Colocó el corchete en la boca de la botella, se aseguró de que estuviera completamente cerrada la botella de vidrio que portaba en sus manos y finalmente, la lanzó al mar. Sonrió al ver como se iba flotando detrás de las demás botellas anteriormente lanzadas por ella.
"Una carga menos" Pensó mientras sonreía.
Tomó un pequeño trozo de papel y un lápiz, pensó un poco lo siguiente que escribiría, sonrió una vez más al encontrarlo.
<<Enamorarme>> Escribió con una perfecta letra manuscrita.
Depositó el papel en el interior de una nueva botella y la cerró, nuevamente la lanzó al mar.
La botella número veinte, la carga sin cumplir número veinte, un deseo menos del que aquella chica se deshacía.
Se dio por vencida hace cinco días, cuando los doctores la miraron con unos ojos tristes y negando con la cabeza, le dijeron la peor noticia en su corta vida.
- ¿Cuánto me queda?.- Preguntó aún con esperanzas.
- Aproximadamente, cinco días... Lo siento Karlotta .- Contesto él encargado de su caso, cáncer .
Las lágrimas salieron de sus ojos sin previo aviso, no podía creer que no pueda cumplir ninguna de sus sueños - Ahora cargas - Desde aquel día lloraba por las noches hasta quedarse dormida y cada día que despertaba, lloraba.
Lloraba por tener un día más de vida, lloraba por que quería parar el sufrimiento que es saber que un día de pronto ya no despertarás en el mundo al que tanto amas, dolía saber que en algún día no muy lejano, despertaría en otro mundo, un mundo al que ella le temía.
Ella jamás se había sentido como en estos momentos, perdida.
Ella jamás pensó que así terminaría.
Sabía que hoy era el día, hoy era ese día en el que ella abandonaría este cruel mundo, lo sentía. Desde el momento en el que despertó, despertó feliz esta vez, feliz de saber que el sufrimiento pararía de una vez, aunque aún tenía miedo.
Tenía miedo de dejar su vida, a sus padres, sus amigos, todo.
Tenía miedo de sufrir aún más cuando ella muera.
Es por eso que se ha deshecho de sus sueños y anhelos, para no sufrir al momento de morir.
Se recostó en la húmeda arena, dónde las olas suelen parar, justo en dónde ella había soñado días antes su muerte, cerró sus ojos y se dejó llevar...
Se dejó llevar por el viento, por el sonido de las olas llegar e irse, el ruido de las hojas de las palmeras moverse, se dejó llevar por el tiempo, sus sentimientos y finalmente, se dejo llevar por la muerte.
Murió de la manera que ella lo había deseado, no murió en hospital, ni en su casa, no murió ante los ojos de sus padres, ni tampoco conectada a miles de cables, murió sola, tal cómo estaba en esta vida, completamente sola.
- Salir del país.
- Volar.
- Aprender a manejar.
- Estudiar para ser doctora.
- Tener dos hijos.
- Vivir en España.
- Viajar por todo el mundo.
- Casarme.
- Trabajar.
- Tener mi propia casa.
- Ser independiente.
- Escribir un libro.
- Aprender a tocar el violín.
- Entrar a una banda.
- Dar un concierto en ella.
- Hacer ejercicio.
- Aprender a patinar.
- Poder expresarme a mi manera.
- Perder mis miedos.
- Aceptarme por quien soy.
- Enamorarme.
Esos eran sus únicos deseos.