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Oh, las mudanzas. Un nuevo comienzo, nuevas oportunidades y el inicio del caos para Mayo. Nunca se imaginó llegar a vivir en una casa muy grande y hogareña como la de los Rose, no eran millonarios pero si eran una familia muy bien acomodada. Después de un pequeño viaje, Rius y Mayo habían llegado a la residencia junto a sus pertenencias, fueron muy bien recibidos por Timba, quien se ofreció junto a Invictor a ayudarlos a meter sus pertenencias a la casa. Rius agradecio bastante la ayuda de los chicos, pero el pelinegro solo se limitó a agradecerle a la pareja de su hermano, ignorando al castaño en el acto. Ante la situación incómoda que se estaba generando, Victor decidió retirarse a continuar metiendo cajas a la casa, Rius se disculpo con su pareja en nombre de su hermano y le pidio que fuera a ayudar al castañito. Timba acepto y se retiró, no sin antes robarle un beso a su pareja para luego dejar a los hermanos Ontiveros solos. Era el momento perfecto para poder hablar con su hermano y poderlo hacer entrar en razón.
Al albino no le agradaba la idea de que su hermano sea muy cortante con Víctor, quien solo se ha esforzado en ganarse su amistad.
—May, entiendo que aún le tengas resentimiento a Víctor pero él también nos está ayudando con la mudanza. —Llamó la atención de su hermanito. —El niño solo intenta hacer las cosas bien.
—Que siga intentando, no me interesa si decide lanzarse a la boca de un dragón. —solto sin rodeos mientras se cruzaba de brazos.—
—¡May! Seguro que él no tenía la intención de tirarte ese jugo, además, logramos quitar esa mancha de tu camisa.
—¡Claro que sí! Él es igual que todos los de mi clase, solo me hostigan por ser él "rarito" del salón.
Ambos se quedaron callados por unos momentos, el albino suspiro un poco y miro a su hermanito con una mezcla de preocupación y de entendimiento.
—¿Élmismo te dijo que eso pensaba de tí?
—No... —Solto su cuerpo y miró a su hermano con pena. —Rius, tienes razón.
—Lo correcto es que te disculpes con Víctor.
—Rius, ¿Tú creés que acepte disculparme, después de haberlo tratando tan mal? ─cuestiono algo desanimado.—
—No pierdes nada intentándolo, Mayito.
—Gracias por escucharme hermano. —Sonrió un poco en lo que se acercaba a su hermano para darle un abrazo.—
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