NIVEL 4

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EL SUEÑO


Abro los ojos despacio. El cielo es de un blanco grisáceo que hace que los colores sean más brillantes de lo normal. Estoy en un paseo con arboles de hojas naranjas y rosas. Parece un otoño saturado. Me doy cuenta de que todavía conservo el croissant, así que le doy un mordisco mientras observo como el viento se lleva un nido de pájaros. Miro a mi alrededor. Estoy en una ciudad fantasma, no porque no haya nadie en la calle, la calle está desierta pero no es una ciudad fantasma por eso, si no porque los edificios son traslúcidos. Como incorpóreos y se puede ver a través de ellos, lo que hay dentro, las tuberías, las baldosas. Incluso debajo de los adoquines del paseo puedo entrever la tierra que hay debajo. Unas hormigas se están comiendo a una lombriz. Empiezo a caminar en línea recta por el pasillo de baldosas translúcidas, admirando la ciudad fantasma. Ando hasta que llego a un cruce de caminos. El lugar me resulta familiar. Entonces me doy cuenta de que aquí empieza mi sueño recurrente. He hecho lo que voy a hacer mil veces antes. Vuelvo la vista a la izquierda, hay un taxi esperándome, como siempre, me acerco saludando al conductor. Me siento en la parte trasera del coche y le digo:

-Al tanatorio, por favor, llego tarde.- Oigo como mi voz dice lo de siempre, sin saber porque llego tarde, sin saber a dónde quería ir hasta que oigo como las palabras fluyen de mi boca.

El taxi arranca y se dirige por el camino de la izquierda hacia el río, una vez llega a la orilla el conductor acelera y el taxi empieza a navegar. Me gusta el paisaje saturado. El agua está clara, y en el fondo veo monedas. Estiro la mano para cogerlas a través de la ventanilla bajada. El agua no parece agua, parece que esté metiendo la mano en las nubes. Mientras cojo una moneda pienso "Para la máquina", pero no puedo recordar de que máquina. "Será un dejavú", pienso. El taxi se acerca a una isla, la rodea y me deja en el embarcadero.

-Ya hemos llegado.- Dice el pez.- El viaje te costará lo que te queda de croissant y la gominola que llevas en el calcetín.

Le doy el croissant y le pido que me sujete el zapato mientras me quieto el calcetín. Es una gominola de fresa, que rica. El pez me da el zapato y yo le doy la gominola. Salgo del coche y me llevo una gominola de cereza a la boca que estaba en el zapato. La mastico mientras avanzo por el camino de piedras que lleva al edificio. Sabe un poco a pies.

ARCADE DREAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora