[02]-Arco I: Violeta y Gardenia

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Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje adulto ofensivo y vulgar. Fanfic no recomendado para gente sensible. Se los voy avisando que la historia tiene temas fuertes.

Recuerden es una historia de Ficción/Erótica/Omegaverse/Humor Negro.

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Capítulo II: Violeta y Gardenia

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"Todo sucede, y siempre sucederá"

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"Todo sucede, y siempre sucederá"

Aquel hombre de traje elegante daba vueltas como un loco al cual liberaron de prisión por toda la habitación del estudio, mordiéndose las garras fuertemente y revolviendo su cabello malva tras la repentina revelación ante la humana. Sus sobrinos Phill quien estaba seleccionando la fruta que se comería, Will que estaba leyendo una novela de crimen y Bill que se encontraban mirando con detenimiento al mayor de ellos, como se arrancaba uno de sus cabellos y suspiraba angustiado.

- - Tío – Llamo el pelirrojo con una sonrisa sorna y comiendo una manzana verde. – Si no es mucho pedir, podría sentarse y calmarse un poco. Me duele la cabeza y estomago por no comer nada.

- - Solo ha pasado tres días – Hablo el celeste. – Ella no lo ha juzgado mal, debería calmarse un poco y sentarte. Sus pies se lo agradecerán al igual que nuestros oídos.

- - No se preocupe tío, me acerque un poco a la chica y alcance a escuchar su mente. – Hablo un poco despreocupado. – Solo que escucho en sus pensamientos decirle lobo – Soltó una risa amarga el rubio. – ¡Ay, Tío!... metiste la pata y muy al fondo.

Tad se desplomo en el sofá como si su espíritu se hubiera salido de su cuerpo y se lo hubiera llevado el mismísimo Satán.

- - Ella me vio en mi apariencia. – Sonando avergonzado. – Me vio y... ¡Solo dijo eso!

- - No fue tan malo – Sonriendo Will mientras cerraba el libro y lo colocaba en la mesilla de descanso. – Lo tomo muy bien, otra chica hubiera reaccionado y saldría corriendo de la mansión con una horda de hombre enfurecidos, acusándonos de bestias y brujería.

- - Exacto, no te tiro ningún jarrón ni grito. – Cruzándose de brazos y asintiendo con la cabeza. – Para ser ciega, supo enfocarte muy bien.

- - Oh cierra la boca, Phill – Dijo Bill dirigiéndose a Tad. - ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? Enserio muero de hambre y no me gusta estar encerrado.

- - Hasta que la señorita Haruko diga que es seguro, la sola mera presencia de nosotros entre las brujas las pondrían en alerta. – Menciono Tad. – Nos tienen rodeado con nuestras flores, y claro que tienen permitido incendiar la casa con fuego verde.

Doncellas de FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora