Al fin era lunes, estaba muy nerviosa y no sabía que ponerme, eche abajo el escaparate, estaba como loca. Hasta que por fin decido que era lo que me iba a poner, una falda y una blusa de color marrón y de zapatos unas plataformas. Fui al espejo para maquillarme y el peinado que me hice fue una cebolla, estaba tan apurada que fue lo primero que se me ocurrió. Salí del cuarto para desayunar ya quedaba poco tiempo para que Abel llegara. No había llegado al último bocado cuando siento el celular sonar, era él.
—Madre, me voy, —dije mientras tomaba mi bolso.
—Pero niña, termina de desayunar, —gritó mi madre mientras cerraba la puerta.
Cuando lo vi parado en la entrada del edificio sonriéndome, mi corazón se aceleró hasta que parecía que iba a explotar. Mientras lo saludaba, miré hacia arriba y vi a mi madre parada en el Balcón despidiéndose de mí. En ese momento mi rostro estaba sonrojado, nunca pensé que después de Rafa, mi madre me vería con otro hombre, pero, así era el destino.
Miré al mí alrededor pero no veía su auto y me sorprendió muchísimo. No lo habrá recogido y tuvo que irse en taxi para su casa. Cuando él se da cuenta que estoy mirando de un lado para otro, me toma de la mano y enfoco mi mirada hacia la de él.
—Sí, lo dejé en el aparcamiento de la Universidad, —dijo como si supiera lo que estaba buscando.
—Qué pena me da contigo, tuviste que irte ese día en taxi, —digo toda avergonzada.
—No te preocupes, yo no vivo muy lejos de aquí. —responde tal vez para que me tranquilizara. —Qué es mejor para ti tomar un taxi o un bus. —pregunta sin apartar los ojos de mí.
—Normalmente tomo un bus, sin embargo, puedo hacer un esfuerzo y tomar un taxi. —respondo con voz temblorosa
—Entonces tomaremos el bus, —dice, no puedo protestar porque toma mi mano, y ahí está otra vez ese corrientazo. Caminamos en silencio hacia la parada del bus.
Me sentía apenada con él, por mi culpa tuvo que tomar un taxi para ir a su casa el otro día y ahora tomaría el bus para irnos juntos al trabajo. No estuvimos parado ni 5 minutos, cuando llega nuestro autobús. Normalmente el viene vacío, sin embargo, hoy precisamente hoy tenía que venir repleto. Trato de caminar hacia la puerta de salida, ya que la distancia entre la Universidad y mi casa no era mucha. Él se coloca detrás de mí, y cada vez que el chofer hacía un frenazo brusco él se pegaba más a mí, podía sentir toda su fragancia. Una fragancia, la cual me provocaba que mis hormonas se revolvieran.
Cuando llega nuestra parada, él trata de caminar para poder ponerse delante de mí, así ayudarme a bajar, sin embargo, el chofer hace un giro que provoca que él que está detrás de mí me empuja y caiga encima de Abel. Nuestros labios estaban a centímetros uno del otro, se podía sentir nuestra respiración acelerada, sin embargo, no pasó nada.
Cuando nos bajamos del bus y entramos a la Universidad, fuimos directamente a la cafetería y nos sentamos en el mismo lugar de siempre, y esta vez solo ordenamos café, después nos dirigimos a nuestro puesto de trabajo.
Al llegar a mi oficina por suerte no había llegado ninguno de mis compañeros, solo estaba Isabel, le doy mis saludos desde lejos y continué hacia mi escritorio. Dos minutos después hacen entrada Ana y Antonio, aunque disimulaban muy bien su relación, yo sabía que ellos estaban junto, lo supe hace dos semanas, cuando los vi besándose en el patio de atrás de la Universidad. Allí casi nadie iba por lo solitario que era, por eso lo tomé como mi refugio. Cuando me sentía triste o quería estar sola iba allí y me sentaba a desahogar mis penas. Ellos me saludaron y yo le reiteré el mismo. Por suerte no se acordaba que había salido el viernes con Abel, y me sentía tranquila porque daba un poco de vergüenza hablar de mi intimidad. Sin embargo, no duró mucho porque en eso hizo entrada la entusiasta de María, y como la conozco bien se dirige hacia mi pone sus codos encima de la mesa esperando que le diga algo, pero no doy mi brazo a torcer.
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Dividida en Dos
RomanceLa vida de María Eduarda era perfecta hasta que ocurrió un incidente, el cual provocó la muerte de su esposo Rafael. Dos años después, aparece en su vida Abel, un profesor de Antropología, que, por cuestión del destino, que hará que recuerdos del pa...