| Q ᴜ ɪ ɴ ᴄ ᴇ |

2K 196 164
                                    

.

.

.

.

.

.

La casa de Choi San, el anfitrión de la fiesta, era enorme. Cuando Jisung le habló del asunto a Minho la noche anterior, le había dicho que habría bastante gente y todo eso, pero ni bien pusieron un pie en la casa, el castaño quedó más que sorprendido pues no se había imaginado tanto. Claro que no sabía que el lugar era inmenso con sus dos pisos y muchas habitaciones, azotea, balcones en cada habitación del piso superior, patio inmenso y piscina antes de llegar, y si a eso le agregaba toda la gente que estaban llegando, el equipazo de música que se portaba San y las cantidades exageradas de alcohol que había por doquier... tenía bastante sentido. No hacía falta que le preguntara a Jisung  en dónde era la fiesta pues la música —TXT  en ese momento— se escuchaba a varios metros de distancia y la puerta de la casa estaba abierta porque había un grupo de personas bebiendo y hablando animadamente en la entrada, pero aún así el pelinegro tomó su mano para guiarlo hacia el interior. No era como si Minho necesitara ayuda para llegar, sin embargo nunca se le ocurriría algo tan estúpido como rechazar la mano de Jisung, sino que entrelazó sus dedos con los del menor con una enorme sonrisa en el rostro, y se pusieron en marcha. Ni bien entraron, Changbin se separó de ellos porque había encontrado a un conocido, por lo que los tres continuaron la marcha sin el chico hacia la cocina dispuestos a encontrar al dueño de casa, y de paso conseguir unos cuantos tragos. Minho aprovechó el pequeño recorrido para echar un vistazo. La sala, bastante grande, estaba sin los muebles para que hubiera lugar para el equipo de música y para los que quisieran bailar, en ese momento un grupo de chicas. Por lo demás, había unas cuantas puertas, una de ellas dando al patio trasero, y las escaleras que conducían al piso superior.

— Hay mucha gente —comentó Chan mientras miraba a todos los presentes en la sala—. Justo como a ti te gusta, Jisung.

— Ugh, cállate —se quejó el pelinegro, poniendo los ojos en blanco—. Solo vengo porque San me cae bien.

— Jisung-ah, qué amargado —intervino Minho, riéndose—. A mí me gustan las fiestas.

— Sí, ya lo comprobé —le respondió el menor, enarcando una ceja.

— A Jisung también le gustarían si pudiera beber sin morir —dijo Chan con una risita socarrona—, pero como es un peso ligero termina cuidando a todos y se enoja por eso...

— ¿A qué te refieres, hyung? —preguntó el castaño con curiosidad—. Jisung, ¿no tomas?

— No, es algo así como alérgico al alcohol, por eso no toma casi nunca —contestó Chan sin darle tiempo a Jisung de hablar—. Toma más de tres vasos y ya está perdido, así que no bebe más que eso porque sabe cómo termina...

— No sabía...

— Ahora lo sabes, no dejes que Jisung beba más de tres vasos —le indicó el rubio, y luego soltó esa risa de limpiavidrio tan graciosa—. Cuando hace tonterías es de lo más divertido, ni te imaginas... Aunque a veces se pone agresivo y eso no lo es tanto.

— Hyung, cállate —pidió (ordenó) Jisung, fastidiado—. No le hagas caso, Min.

Tanto Chan como Minho se rieron, pero dejaron de hablar de eso para no poner al de por sí gruñón chico aún más gruñón, y simplemente entraron a la cocina que en ese momento se encontraba, afortunadamente, vacía. Chan tomó tres vasos de la alacena y botellas del refrigerador, y comenzó a servir con total confianza como si fuera él el dueño de casa, preparando ron y coca cola para cada uno. A Minho le puso menos ron que a sí mismo, y a Jisung le puso aún menos ron que a Minho, sin embargo ninguno protestó y bebieron de sus respectivos vasos en el camino de regreso hacia la sala. Allí finalmente encontraron al famoso San, y luego de presentárselo a Minho, Chan se fue con él a buscar más bebidas para ofrecer a todos los que estaban dispersos por la sala y la entrada. Y así, Minho y Jisung ya se habían quedado oficialmente solos. Jisung, que no había soltado su mano en ningún momento, dejó el vaso vacío en el suelo y ya se estaba encaminando escaleras arriba con claras intenciones de recuperar el tiempo perdido, pero antes de que subieran dos escalones comenzó a sonar una canción que Minho adoraba y no pudo evitar soltar un chillido demasiado alto que asustó al menor y lo hizo detenerse.

Don't Tell Noona.《 Hanknow 》ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜᶦᵒ́ⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora