C A P I T U L O C U A T R O

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Los instintos de Jin lo instaban a sacar la daga que llevaba en el zapato, a realizar unos cuantos cortes y a salir de allí pitando, pero se obligó a quedarse donde estaba. Estaba claro que no conseguiría dar más de un par de pasos antes de que Jungkook le rompiera todos los huesos del cuerpo.

Aquello era justo lo que le había hecho a un vampiro que pensaba traicionarlo.

Aquel vampiro había sido encontrado en medio de Times Square. Todavía estaba vivo. Y aún intentaba gritar «¡No, Jungkook! ¡No!», pero para entonces su voz no era más que un susurro, ya que su mandíbula se sujetaba tan solo con unos cuantos tendones visibles y le faltaban trozos de carne en varios lugares.

Jin (que había salido del país debido a una partida de caza), había visto las imágenes en un noticiero poco después. Sabía que el vampiro había agonizado durante tres horas antes de que un par de ángeles lo recogieran. Todo el mundo en Nueva York (qué coño, todo el mundo en el país) sabía que estaba allí, pero nadie se había atrevido a ayudarlo, no cuando la marca de Jungkook estaba grabada en su frente. El arcángel había deseado que todo el mundo presenciara el castigo para recordarle a la gente quién y qué era. Y había funcionado. Ahora la mera mención de su nombre provocaba un temor visceral.

Sin embargo, Jin no estaba dispuesto a arrastrarse. Ante nadie. Era algo que había decidido la noche en que su padre le exigió que se arrodillara y le suplicara para que tal vez, solo tal vez, reconsiderara la idea de readmitirlo en la familia.

Hacía más de diez años que no hablaba con su padre.

—Deberías tener cuidado —dijo Jungkook, que rompió así el silencio sobrenatural y empezó a tutearlo.

Aquello no lo alivió en absoluto: el ambiente seguía cargado con la promesa de una amenaza.

—No me gustan los jueguecitos.

—Pues empieza a apreciarlos —El arcángel se apoyó en el respaldo del asiento— Tu vida será muy corta si esperas solo honestidad.

Al percibir que el peligro había pasado (por el momento), Jin aflojó los dedos con cierto esfuerzo. Cuando el flujo de sangre volvió a recorrerlos le causó muchísimo dolor.

—Yo no diría que espero honestidad. La gente miente. Los vampiros mienten. Incluso... —Se quedó callado.

—No irás a empezar a ser discreto ahora, ¿verdad? —La diversión había vuelto, pero estaba atemperada con cierto matiz que acarició la piel del cazador como si se tratara de una hoja de afeitar.

Jin contempló aquel rostro perfecto y supo que nunca en toda su vida se había enfrentado a una criatura más letal. Si lo disgustaba, Jungkook lo mataría con tanta facilidad como él aplastaba una mosca. No debería olvidarlo, por más que aquello lo enfureciera.

—¿No has dicho que habría que hacer una prueba?.

Sus alas se agitaron ligeramente en ese instante y captaron la atención de Jin. Eran muy, muy hermosas, y no pudo evitar mirarlas embelesado. Ser capaz de volar... era un regalo extraordinario.

Los ojos de Jungkook se clavaron en algún lugar situado por encima de su hombro izquierdo.

—Más que una prueba, se trata de un experimento.

Él no se dio la vuelta, no le hacía falta.

—Hay un vampiro detrás de mí.

—¿Estás seguro? —Su expresión no había cambiado ni un ápice.

Él luchó contra el impulso de volverse.

—Sí.

Él asintió.

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