Capitulo 2

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Suspiro derrotada, sin ganas de pensar y menos sentir. Me encuentro en la ducha intentando refugiarme del frio, pero me daba igual. Era una simple marioneta sin alma, sin vida propia. Las gotas de agua se mezclan con mis lágrimas de dolor arrastrándolas y recorriendo cada parte de mi rostro y cuerpo. Desearía tanto que fuera tan fácil dejar de sentir este dolor que me oprimía el corazón y me dejaba sin aliento.

Deseaba tanto que las gotas de aguas cicatrizaran mi corazón destrozado. Abandono mi cuerpo, deseo un millón de veces de olvidar todo relacionado con él. Puede que me resbale con el agua de la duche, caiga y me dé en la cabeza en el bordillo produciéndome amnesia. Sonrió de forma macabra, no sería una mala idea eso de perder la memoria.

Es una estupidez y sé que no debería hacer broma de este tipo, pero quiero olvidar a Zoro, pero no puedo... no puedo. Llore en silencio apoyando mi frente en los azulejos azules de la ducha. ¿Por qué no lo puedo olvidar?

Todas nuestra relación, los momentos juntos desde que éramos pequeños, nuestra amistad. Le amaba, todo de él, tu cabezonería, tu orgullo, tu sentido de la orientación, tu amor por las katanas, la forma de enamorarme en privado, tu timidez, lo mucho que odiabas las matemáticas... amaba cada una de sus facetas, hasta tu sonrisa psicópata. Le amo demasiado que estoy hecho un lio. Había tirado por el desagua todo. Siempre estuve con él, en lo bueno y en lo malo. Éramos enemigos, luego amigos, después novios, matrimonio y ahora desconocidos.

Quiero dejar de sentir este dolor, tristeza combinado con soledad, mi amiga fiel que ha estado acompañándome estos días, ahora mismo le abrazo y es la única que me es leal.

La imagen de Zoro besando a esa víbora me persigue cada segundo. Me golpeaba con fuerza y ​​cada vez me dolía más. No entiendo por qué Zoro me hizo esto. Él no era así, el me había demostrado un montón de veces de que quería, pero ahora siento que solo estaba fingiendo, de que hace tiempo había dejado de quererme y por eso ahora esta con esa... maldita.

Lentamente me deslizo por la pared de la ducha abrazándome las rodillas llorando a mares. Me daba igual si alguien me escucha. Solo quiero estar sola, que nadie me molestara, que nadie me consolara. Ahogarme en lágrimas y alcohol.

¿Por qué? ¿Por qué? Repetía un montón de veces en alto y en mi mente. ¿Qué hice mal? Esa fue la primera pregunta que me hice cuando recupere la compostura. Que había hecho mal para que el me mintiera y se fuera con esa víbora.

¿Por qué no me di cuenta de que me estaba engañando con su secretaria? Seguro que la mayoría diréis ahora mismo que era lo típico de cualquier telenovela, de que un famoso empresario le pone los cuernos con la secretaria. Esto es la realidad. Me siento tan culpable de no a verme dado cuenta y hacer el tonto pensando que todo se iba a solucionar. Soy una imbécil. Golpeo la pared de la ducha con fuerza sin importarme si me hago daño o me corto, ya no siento dolor, nada se comparaba con lo que siento en el pecho. Ni siquiera cuando murió mi madre y mi mejor amigo Saúl. Me dolía tanto. Esto era un nuevo nivel.

Miro mis manos que se arrugan con el agua y mis lágrimas. Salí de la ducha secándome rápido y poniéndome un pijama improvisado, una camiseta sin manga, una chequera deportiva y mis bragas negras.

Salí del cuarto de baño y me acerque a la ventana de mi habitación. La tormenta iba cada vez a peor que no me dejaba observar el precioso lago que siempre me enamoraba cada vez más, pero ahora no podía ver por culpa de la tormenta, lluvias y rayos, eran las culpables y los sonidos que me acompañaban en mi hundimiento . El cristal estaba helado al tacto y lleno de vaho, pero me daba igual. Apoye mi cuerpo observando el espectáculo natural. Si llega a ser otro momento me asustaría con cualquier rayo. Desde que era pequeña me han asustado las tormentas porque me recordaba mi infancia atormentada.

Soledad y traición [Zoro x Robin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora