44 | casa de empeño

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Regresaron a la casa de John B para celebrar, pero lo primero que hizo Luna fue dirigirse a la ducha. Se olvidó de cerrar la puerta del baño, ya que se había acostumbrado tanto a no tener que hacerlo cuando su padre pasaba la noche en la casa de Lainey y mientras estaba parada debajo del agua, escuchó a alguien entrar y unirse a ella.

—¡Oye, estoy desnuda! —gritó Luna—. ¡Sal!

—Relájate, soy yo —respondió la voz de JJ, mientras corría la cortina y entraba a la ducha—. Deberías cerrar la puerta con llave.

—Sí —respondió Luna—. Así idiotas como tú no vienen y entran en mi ducha.

—No mientas y digas que no te encanta —dijo JJ, acercándose a Luna—. Oye, ¿estás bien?

—Ahora lo estoy —respondió Luna—. Fue solo... cuando estaba en el pozo, antes de encontrar el oro, encontré al Sr. Crain.

Los ojos de JJ se agrandaron—. ¡Mierda!

Luna asintió—. Sostuve los huesos en mi mano, JJ. Lo juro, nunca he estado tan asustada en toda mi vida. Me sentí tan repugnante y asquerosa y no pude evitar llorar. Me sentí débil por hacerlo, pero...

JJ envolvió un brazo alrededor de sus hombros, acercándola mientras el agua llovía sobre ambos—. Está bien, Lu. Nadie te va a juzgar por eso.

—Y luego encontré el oro y simplemente... me detuve —dijo Luna—. Encontré el oro, JJ. Lo logramos.

—Vamos a ser ricos —dijo JJ—. Podremos irnos a un lugar agradable y vivir el resto de nuestros días juntos.

—Eso suena bien —susurró Luna.

—No falta mucho —dijo JJ en voz baja—. Seremos ricos.

—Seremos ricos —sonrió Luna.

Fue entonces cuando JJ notó sus manos y rodillas ensangrentadas—. ¿Qué pasó?

—Tuve que trepar —respondió Luna—. Soy un desastre.

—Bueno, vamos a limpiarte —dijo JJ, alcanzando el shampoo.

Un golpe en la puerta hizo que ambos saltaran—. ¡Será mejor que no lo esten haciendo en mi ducha!

—¡Amigo, no! —gritó JJ—. ¡No soy un animal! —luego se volvió hacia Luna con una sonrisa—. Pero no diría que no si tú...

—No.

—Está bien.

Al día siguiente, después de que todos se calmaron un poco y la emoción apenas estaba burbujeando, se pusieron manos a la obra. Planearon meticulosamente para asegurarse de que tenían todo lo que necesitaban.

Luna se sentó con Sarah y Kiara en la parte trasera de la camioneta. Kiara sostenía un diagrama mal dibujado del pozo, cortesía de Pope, y estaban discutiendo su plan juntas.

—¿Dijiste que se veía algo así? —preguntó Kiara.

Luna asintió—. Es tan bueno como puedo recordar. Estaba demasiado ocupada llorando o trepando para disfrutar del paisaje.

—Es mejor que nada —dijo Sarah—. Y honestamente, yo también estaría llorando.

—Yo también —dijo Kiara—. El hecho de que no sigas llorando es un logro.

Luna se estremeció—. Toqué un cadáver. Me siento contaminada.

—Y ahora mírate —dijo Kiara—. Estás sonriendo, tienes curitas de los Vengadores en tus rodillas y seremos asquerosamente ricos.

BANYAN TREE | JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora