04 | Puedo escucharte, sabes.

2.4K 334 76
                                    

》 Al cumplir los 15 años, puedes escuchar algunos de los pensamientos de tu alma gemela y viceversa. Menos su nombre《

.

.

.

"Ugh, me ha venido la regla."

Manjiro empezó a ahogarse con su Dorayaki cuando escuchó aquella voz femenina en su cabeza. Comenzó a agitar sus brazos y vio como Draken iba a la cocina por agua mientras Emma le daba pequeños golpecitos en la espalda.

—¡Mikey! ¡Mikey! —ante la dramatización de su hermano Emma empezó a entrar en pánico.

—Toma, no te mueras —Draken le pasó el agua.

—¿Qué te sucede Mikey? —le reclama Emma— No sueles ahogarte con la comida.

Manjiro calmó su respiración, llevó nuevamente el vaso de agua a su boca cuando volvió a escuchar esa voz en su cabeza.

"Le dije a ese idiota que me trajera una toalla sanitaria y me trajo la toalla de Takeomi. Es que voy a-...:

Era gracioso escucharla molesta. Mikey no pudo evitar escupir el agua para reírse, sin embargo una empapada Emma no le miraba nada gracioso.

Luego de huir por su vida y encerrarse en el baño, Mikey se lavó la boca para quitarse los restos de Dorayaki y decidió molestar a su adorable alma gemela.

"Oye, sabes que te escucho ¿no? ¿Ya te limpiaste con la toalla?"

"No me jodas en este momento. Deja de leer mis pensamientos."

"Si pudiera, jamás lo haría."

Y era verdad. Eso de que los pensamientos de tu alma gemela llegaran a escucharse en tu consciencia de manera tan random era divertido, pero innecesario. Manjiro no le importaba si ella había terminado de hacer la tarea después de dos horas batallando contra un polinomio o si estaba intentando encontrar una excusa para decirle a su hermano mayor o si le había bajado la menstruación.

A Mikey aquello no le interesaba.

"Entonces sólo cállate. Déjame descongelar el bistec en paz."

La risa de Mikey se escuchó en todo el baño. La chica podía llegar a ser tan graciosa que peligrosamente alimentaba su curiosidad por conocerla.

.

.

.

Se sentó en una de las bancas cuando terminó de entrenar, su botella de agua rápidamente comenzó a vaciarse en su boca.

Un día más en el gimnasio de Wakasa, Senju mantenía su rutina de ejercicio impresionando a todos con su fuerza. Pero si podía ser honesta su parte favorita era cuando llegaba la hora de descansar.

—Hiciste un buen trabajo —le felicitó su entrenador.

—¡Gracias Waka! —Senju sonrió, demostrar su fuerza siempre era un placer, aunque a veces sentía que no debía mostrarla toda.

—¿Estás lista? —su hermano mayor llegó con una sonrisa.

—No vamos a ver a la reina Isabel, solo iremos por tu motocicleta.

Esta vez | Mikey & SenjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora