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-¡Estoy agotado! -lloriqueaba Eijirô.

-Solo llevamos una hora pelos de mierda, ¿No decías que tu nota depende de esto?

-Y de los exámenes finales, pero estoy seguro de que los suspendo.

-Es fácil, idiota.

-¡Tú eres inteligente! Yo no...

-Podría ayudarte -Bakugô murmuró de manera que el pelirrojo ni lo escuchó.

-¿Qué dices?

-¡QUE TAL VEZ TE AYUDE! solo si prometes no ser muy imbécil...

-¡Gracias, bro! -Kirishima se tiró encima del rubio para abrazarle, el cual se quedó en shock

Esa era probablemente la tercera vez que alguien le daba un abrazo en su vida, y una de las anteriores fue All Might. No supo qué hacer.

-¡Oh! lo siento si te he incomodado.

-No.

-¿Qué? 

-Puedes hacerlo otra vez -era la primera vez que alguien le abrazaba con cariño.

El pelirrojo sonrió tiernamente y volvió a estrecharlo entre sus brazos, esta vez siendo correspondido por SU Bakugô.

El pelirrojo sonrió tiernamente y volvió a estrecharlo entre sus brazos, esta vez siendo correspondido por SU Bakugô

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-¡Ya estoy en casa! -gritó el joven Bakugô mientras entraba a su hogar. Había pasado casi toda la tarde con Kirishima, se lo había pasado genial y sus madres le dieron más cariño en un día que las suya en dieciséis años.

-Ven Katsuki, estoy en la cocina -esa era la voz de la bruja.

Bakugô entró sin mucha confianza a la cocina, por si acaso solo se quedaría en la puerta, aunque no recordaba haber hecho nada como para que le peguen o le griten...

¿Entonces por qué su madre tenía ese tono de voz?

Se le heló la sangre cuando al entrar a la cocina su madre estaba sentada con todas las cartas de su "admirador secreto" esparcidas por la mesa. Parecía que las había leído absolutamente todas, mierda.

-¿Qué mierdas es esto? -preguntó con su arisco tono de siempre.

-...

-Las encontré debajo de tu cama mientras limpiaba ¿hasta para esconder cosas eres malo?¿qué es esto?

-Cartas -murmuró el menor con la vista clavada en el suelo. No se sentía con el valor de mirar a su madre a la cara.

-De un tal admirador.

-Sí.

Una risa amarga hizo eco en la estancia. El rubio levantó la mirada para encontrarse con su madre riendo.

-¿Y te has creído esta mierda? -su madre se tapaba la boca con la mano para ahogar la risa.

Katsuki no respondió.

-Joder, esto es de muy mal gusto, ¿tú? ¿un admirador? Me cuesta creer eso cuando ni amigos tienes. Deja estas tonterías y esfuérzate por subir más esas notas.

Bakugô notó sus ojos cristalizarse. Mierda, no, no puede llorar, no ahora, él es fuerte mierda ¡No va a llorar por unas palabras! y menos si son de la vieja bruja.

-Siento informarte de que si te has ilusionado por un momento lo dejes, porque esto es demasiado obvio. Se están riendo de ti, no hay nadie en este mundo al que le puedas parecer agradable para tener una amistad -Mitsuki siguió riéndose.

-...

Mitsuki se levantó de la silla y salió pasando al lado de su hijo, chocándole el hombro a propósito.

-¡Esto es tan jodidamente ridículo! ¡Creía que eras más listo! -iba diciendo mientras desaparecía por el pasillo.

Bakugô recogió las cartas con mucho cuidado de que ninguna lágrima las estropeara, pues eran la única cosa que tenía para no estar solo (a parte de Kirishima) y subió a su habitación sin hacer ruido.

Guardó las cartas entre sus cuadernos de la UA, donde su madre no los iba a encontrar y se tiró libremente en su cama, dejando las lágrimas fluir libremente. Se sentía muy miserable cada vez que lloraba, pero llevaba un tiempo sintiéndose mejor consigo mismo, con la idea de que le caía bien a alguien y ahora las inseguridades le golpeaban más fuerte que nunca.

¿De verdad se estaban riendo de él? tal vez era una broma colectiva de la clase solo para él...le había costado mucho confiar en el chico de las cartas, ¿y ahora?

Logró quedarse dormido mientras ahogaba el llanto en su almohada. Si le escuchaban, la vieja bruja se reiría de él, como hacía desde pequeño. Y su padre no estaba en casa para consolarle como hacía a veces.

Hey! /kiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora