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Cuando salimos finalmente de todo trámite que tenía que ver con la escuela y nos despedimos de Liam, que gustosamente estuvo con nosotros para ayudarnos a hacer el proceso de inscripción, me di cuenta que ya eran casi las dos de la tarde, y conociendo a mi madre, el almuerzo debía estar listo desde el mediodía, así que con un poco de prisa corrimos y llegamos de regreso a casa.

—Hola mamá, ya regresamos —Areum prácticamente gritó cuando abrimos la puerta.

—¡Niños!, ¿cómo les fue? Me estaba preocupado, no quería que llegaran tarde a almorzar. Hoy hice Bulgogi aunque sin salsa de soja, sé que sobre todo a Tae le encanta —mi madre rió, dejándonos pasar a la mesa.

—Nos fue bien, mamá. Nos pudimos inscribir en la escuela e hicimos un nuevo ¿amigo? Su nombre es Liam —expliqué en lo que nuestra comida era servida.

—Sí... Es lindo. Es agradable, además. Te gustaría si lo conocieras, mamá, nos defendió de un tonto que quería ofendernos —recordó mi hermana risueña.

—¿Los defendió?, ¿y qué hay de ti, Tae? Tienes que proteger mejor a tu hermanita menor, ¿qué si el tipo les hacía algo? No queremos que te humilles —mi madre arqueó una ceja, como si en parte estuviera levemente extrañada y decepcionada.

—Sí, mamá, lo siento...

Comimos en silencio el resto del tiempo, tan solo escuchando el ruido de nuestras bocas y el de los palillos contra los platos.

[...]

Pasadas algunas horas noté que ya casi era momento de la "cita" de Areum, así que dejé las lecciones de inglés que estaba leyendo a un lado, tomé mi abrigo y me fui en dirección al dichoso parque que decía la nota.

Aunque perdiéndome un poco en el camino, pronto llegué al punto de encuentro, que se trataba de un bonito parque que era amplio sin llegar a ser asfixiantemente lleno: quizás habían niños por aquí y por allá corriendo y jugando aprovechando sus últimas semanas de vacaciones de verano, y claro, en las bancas se encontraban las madres observando a los chiquillos con una sonrisa en el rostro mientras hablaban de vaya yo a saber qué. Un panorama tranquilo pero bastante extraño para mí, si me preguntaban.

Para mi suerte no muy lejos de allí vi una banca que estaba en medio de los arbustos en la que se encontraba una solitaria cabellera azabache mirando a la nada. Sigilosamente me acerqué y me senté a su lado, sacándolo de su ensoñación y haciendo que me viera como si tuviera un problema matemático sin solución en frente suyo.

—Tú... Definitivamente no eres Angela Kim.

—¿Me lo juras, imbécil? —arqueé una ceja, bufando.

—Ya, no te pongas agresivo —rodó los ojos y suspiró—. ¿Por qué carajos estás tú aquí en lugar de tu hermana?

—Porque tu plan falló estrepitosamente y quien vio tu nota fui yo y no ella. Agradece que vine aquí a hablar contigo en lugar de querer darte una paliza, mi hermana tiene quince años y lo que menos le interesa es que un idiota se la quiera coger a punta de engaños.

—Cálmate ahí, Viktor, respira —de repente el chico rió en un tono burlón—. No quería follar con tu hermana, ¿bien? Si hubiera querido eso la habría citado en mi casa o al frente de un hotel... Algo más práctico, ¿sabes? No en un parque que está lleno de engendros de medio metro.

—Vuélveme a decir Viktor y te doy un puño —bufé, cruzándome de brazos—. Entonces, ¿qué querías?, ¿abrirle tu corazón y sentimientos?

—No, deja de exagerar las cosas, solo quería hablar con ella, ¿bien? Las americanas son todas muy superficiales, tontas, huecas y malcriadas. Nunca he dado con una chica de bien... Quería probar suerte con tu hermana.

—Y te salió mal. Terriblemente mal.

