Old Love Story || KookV

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Corea es un país problemático. Bueno, más bien era: en el momento en el que escribo esto Corea ha pasado de ser un solo país a ser dos. Después de una ardua guerra entre el capitalismo y el comunismo, ambos bandos pensaron que ganaron y el mundo les dio la razón a ambos, así que hoy en día puedo decir que soy originario de Corea del Sur, es decir, la parte de mi país que está infestada de yankees que predican la democracia y el liberalismo.

En fin, no vengo a relatarles el complejo conflicto al que Corea estuvo sometida por tanto tiempo, que de todos modos yo como un adolescente de 17 tampoco soy la persona más idónea para explicarlo. El caso es que la aparición de los estadounidenses significó para mí un cambio radical no sólo por la instauración de políticas nuevas en el país sino porque estos americanos quedaron encantados con la labor de inteligencia que mi padre, Kim SeoJoon, brindó al ejército norteamericano en el conflicto. Já, que les gustó es decir poco: esos rubiecitos quedaron encantados con mi padre, al punto de que le ofrecieron trabajar para la CIA en Estados Unidos. Claro, mi progenitor como buen defensor de la democracia dijo que por supuesto, y eso significó que mi madre, mi hermana y yo nos fuéramos junto a él a la capital, Washington, para empezar una nueva vida.

Oh, y créanme que se notaba la diferencia de lo que era vivir en un país tercermundista como lo era Corea a irnos al primer mundo en América, ¿ustedes creen que alguna vez me había subido a un avión? Pff, jamás en mi vida siquiera pensé ver esas cosas si no era sobrevolando encima mío en busca de comunistas. El ejército se encargó completamente de nuestro traslado a nuestro nuevo hogar, y al llegar realmente entendí el concepto de primer mundo.

━¡Woah!, Tae, ¿¡viste eso?! Ese restaurante tenía un letrero gigante en forma de bebida ━habló mi hermana, Areum, en lo que tenía las manos y rostro pegados a la ventanilla del auto sorprendidísima por lo que estas personas llamaban "recurrente". No voy a mentir, estaba exactamente igual con la diferencia de que mantenía la compostura por la paranoia que me causaba estar rodeado de militares custodiándonos.

━Claro, Reumie, todo está muy lindo ━carraspeé en voz baja.

━¡Le quitas la emoción a la vida hablando así! Ash, eres un aguafiestas, oppa ━la castaña se cruzó de brazos con molestia fingida.

Yo, como buen hermano mayor, sonreí nada más un poco y la abracé para tratar de recompensar mi asustadiza actitud.

[...]

Estuvimos todo el día ayudando a mamá a acomodar las cosas en la nueva casa. Más yo que Areum, dado que ella argumentaba tener menos fuerza que yo para cargar los muebles, pero al menos ella estaba allí para decirme dónde poner las cosas, porque debía admitir que mi sentido de la decoración era completamente nulo. Mi madre le echaba la culpa a que era hombre, y debido a que las dos mujeres de la casa eran las que sabían de eso, yo no tenía manera de negarlo. Al menos podía admitir que en medio de mi desinformación en el tema, la casa había quedado bastante linda y con ese toque hogareño que le hacía falta cuando llegamos al inhóspito inmueble.

En la noche, cuando mi padre volvió de su nuevo empleo con una cansada sonrisa, mi madre tenía lista la cena y ella, entrando en su nuevo papel de ama de casa americana, fue a recibir al hombre a la puerta con cariño. Posteriormente, todos nos sentamos en el nuevo comedor listos para disfrutar del bibimbap occidentalizado que había logrado preparar.

━Díganme si está bien... No pude encontrar en ningún supermercado cerca de aquí vinagre de vino de arroz, aceite de sésamo o salsa de soja... Ni hablemos de la salsa Gochujang ━se disculpó mi madre, muy apenada ante la situación, porque básicamente lo que teníamos en frente era arroz con vegetales sasonados con lo que pudo encontrar en el supermercado. Ella durante la guerra sirvió como enfermera en uno de los hospitales militares que fueron creados, y al atender tantos estadounidenses durante un lapso de tres años desarrolló un nivel básico de inglés. Lo necesario para mantener una conversación con alguien, al menos, por lo que pudo defenderse medianamente sola allí afuera.