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-¡¿Que hiciste qué?!
Jungwon tuvo que separar el celular de su oreja.
-No lo repetiré, ya es lo suficientemente vergonzoso.
-No puedo creer que lo hayas besado.
-Soy un idiota, huí justo después de hacerlo.
Sunghoon rió un poco del otro lado de la línea.
-Bueno pero, ¿es un buen besador?
-¡Sunghoon!
-¿Qué? Es mi deber como tu mejor amigo saberlo todo para poder juzgarlo después.
Las mejillas de Jungwon se tiñeron de rosado.
-Sí, lo es.
Murmuró, desviando la mirada, como si su amigo lo estuviese viendo.
-Parece que no hay mucho que vaya a poder juzgar, entonces.
Volvió a reír.
-¿Y pudiste preguntarle? ¿Es un celare?
Jungwon se quedó callado por un momento. ¿Debería decirle?
-No lo sé, no le pregunté.
Sunghoon resopló.
-Igual sigo creyendo que lo es, de otra manera, no me explico cómo es que puedes ver colores en sus ojos.
Un par de golpes sonaron en su puerta, seguidos de la voz de su hermano.
-Jungwon, ¿puedo pasar?
-Hoon, debo irme, Heeseung está aquí.
-Está bien, pero aún me debes los detalles.
Jungwon rodó los ojos y cortó la llamada.
-Pasa.
Heeseung entró, cerrando la puerta suavemente tras él, y caminó con parsimonia hasta terminar sentado junto a su hermano, en la orilla de la cama.
El ambiente se volvía tenso con cada segundo que pasaba, y los nervios de Jungwon crecían, provocando pequeños temblores en sus manos. Varios minutos pasaron, antes de que alguno de los dos se atreviera a romper el silencio.
-¿Pasa algo?
Preguntó Jungwon, con voz suave.
-Jungwon, ¿confías en mí?
Esa pregunta lo tomó completamente desprevenido. Heeseung parecía inquieto y estaba extrañamente serio.
-Eres mi hermano mayor, por supuesto que confío en ti. ¿Por qué me lo preguntas?
-Porque siento que me estoy perdiendo de algo.
Y fue la casi imperceptible nota de decepción en su voz, lo que más alertó a Jungwon.