Capítulo 5

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           Lucia:

           Estaba llegando tarde al trabajo… de nuevo. Y todo era culpa del molesto angelito… de nuevo. Estaba comenzando a pensar que él no tenía vida propia. Di una rápida mirada a la hora en mi celular, casi media hora de retraso, mirando detrás de mí aceleré el paso hasta tener una velocidad que rosaba lo inhumano. El angelito me seguía y no solo eso, él estaba ocultando su presencia. O haciendo el intento, porque yo solo necesitaba esforzarme un poco para percibirlo aunque débilmente, de verdad él era la muestra de que no se debía juzgar a un libro por su portada: mucho tamaño y músculo, pero nada de habilidad ni, al parecer, fuerza o poder.

           A pesar de eso yo había sido lo suficientemente precavida como para esperar en Ronwood a que él se cansara de seguirme, porque por nada del mundo me iría a casa sabiendo que él me estaba siguiendo, pero el molesto angelito había esperado todo el tiempo, tanto que yo había tenido que decirle a Caroline que no iría a casa después de clases. Así que, cuando se había hecho evidente que no se marcharía de allí a menos que yo lo hiciera (su tonta estrategia de esperarme a la salida del estacionamiento era muestra de ello), me había subido a mi auto y había conducido a través del molesto tráfico de la ciudad hacia mi trabajo; siendo consiente del angelito siguiéndome, tratando de convencerme de que podía lidiar con él en el local y… burlándome de su ridículo intento de ocultar su presencia.

           ¡Jesucristo! Si hasta debía admitir que me sentía un poco avergonzada por él, esconder la presencia era, entre otras muchas cosas, una habilidad de los Vigilantes. La elite de los Ángeles… tanto los Oscuros como los iluminados tenían a sus Vigilantes, lo ángeles que se encargaban de vigilar a los enemigos y  recabar información para su gente. Estos ángeles solían ser los más poderosos y letales… y debían serlo puesto que el acto de esconder su presencia consumía una excesiva cantidad de energía por lo que incluso ellos lo hacían como último recurso y solo por poco tiempo. Eso me daba vergüenza porque, según tenía entendido, los iluminados le daban entrenamiento ligero para ocultar su presencia a sus polluelos con mayor potencial en su etapa de entrenamiento así que para ellos no era estrictamente necesario ser un Vigilante para saber ocultarse… sin embargo, yo dudaba mucho que el angelito fuese un polluelo por lo que era aún más deprimente. Al angelito le faltaba entrenar mucho para siquiera sopesar la posibilidad de esconder su presencia, sobretodo porque yo la había percibido en todo momento.

           Mi cara se contrajo con molestia en cuanto recordé donde había tenido que dejar mi auto. Pero era ese minimarket o el frente del local y, aunque dudaba que a mi jefe le agradara que mi auto estuviese en su frente, yo tampoco estaba de humor como para lidiar con un humano pasado de listillo queriendo robar mi auto… eso era otra razón por la que el angelito era insoportable: me hacía tomar medidas que no eran de mi agrado. Mirando hacia tras de nuevo, di un suspiro, no podía ver ni percibir al angelito. Había logrado perderlo. Eso era bueno porque si permitía que siguiera con ese absurdo intento de ocultarse ese idiota terminaría muy agotado.

           Entre en el local por la puerta principal, asustando a los humanos con mi entrada precipitada, incluso los más cercanos a la puerta me dieron una mala mirada, una que a mí no me pudo importar menos. Me encaminé directamente a la barra, ignorando a Lucy, quien me daba una mirada alarmada, intentando decirme algo. Crucé la puerta detrás de la barra decidida a envolver la mente del Gordo para que me dejara en paz… pero no fu el Gordo a quien me encontré esperando detrás de la puerta.

           Detrás de la puerta estaba una mujer bajita y morena, en una postura que denotaba molestia. Al menos ya sabía de qué iba la mirada que me había dado Lucy. ¿Quién era ella? ¿Era la dueña? Le di una mirada detallada, el montón de colgantes y talismanes que llevaba en el cuello me hacían pensar que era una mujer supersticiosa… mal asunto, esa clase de humanos solían creer que lo sabían todo.

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