JADEN #03

Capítulo 3

¿Culpables?

—¿Que hacía en el momento del accidente —frunzo el ceño ante su mala elección de palabras.

—¿Cree que eso fue un accidente? Alguien se suicidó.

—Eso es lo que estamos investigando y le recuerdo que no ha contestado mi pregunta.

Esto había sido una idea muy absurda de parte del pequeño grupo de policías en Ashlom, ya se cumplían cincuenta personas que habían pasado por la misma aula bajo las mismas órdenes para escuchar las mismas preguntas.

—En clase, con mi amiga Linda.

—¿Y luego?

—Sonó la alarma de incendios, así que como todos, decidí salir del aula acompañada de Linda.

—¿Y estuvo con ella todo el tiempo? —negué, recordando lo sucedido en el armario.

—La multitud logró separarnos.

—¿Y luego?

Sentí un nudo en la garganta, a ciencia cierta era consciente que no quería ni debía comentar más de lo necesario, responder sus preguntas y largarme de aquí de una buena vez.

—Los profesores se encargaron de llevarnos a las aulas.

—¿Conocía a una persona que murió hoy?

—No.

—Estudiaron todo el semestre en el mismo lugar ¿Y no lo conocía?

Venga ya.

—¿Piensa que debo memorizar los rostros de todos aquellos que me rodean?

—No señorita, pero es un tanto sospechoso...–puse los ojos en blanco antes de pellizcar el puente de mi nariz.

—Sí está buscando un asesino o cómplice, puede buscar en otro lugar, tiene a la persona equivocada.

—¿Que le hace pensar que estamos buscando a un asesino? Usted misma lo ha dicho, se ha colgado.

—Si nos tienen en cautiverio de forma ilegal a doscientos estudiantes pues yo creo que es lo más evidente.

El oficial se echa para atrás en la silla, analizando mi expresión, mis palabras y supongo que mis movimientos de igual forma.

—Puede salir, señorita.

No me molesto en seguir más tiempo en el aula, era molesto que luego de todo lo que tuvimos que ver hoy no podríamos salir de aquí a nuestras casas para sentir refugiados. Habíamos visto a alguien colgarse frente a nosotros, era bastante traumático y se podía notar.

Cuando cerré la puerta a mis espaldas descubrí a más de un joven de mi edad en el suelo, balanceándose de un lado a otro, atemorizado por lo sensible que fue la escena. Y a otros llamando a sus padres mientras lloraban, algunos conocidos del difunto, creo yo.

—¡Ivy! —linda había salido de la fila que aún restaba para el interrogatorio—, ¿Como estás? ¿Que te dijeron allí adentro?

—Básicamente, que no era culpa...—el mismo oficial que estuvo conmigo hace un momento nos separó poniéndose en medio.

—Le pido se retire.

Ese le pido sonó más a lárgate pero que más da, me dediqué a mirarlo con desprecio y seguir mi camino.

—Usted —sabía que señalaba a Linda—, adentro.

Estar por los pasillos de la universidad en estos momentos era algo deprimente y a la vez incómodo, habían muchas personas en condiciones de conmoción que te miraban con terror y miedo cuando pasabas frente a ellos.