CAPÍTULO 01

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Nikté se acomodó en la rama del árbol en el que estaba sentada y observo a la emocionada princesa Maya que esperaba su momento para retar al Mataosos.

—¡Fanáticos de las peleas a puño limpio —llamo el referí —, por favor denle un aplauso al campeón indiscutible...! ¡El Mataosos!

El luchador hizo acto de presencia y fue recibido por los gritos de júbilo del público.

—¡Yo te desafío! —gritó la princesa.

—¿Quién se atreve a desafiar al Mataosos? —pregunto el luchador, mirando al público.

—¡Fui yo! —gritó la chica, haciéndose notar entre las personas —. ¡Yo te desafío! —le repitió, incorporándose después de tropezar al ingresar a la arena.

La reacción fue inmediata y el público comenzó a abuchearla. Nikté rodo los ojos y de forma rápida memorizo los rostros de los escépticos aficionados. Más tarde se encargaría de cambiar su opinión.

—¿Cómo te llamas, niña? —le pregunto el referí a la princesa.

—¡Pata de Águila! —le respondió, pero al instante se arrepintió —. No, garra. Garra es mejor. ¡Garra de Águila!

Pocos espectadores aplaudieron y Nikté decidió borrarlos de su lista pendiente. Mientras tanto, la lucha dio inicio con una Maya luchando contra sus instintos de fan hacia el peleador.

—¿Crees que gane? —le preguntó una voz a sus espaldas.

—Ni un poco —le respondió Nikté, sin voltear a ver a Zatz.

—¿Por qué? —cuestionó, sentándose a su lado —. Parece buena.

Como si pudiera escucharlo, la princesa Maya golpeo al campeón y lo mando a volar varios metros, tirándole en el proceso uno de sus dientes.

—Lo es, pero es imprudente —ambos semidioses observaron como la chica teca pateaba al Mataosos y lo noqueaba brevemente —, y esa imprudencia la matará.

—Entonces, ¿sigue siendo una amenaza? —le pregunto, al momento en que el luchador rodeaba y la princesa y trataba de sacarla el aire.

—Su sola existencia es una amenaza —le recordó, escuchando el impacto del cuerpo del campeón en una de las paredes.

El príncipe de los murciélagos la miró.

—¿Y qué harás? Hoy se vence el plazo de vida que tu padre le otorgó.

Nikté suspiró. En los últimos quince años había vigilado a la primogénita de la diosa Micte y en ese periodo de tiempo, podía decir que había llegado a congeniar con los deseos de la princesa, pero eso no borraba el hecho que debía ser sacrificada.

—Cumplir con mi deber —le respondió, perdiéndose el golpe estrella de la familia Teca —. Es por eso que estas aquí, ¿no?

Zatz asintió.

—El dios Mictlán me ordenó la terea de escoltarla —informó.

—Escoltarla —bufó la chica —. El único propósito de esa visita es para ponerlos sobre-aviso.

El tono usado alertó a Zatz, quien comenzó a creer que el tiempo transcurrido con la princesa Teca había provocado algún tipo de afecto en la primogénita del dios de la guerra.

—¿Y te molesta? —se atrevió a preguntarle.

—¿Por qué lo haría? —cuestionó de vuelta —. Lo que mi padre disfruta más que un sacrificio es la guerra —señaló —. Y eso es lo que quiere.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2021 ⏰

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