Ray estaba vestida con un pantalón deportivo y un polo ancho, y se dirigió a agarrar mi mochila. Mientras tanto, yo me volteé para darle privacidad y que pudiera cambiarse tranquilamente.

El sol brillaba en el cielo, y el sonido de las aves creaban un ambiente relajante. Mientras esperaba, me preguntaba qué pensaría Ray de todo esto. Su mirada curiosa momentos antes me hacía cuestionarme si había captado su interés.

_Ya puedes girarte_ dijo amablemente, entrando al agua.

Estaba con mi polo blanco, observándola con admiración. Dios mío, se veía tan linda. Su estatura me impresionó; Realyn era algo alta, pero por suerte, yo era más alto que ella. Con aproximadamente 1.85 metros, marcábamos una gran diferencia, y eso me hacía sentir protector. Mi polo le quedaba holgado, pero no tanto, destacando de alguna manera la gracia de sus curvas.

Realyn se soltó la cabellera negra, medio castaña, y fue como si el tiempo se detuviera. Su melena lacia adquirió una textura ondulada que le llegaba hasta más arriba de los codos. Fue entonces cuando noté la delicadeza de cada uno de sus movimientos. No podía pasar por alto cada detalle, de la manera en que su cabello caía con gracia y enmarcaba su rostro. En ese momento, me di cuenta de que Realyn no solo era hermosa, sino que irradiaba una elegancia natural que me dejaba sin aliento.

Quedé perplejo al darme cuenta de que ya no la veía nerviosa; su aura era completamente diferente. Realyn emanaba una energía renovada, su risa resonaba de manera escandalosa, contagiando a todos a su alrededor, y su mirada se volvía profunda y penetrante.

Cuando finalmente volví a la realidad, me sentí como un tonto. "¡Carajo, Ralph, qué te pasa!", pensé con frustración. Recordé la última vez, recordé el miedo a ser descubierto, a que Realyn pudiera conocer la verdadera esencia, quién soy. "Estás empezando de nuevo", me recordé a mí mismo, consciente de que debía ocultar mi verdadero yo, protegiendo ese lado oscuro que prefería mantener oculto.

La tarde avanzaba y aún nos quedaba por hacer las compras de la semana que Tita nos había pedido. Viendo que el tiempo apremiaba, propuse que ya era hora de irnos.

_Ni cuenta me di de que ya era tarde_ comentó mientras contemplaba el anaranjado relieve.

_Sí, y aún tenemos que pasar por la tienda para comprar lo que nos pidió Tita_ respondí. Ella