—Ya me di cuenta, V, porque mi plan no fue terminar sentado con su hermano alias el dolor de culo.

El apodo me sorprendió un poco, pero tampoco me disgustó como para reclamarle al respecto. Viktor era terrible, pero V era... Pasable, supongo.

—¿Y qué es lo que se supone que haces tú aquí? Igual y tu vida social debe ser un asco, tu presentación fue demasiado mediocre.

—No hablemos de eso, por favor. Lo que pasa es que Hopkins es un descerebrado de primera y lo odio, entre menos tiempo pase con él, mejor —murmuró con molestia y posteriormente relamió sus labios—. Vivo en Washington desde que era un niño... Debía tener unos siete años cuando vinimos aquí con mi madre. Corea aún era colonia japonesa, y de donde éramos, Busan, la vida era una soberana mierda. Para hacer la historia corta, Derek, mi padrastro, fue a Corea para hacer un reportaje especial post-guerra por todo el tema de Japón con Hitler ya que es periodista. Allí conoció a mí madre, se enamoraron, y nos vinimos a vivir aquí, donde me cambiaron el nombre. Fin.

—¿Y aceptaste que te pusieran Justin Miller? Vaya asco de nombre.

—Tenía siete, ¿sí? No es como si me pudiera negar, igual que tú necesitaba un nombre que los yankees supieran pronunciar. Miller es porque es el apellido de Derek, pero al menos no me cambiaron del todo el nombre... Me llamaba Jeon Jungkook en Corea, aquí pasé a llamarme Justin Jeon Miller. Algo es algo. En todo caso, la pregunta del millón aquí es: ¿qué hacen ustedes aquí? De lejos pude ver que su inglés es terrible.

—Qué humildad la tuya, señor William Shakespeare —rodé los ojos—. Yo estoy aquí por trabajo de mi padre... Fue la primera oportunidad que tuvimos para salir de esa trinchera y la aprovechamos, no hay mucho más para decir —relamí mis labios.

—¿Trabajo?, ¿y qué es lo que hace tu padre para ser tan necesario aquí? A mi madre y a mí nos pusieron treinta millones de problemas para vivir aquí legalmente, me sorprende que ustedes hayan podido llegar tan fácilmente.

—Es militar. Hizo muy bien su trabajo y los rubios de dos metros pensaron que lo necesitaban aquí... Es básicamente eso —esa pregunta siempre me ponía extremadamente nervioso, no quería revelar cosas que no debía.

—Ya. Qué interesante, V. ¿Y qué hay de ti?, ¿sabes algo de la cultura americana? Algo tienes que saber si quieres encajar con Hopkins y su grupito —explicó con cierto deje de superioridad.

—No necesito hacerlo, gracias Jungkook. ¿Qué más tienen de interesante además de idolatrar a gente con guitarras y comer carne con vegetales entre dos panes?

—Golpe bajo, te lo acepto —rió, y debo admitir que me desconcertó clasificar el sonido como melodioso—, pero te prometo que con el tiempo le tomarás gusto a la cultura. Soy la prueba de eso... En este momento es probable que sea el mayor fan de Elvis Presley que exista en el mundo... Pero no le digas a nadie, puede que hayan chicas que me miren raro —carraspeó un poco apenado, antes de hacer una pequeña pausa—. Por cierto, me gusta que me digas Jungkook... Todos aquí me llaman Justin a excepción de mi madre, se siente bien o más bien familiar —me miró con rapidez un par de segundos.

—Eso me relaja, significa que en el fondo no eres un yankee con disfraz después de todo —reí—. Lo supuse, la verdad... Mi nombre real es Taehyung, pero no me molesta que me digas V.

—Necesitaba un apodo provisional —se encogió de hombros con una sonrisa.

Fue entonces en ese parque que descubrí que tal vez no estaba tan solo como pensé. Tal vez un amigo como Jungkook me vendría bien, y esperaba que esa charla en Applegate fuera solo la primera de muchas otras más.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2022 ⏰

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