Prólogo

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Hanagaki Imaki había pasado 10 años cuidando de su nieto, una década viviendo con su adorado retoño desde que su madre decidió marcharse para siempre y su padre perdió la lucha ante la depresión.

Takemichi siempre fue un niño que la enorgullecía enormemente. Mantenía una sonrisa radiante en cualquier ocasión, tenía un fuerte sentido de la justicia, una necesidad de ayudar a todos y defender a los más débiles aunque el mismo no poseyera una gran fuerza. Había perdido la cuenta de cuántas horas paso vendando y curando sus heridas de sus "hazañas heroicas" Aún así nunca quiso desistir de recorrer las calles con su capa roja como un vigilante.

Claro, ahora había entrado en una fase de delincuente, tiñiendose del peor rubio que encontró en el mercado de convivencia y experimentando con peinados raros, pero aún mantenía su corazón firme y su sonrisa de dientes completos.

Por eso Imaki duerme tranquila, aunque su salud empeore día tras día no teme de irse de este mundo, porque sabe que ha dejado un buen chico atrás, alguien que a pesar de todo puede encontrar una forma de ser feliz.

Hasta una noche de verano del 2004.

Lo primero que la desperto fue el sonido de la loza rompiéndose, el metal chocando contra otra superficie y cosas cayendo desde altura. Su corazón casi se detiene al pensar que hay un ladron en su casa, agudizó el oído cuando escucho el agua correr, el agua de la ducha. Soltó un suspiro de alivio, debía ser Takemichi en el baño.

El agua siguió sonando por unos minutos manteniendo a Imaki en alerta, decidió prender su lámpara de noche y fijarse en la hora. La última vez que reviso eran las diez de la noche y Takemichi le había prometido que no se quedaría más de una hora despierto

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Imaki se puso de pie con dificultad, temiendo que algo le haya pasado a su nieto. En cuanto más se acerca al baño más claro puede escuchar lo que sucede adentro, los gruñidos, los murmullos y los sollozos ahogados se distinguen del agua corriendo y eso solo sirve para que se altere aún más.

—Takemichi.— Golpeó la puerta preocupada.—Takemichi ¿está bien?—No hubo respuesta, pero los sonidos ahogados se callaron de repente.—Takemichi, dios mío, abre la puerta o entraré.

Imaki pegó la oreja a la puerta esuchando más cosas callendo al suelo, un golpe contra el agua. Asustada abrió la puerta para encontrarse con una imagen que le causó terror y la persiguió varios años.

Su querido nieto estaba con su cabeza metida bajo la ducha, su pijama aún puesto y casi totalmente empapado, en sus manos una toalla que furiosamente revolvia en su cabeza bajo el agua. En el suelo había una botella de blanqueador volcada y medio vacía.

Imaki se quedó mirando con incredulidad, sin tener idea de lo que estaba pasando.—Dios mío Takemichi...— Murmuró anonadada.—Takemichi ¿que diablos haces?— Lo llamo pero él solo movió su toalla más fuerte, como si intentará tapar su voz.—Takemichi mírame ¡sal de la ducha ahora!— Ante su grito dejo de mover la toalla pero no la quito de su cabeza o salió del agua, solo se mantuvo quieto cubriendo su rostro, ahí pudo notar que estaba temblando, no un temblor de frío leve, era temblor violento como un animal aterrado.

Intento acercarce extendiendo su mano, ahora con miedo de causar una reacción extrema.—Takemichi... Takemichi mírame por favor.— Imaki pudo escuchar los sollozos comenzando, tristes, desgarradores y desesperados, nada como el habitual llanto de su amado nieto, esto no estaba bien. —Por favor...

—¡Odio este maldito color de pelo!— El grito causó que Imaki casi cayera hacia atrás del susto, Takemichi finalmente libero su rostro de la toalla y la miro. Era incluso peor de lo que imaginaba.

Sus ojos estaban rojos e hinchados, las lágrimas corrian con fuerza a pesar de su expresión vacía y sus ojos abiertos en extremo, su cabello estaba dividido entre  partes rubias claras y otras de su chillón normal. Partes de su cabeza y cuello estaban rojas e irritadas, alrededor de sus orejas había heridas de arañazos abiertas, la sangre saliendo y mezclándose con el agua.

Imaki se llevó las manos a la boca con incredulidad.—Oh... ¿Takemichi que hiciste?

Takemichi solo frunció el ceño y cerro los ojos como si su abuela le hubiera dado un golpe, se llevó la manos al pelo y comenzó a tirarlo con fuerza.—¡No quiero ser rubio nunca más! ¡Lo odio!¡Odio este color, los odio, lo odio, odio estar aquí, lo odio!—Comenzó a gritar de forma repetida, se turnaba entre tirar mechones de su cabello salvajemente y apretar su cabeza entre sus palmas.

—Takemichi...—Intento acercarse a él con su voz temblando de miedo —Detente Takemichi, detente por favor!— Le suplico gritando. Ahora ella también estaba llorando desconsolada.

—¡No! ¡No lo entiendes! Este estúpido color no es mío, ya nunca lo sera...— Murmuró alejándose de ella y pegándose al espejo del baño mientras continuaba dañandose su cabeza.

En un intento desesperado, Imaki se lanzó hacía Takemichi agarrando sus manos y forcejeando para que soltará su pelo. Sin embargo en el momento que hizo contacto con él, se tenso de forma brusca, casi pudo sentir sus músculos estirarse bajo ella. Sus ojos se abrieron y la miraron con un miedo que la hizo soltarlo de inmediato, parecía que enfrentaba a la muerte misma.

—¡No me toques!— La empujó hacia la pared, de no ser por esta, seguramente Imaki hubiera caído.—¡No volveré! ¡No!— Sus pies se movieron con torpeza intentando escapar, pero debido al agua en los azulejos cayó bruscamente al suelo, retorciéndose como un pez para volver a pararse mientras seguía gritando que no lo tocara y salía trastabillando del baño.

—¡Takemichi vuelve!— Imaki tardo un momento en estabilizarse y cuando salió del baño solo pudo escuchar el cuerpo chocando contra las escaleras repetidas veces. Para cuándo llegó a la barandilla casi se desmaya al ver a su nieto en el suelo sangrando y tan quieto como un cadáver.—¡TAKEMICHI!

Hanagaki Takemichi fue internado en el Hospital del Sur Tokio a las 3:02 del 20 de junio del 2004. Es diagnosticado con una conmoción cerebral leve, un tobillo torcido y dos costillas magulladas, además de autolesiones en el cuello y quemaduras de primer grado por exposición química en el cráneo.

Hanagaki Takemichi es internado en la Clínica de salud mental Hoshi de Tokio el 27 de junio del 2004, diagnosticado con transtorno ansioso-depresivo, posible trastorno disociativo, dismorfia corporal leve, autolesiones y posibles terrores nocturnos.

Hanagaki Takemichi comenzó a perder el control de su vida a los 14 años en el metro de Tokio .Perdió su mente, su cuerpo y sus relaciones ante su propio yo, después de hacer y rehacer su vida más veces de las que puede soportar, regresa a su yo de 13 años con temor a volver a desaparecer.

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