Francesco
Detesto usar moño, es totalmente ajeno a mí. No tengo nada en contra del smoking, me queda bien, tengo el porte como diría mi abuelo. Lo herede de mi papá por fuera de la genética, tengo la elegancia y el porte de Papá. Pero este moño cada vez se ve peor.
-Scusi- Papá golpea la puerta cuando ya está abierta, como siempre pero está lejos de molestarme. Cuando Don Vicenzo aparece todo brilla porque si, tal vez es su sonrisa, algo genético que yo no herede ni puedo copiar – Tienes problemas con el moño otra vez?
Suelto los brazos rendidos y su sonrisa se alarga más. Le gusta estar en cada detalle, le gusta estar para mí en cosas pequeñas y a mí me entra más oxígeno al cuerpo. Puedo respirar mejor.
Mide diez centímetros mas que yo y su piel es palida como el mármol mas puro, tiene ojos azules como los mio, mas claros que los mios, la tonalidad perfecta. Ya tiene el moño desarmado y da dos vueltas con su mano, lo siento tirante pero sonríe tranquilo y con un suave tiron mas, ya esta.
-Perfetto- su voz me tranquiliza
Aliza la tela del saco sobre mis hombros y me mira con orgullo como siempre, como si yo fuera el David tallado en mármol. Lo único que comparto con el David de Miguel Angel son los rulos cuando olvido mi visita a la barbería.
-Papá, no va a llorar, no?
La risa se le junta con los dedos que aprietan las lágrimas contra su piel.
-Es asi!... ya eres un hombre Franche y yo aun veo al piccolino que me pedia dolces y las llaves del auto
-ya creci
-lo so. Estamos muy orgullosos de te ...Mama
-tambien lo esta, no deja de mirarme como si hubiera escalado el Everest o cazado un minotauro
-esta muy feliz y orgullosa del paso que vas a dar
Tengo que forzarme a sonreir porque de otra forma también estaría llorando. Soy muy pegado a mis padres y siempre quiero que estén orgullosos de mí. Hay un poco de tristeza en sus lágrimas y no tiene que ver con el orgullo paternal, lo que ellos ven como un paso yo lo veo como un fin.
Camino por el pasillo de las habitaciones de la planta superior de nuestra casa, mi casa desde que tengo memoria, La villa Amazzi. Papá apoya su mano sobre mi hombro sonriendo de camino al salón con doscientos invitados que están bebiendo cocktails en honor a mi compromiso. Mi fiesta de compromiso y yo con la cabeza en Ucrania. Mi ultimo verano libre en Ucrania, labios ucranianos que se fueron volviendo familiares con los días, le costaba desvetirse y mostrarse por completo.
Un brazo se enreda al mio y me recuerda donde estoy. Lo mejor de la sociedad tiene los ojos en mí, en nosotros. Lucrecia Patterno, me da u beso en la mejilla y yo le respondo con una sonrisa. Tengo que seguir sonriendo.
Cuando fue esa vez que dijimos "no es mala idea, lo hablamos cuando volves del viaje"?. Hace cuatro años que no nos veíamos, ella volvia de Nueva York con el corazón roto y me llevo dos meses ganarme su confianza lo suficiente para que me contara que además del corazón hecho pedazos tenia un aborto a cuestas. Se asusto tanto temiendo que diera marcha atrás nuestro acuerdo que al dia siguiente me trajo una serie de estudios donde me juraba que podía tener hijos. Para ella es importante, para mis papas es importante, tener hijos no esta en mis prioridades. Me caso porque asi tiene que ser, a mis veintiséis años tengo que casarme con una buena mujer, tener hijos, dos como pactamnos con Lucrecia y una casa a su nombre solo para ella, afuera de la ciudad, un refugio donde pueda estar sola y dedicarse a su verdadera pasión, pintar. Eso fue a hacer en Nueva York, no a estudiar un posgrado en finanzas como creen sus padres.
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Sin Rumbo
RomanceEsta es la tercera y ultima parte de la historia que comienza en "Punto Sur". . Mas de diez años después la única persona que había logrado unir a este grupo de personas bajo el mismo techo y darles una familia, desapareció sin dejar rastro y varios...