CAPÍTULO 3

65 8 19
                                    

—¿Te apetece si hoy preparo algo de sopa miso?

Aquel era su sexto día conviviendo juntos.

Casi una semana entera merodeando por la misma casa, entre risas y resoplidos burlones, durmiendo bajo el mismo techo y trabajando en el mismo local.

No era demasiado tiempo, de hecho apenas y llegaban a las ciento cincuenta horas de "amistad" (sí, entre comillas, porque Chifuyu aún no tenía claro que fuesen amigos. Tal vez compañeros de piso con buena convivencia fuese el término más adecuado), pero esos días habían sido suficientes para que ese rígido ambiente que a veces flotaba entre ellos se fuese disolviendo poco a poco, hasta incluso volverse ciertamente agradable.

Baji resultó ser un tipo entretenido, si bien a veces podía llegar a ser algo idiota y otras muchas comenzaba a comportarse de manera extraña de nuevo, con ese aire enigmático del que Chifuyu estaba por acabar declarando indescifrable. Pero había ciertos momentos... cuando su mirada tan oscura como el café brillaba aniñada al cenar yakisoba, aún maldiciendo y luchando contra los palillos; cuando sonreía amplio a costa de Chifuyu tras haber tratado de tomarle el pelo con alguna ridiculez, dejando asomar sus colmillos a través de aquel gesto burlón; o cuando se esmeraba en llevarse bien con Peke J, aunque el gato se mostrase siempre reacio a cualquier muestra de cariño suya y, al final, Baji acabase con un arañazo en la mano por haber hecho ademán de acariciarlo.

Momentos donde resultaba acogedor eso de vivir en compañía de alguien más, aunque fuese de forma temporal.

La mayor parte del tiempo se la pasaban ocupándose de la tienda. Aprovechaban los momentos donde ningún cliente llegaba para charlar, mientras colocaban productos en los estantes o alimentaban a los animales, que al igual que Peke J, se alejaban en cuanto Baji intentaba propiciarles alguna caricia; tanto perros como gatos, provocando que el pelinegro frunciese sus labios en un puchero ante el odio injustificado que todos parecían tenerle, y que Chifuyu riese con ganas («Será que tu cara les asusta» «Cállate, Chifuyu»).

Cuando llegaban a casa, ya por la noche, cenaban juntos.

—¿Es que nos hemos quedado sin yakisoba?

Nos hemos, no "te has", en segunda persona. Baji hablaba siempre en plural. Se englobaba a sí mismo en la frase, aun cuando estaban viviendo en el apartamento de Chifuyu y, como es de lógica, el yakisoba también lo pagaba él.

Como si fuera suyo, de ambos.

—A ver, aún quedan algunos paquetes, pero llevamos cinco días comiendo yakisoba —. Literalmente, pensó Chifuyu.

—Si te soy sincero, creo que podría pasar el resto de mis días comiendo yakisoba y jamás me aburriría.

—Venga ya, pero si hasta hace unos días ni sabías lo que era —rebatió Chifuyu. Ambos se encontraban mirando una película de mala calidad a la que ninguno de los dos estaba prestando especial atención, Baji sentado en el extremo izquierdo del sofá y Chifuyu en el derecho, dejando un hueco entre ellos—. Pero está bien, si quieres puedo hacer yakisoba de nuevo, a mí también me da igual repetir. Había propuesto lo de la sopa por si a ti te apetecía cambiar un poco.

Y aquello era cierto. Normalmente Chifuyu se alimentaba a base de comidas prefabricadas, alternando entre una simple variedad de menú que consistía en paquetes de yakisoba, ramen u otros fideos instantáneos que vendían en el supermercado de al lado. Todo fuese por ahorrarse cocinar y así tener más tiempo para solucionar los asuntos del trabajo.

Takemichi solía regañarlo por aquello, asegurando que aquel estilo de vida no era para nada sano, pero él tampoco era precisamente el más indicado para hablar. Antes de mudarse con Hina, su dieta era tan poco equilibrada como la de Chifuyu.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 21 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Forbidden┊BajiFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora