VIII

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— Nhg... Yuuji...

Un suspiro caliente salió de su boca, perdiéndose entre la temperatura cálida de su cuerpo y de las manos que le tocaban. Tembló, perdido entre las sensaciones, de la respiración pesada sobre su oído, de sus jadeos y ligeros gemidos queditos, de la mano derecha bombear tan maravillosamente su miembro en un vaivén lento por minutos antes de regresar a un movimiento rápido y sin ritmo. Recargo su frente sudorosa sobre el hombro ajeno, restregándose leve contra las ropas contrarias, exigiendo una caricia más sucia y errática. Necesitaba tanto de otro tipo de tacto contra su persona, no lo soportaba.

— Yuuji... Tócame... Tócame más...

Exigió, dejando que sus dos manos se aferren a las ropas de la espalda contraria, jalándola entre sus dedos y arrugando los pliegues que anteriormente fueron planchados por alguna mucama.

— No, Satoru. Sabes que no podemos.

— Yuuji...

Lloriqueo. Los dedos de sus pies se crisparon y sintió el característico cosquilleo en su vientre bajo. El mayor, a sabiendas del orgasmo próximo del otro, aumento la cadencia de su mano por como el pene del menor empezó a punzar sobre su palma, pidiendo en un grito silencioso liberar su esencia.

— Yuuji... Yuuji, Yuuji, Yuuji...

Itadori apretó ligeramente su quijada, siendo su turno de pegar el cuerpo del otro al suyo, sintiendo la piel desnuda demasiado caliente, contraria a la suya que se mantenía en ambiente. Gojo gemía y jadeaba bajo contra su oído, poniendo nuevamente a prueba su autocontrol; era demasiado difícil hacer esto sin tener que llevarlo al final, el como el adolescente le exigía que lo poseyera y lo empotrara contra el futón de una forma tanto amorosa como animal. Y... joder, claro que quería, lo deseaba tanto como Satoru, pero la voz de la razón muerta en alguna parte de su subconsciencia le recordaba que el chico debajo suyo apenas tenía los diecisiete cumplidos; eso le calaba como el tipo de adulto que era y se convirtió.

— ¡Mierda! ¡Yuuji!

Gojo gimió, alargando demasiado la última letra de su nombre, antes de liberar su semilla contra la palma de su mayor que seguía en un movimiento que bajaba gradualmente de intensidad conforme sentía los delgados hilos blancos expulsar de la punta. La cadera para abajo de Satoru era un manojo de nervios y espasmos orgásmicos, aferrándose fuertemente con los pies a las sabanas, buscando equilibrio en los hombros de su esposo luego de tan magnifico paraíso en el cual había arribado. Suspiro satisfecho cuando la sensación cosquilluda de su cuerpo fue lentamente bajando, dejando de rasgar las sabanas y la ropa desaliñada del hombre frente suyo.

Itadori no tardo nada en buscar unas servilletas que anteriormente, antes de comenzar, había dejado por un lado, tomando de una para poder limpiar el semen de su palma que escurría contra las pobres cobijas blancas; le causaba algo de pena eso, es por ello que él se encargaba de lavar todo lo relacionado con sus camas. Gojo no tenía pena en pedirle que lo masturbara para liberar estrés y sentirse un poco cerca de él de manera carnal. Al principio fue difícil, Gojo comenzó con esta sesión cuando cumplió los 15, a partir de ahí tuvo que establecer normas ante las hormonas alocadas que empezaban a surgir del niño, preguntándose en ese entonces si su menor había investigado lo que era el sexo, en términos de teoría, porque de practica no lo haría hasta que Gojo cumpliera sus 20 años.

Era algo complicado, siendo que él también tenía necesidades, y ocultar su erección creciente era un martirio ante la actitud libertina de Satoru.

— Mh...

Con calma el adolescente se fue separando del cuerpo ajeno, soltando los últimos suspiros calientes que se perdían en la temperatura del cuarto. Sus ojos volvieron a enfocar a la realidad a la que siempre se enfrentaba, y lo primero que noto fue un bulto siendo cruelmente apresado en el pantalón ajeno. Aun con el trance orgásmico, y la ligera frustración que sentía, fue que llevo una de sus manos a aquella protuberancia que quería ser liberada y crecer aún más contra su cuerpo. Lo tomo con suavidad entre una mano, sintiendo pronto el chillido espantando de su mayor, junto a sus manos alejarlo de su cuerpo; no iba a agregar el hecho de que sintió una suave pulsación sobre aquel bulto, aclamando silenciosamente salir y saciar lo que era una necesidad básica humana.

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⏰ Last updated: Nov 27, 2021 ⏰

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Vive (ItaGo)Where stories live. Discover now