NUEVE MESES 嬰兒 taegi

♡ séptimo mes.

Juega con los anillos en sus dedos, estaba tranquilo y medio nervioso, no podía dejar de mover la pierna. Sus esmeraldas están fijos en el suelo, sudando frío, tragaba saliva seguido y con dificultad. No está solo, tiene a una mujer frente a él, sentada en su cómodo sofá individual, en su regazo la libreta y las manos apoyadas en esta, teniendo unos anteojos puestos, llevando un pantalón y camisa puestos. Se veía bonita.

—Yoongi. —Oyó la voz suave y decidida de la mujer, sigue mirando el suelo, sin atreverse a levantar el rostro h verla. Cada vez que la veía, pensaba que iba a llorar, sin ningún motivo alguno, estaba arrepintiéndose de haber ido, pero era algo que debía hacer—. Yoongi.

—¿Si? —Respondió. Bajo el tono de voz, pero al estar tan callado en el cuarto en el que estaban, en un silencio muy cómodo, ponía sus bellos de punta a YoonGi, le resultaba fácil escuchar a la psicóloga, pero nunca responderle, parecía que iba a llorar en cualquier momento y no era precisamente por las hormonas del embarazo.

—¿Quieres contarme hoy, cómo fue que llegó este miedo a ti? —Preguntó; de nuevo.

Cada día hacía la misma pregunta desde el momento en que asistía a sus sesiones de terapia. Y es que todo tiene una explicación del por qué estamos acá, primero: fue decisión suya, pero la segunda: Kim Taehyung, su pareja.

Hace dos semana atrás, unos perros habían invadido su casa, en el patio, ¿Adivinen quién estaba ahí, justo? Naranja, durmiendo en el pasto, con la luz del sol dándole en la cara.

Él, como siempre, le deja la puerta abierta al perro de su pareja para que saliera, y así YoonGi podía dejarles comida y agua en sus platitos, por lo que en ese segundo que se fijó en Naranja para ver como se encontraba, subió escaleras arriba y con los auriculares escuchando música.

Se habrán imaginado lo que habrá pasado; el perro de Taehyung fue y defendió a Naranja siendo más  pequeño que los otros 2 perros que entraron, y él, cuando volvió a bajar por instinto, porque desde que tiene a Naranja no quiere dejarlo salir a la calle por los motivos, que Naranja pueda llegar a quedar tieso como su primera mejor amiga, fue hasta la puerta del patio sin quitarse los audífonos y quedó paralizado viendo la pelea. Naranja, corrió en su ayuda, escondiéndose detrás suyo, mientras que YoonGi, aún paralizado del miedo, veía pelear desde adentro al perro de su pareja, y las lágrimas salieron sin parar, con el pánico reflejado en su rostro al ver tan escena. Y los perros se fueron cuando un vecino de confianza entró por el patio y fue a separarlos tomando a Yeontan, se volteó y corrió para hablarle a él, porque algunos vecinos con los que se hablaba, conocían a YoonGi y su miedo más grande a los perros, y en el barrio en el que vivía, siempre hay perros vagando por las calles, solitarios.

El vecino no podía sacarlo de su trance, y sin dejar de ver el patio, sin dejar de llorar, el primero que se le vino a la mente fue su papá, y lo mencionó, su vecino llamó al mismo después de dictarle su número. Su padre llegó lo más rápido a la casa y se apegó a su cuerpo con fuerza, mientras el vecino amablemente le contó lo que sucedió y que él, siendo veterinario, trajo su maletín para curar a Yeontan mientras YoonGi lloraba en el pecho de su padre con Naranja en sus brazos, el gato cada tanto maullana y lamía su carita, YoonGi entre sollozos le contó a su papá que Taehyung iba a odiarlo por no haber defendido al perro.

Por otro lado, a penas su papá llamó a Taehyung, él se quedó arriba en el cuarto, Jeongin se quedó abajo esperando a la pareja de su hijo después de haber tranquilizado al rubio embarazado en palabras suaves. Y luego de eso, no quiso darle la cara a su propio novio con la culpa en su ser.

Taehyung había llorado por el perro, se quedó abajo en la sala con él en brazos, sentado en el sofá con Naranja que animaba al perro con lamidas para que se curara más rápido y luego Naranja subió para estar con él, le dió besitos como diciéndole que no era su culpa y no tenía de qué culparse, pero también las sintió lastimeras y se echó a llorar de nuevo culpable.