Día 4

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En una cita
Continuidad del día 3

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La lluvia caía como un torrencial, donde las grandes gotas de agua caían con furia y amenazaban a cualquiera con mojarlos por completo si osaban salir sin un paraguas. Kirishima miraba todo esto desde el interior de un café con un aire decaído a su alrededor y un batido de frutilla casi sin tocar.

—Oye, idiota, tranquilo —Bakugo llamó su atención frente a él, mirándolo con su ceño ligeramente fruncido pero que en sus ojos destellaba algo de amor —. Ninguno tenía idea que hoy lloveria.

Eijiro sonrió minimante antes de volver su vista a la ventana y observar una vez más la lluvia caer.

—Aún así lo siento, quizás tuve que revisar una vez más mi celular para ver el clima que arrastrarte a una cita tan desastrosa como esta —Kirishima miró a su novio durante un segundo, luego a las gotas de agua que todavía descendían hasta el suelo de su cabello húmedo y su ánimo pareció decaer aún más, sonriendo sin fuerzas como disculpa.

—Hey, no digas idioteces —lo regañó el cenizo, llamando nuevamente su atención —. Tú no decides esas mierdas, lo hago yo, ¿entendiste, bastardo? Y si, fue desastrosa —aceptó lo último y Kirishima bajó la cabeza arrepentido —. Pero, ¿sabes qué? Me divertí, y verte correr desesperado cuando comenzó a llover mientras buscabas algún local abierto fue mejor. Así que cállate y termina tu maldito batido.

Los ojos antes desanimados de Kirishima pronto se iluminaron por las palabras de su novio, dejando entre ver una pequeña sonrisa que pronto se transformó en algo totalmente brillante. El aire pareció cambiar también, y Bakugo pensó que haberse mojado de pies a cabeza por ver a su novio con una sonrisa tan hermosa como esa valía jodidamente la pena.

—¡Gracias, Katsuki, eres el mejor!

Una sonrisa altiva viajó a los labios del cenizo tan rápido como la tormenta de afuera.

—Por supuesto que lo soy. Ahora termina ese batido que cuando esta maldita lluvia se detenga me quiero largar a la mierda de este lugar.

Kirishima soltó una risilla antes de tomar el vaso donde se encontraba su batido y terminarlo, mirando a su novio con una feliz sonrisa en su rostro y los ánimos de su cuerpo elevados nuevamente.

Cuando por fin la lluvia pareció detenerse, ambos salieron del café y comenzaron a caminar por las calles de Japón sin un rumbo verdaderamente fijo

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Cuando por fin la lluvia pareció detenerse, ambos salieron del café y comenzaron a caminar por las calles de Japón sin un rumbo verdaderamente fijo. Sin rumbo, en realidad. Observando las nubes oscuras en el cielo y los charcos de agua en el suelo.

El clima no podía ser el mejor, y quizás la cita no haya transcurrido como Kirishima en algún momento imaginó que podría ser, pero al menos ahora sabía que Katsuki fue capaz de divertirse con él.

Todo estaba mojado a donde quiera mirar, por lo que no podrían sentarse en una plaza o un parque. Y no está seguro si volvería a llover más tarde. Kirishima quería que, al menos, hicieran una última cosa antes de acompañar a Bakugo hasta su casa —como todo buen caballero— antes de irse a la suya.

Kirishima tomó la mano de su novio cuando una idea pareció iluminar su cabeza y empezó a arrastrar a Katsuki con él por las calles casi vacías y llenas de agua de lluvia. Bakugo trataba de seguirle el paso mientras mascullaba insultos hacia el pelirrojo y lo amenazaba con golpearlo si no lo soltaba y le decía a dónde carajos lo estaba llevando.

Aunque la mitad de los insultos y amenazas se murieron en su garganta cuando parecieron llegar a una pequeña plaza vieja y de baldosas adoquinadas. Bakugo parpadeó sorprendido antes de dejarse llevar por Eijiro y ser arrastrado a una parte en particular de aquella plaza.

—Katsuki, mira —lo llamó y el cenizo pareció reaccionar un poco, dirigiendo su vista de su novio hasta unos viejos columpios.

Kirishima soltó cuidadosa y lentamente su mano antes de empezar a saltar algunas de las baldosas con los pies y reír alegremente.

—Aquí fue donde nos conocimos por primera vez, Katsuki —sonrió el pelirrojo.

Una sonrisa se formó en el rostro de Bakugo con sutilidad, alzando la vista hasta los ojos expresivos de su novio.

—¿Qué crees que haces, idiota? —preguntó con el ceño fruncido, mirando cómo Kirishima se divertía saltando, como si fuera un maldito niño —. ¿Acaso piensas que tienes 5 años o qué mierda?

—No, juego a saltar las líneas. ¿Quieres jugar conmigo? —le preguntó aún sonriendo, acercándose a su novio con lentitud.

—No sé jugar a eso —murmuró Bakugo como alguna vez recordó que hacía.

Eijiro sonrió y tomó lentamente ambas manos de Bakugo, atrallendolo hacia sí hasta que sus labios se sintieron peligrosamente cerca.

—Yo te enseño.

Y sus labios se unieron un segundo antes de que Kirishima riera con diversión y arrastrara a Katsuki para que saltaran entre las líneas, manteniendo sus manos siempre unidas. Pero esta vez no las dejaría ir con tanta facilidad. No cuando, después de tantos años separados, había encontrado nuevamente a aquel lindo cenizo.

No sé si esto sea una cita, pero esq la idea vino sola y me da pena borrar lo que ya escribí, asíq lo voy a dejar así como está

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No sé si esto sea una cita, pero esq la idea vino sola y me da pena borrar lo que ya escribí, asíq lo voy a dejar así como está. Espero disfruten. Saludos.

Atte: Kirishi365

30 días OTP || KiribakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora