Capítulo I.

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Capítulo I.

Distrito Federal, Ciudad de México, México. 2000

Una pequeña niña la cual tenía apenas unos minutos de haber nacido, estaba siendo atendida por las enfermeras, mientras una de las enfermeras bañaba a la tierna y hermosa criatura que acababa de nacer, notó algo extraño en su hombro derecho.

  —¡Esta niña, tiene una Clave de Sol en el hombro derecho! —gritó.

  —¿Cómo es eso? —preguntó otra enfermera—. Déjame ver, quizás empezaste a imaginar cosas, Caterina.

Cuando la otra enfermera checó a la niña, en efectivo, vio la marca de la Clave de Sol en color negro, eso sólo significaba una cosa, ella había sido la elegida para ese año, y nuevo siglo.

  —¿Ahora me crees, Valentina? —preguntó Caterina—. Esto no puede ser, es sólo una hermosa criatura, si sus padres se enteran, la abandonarán.

  —No creo que hagan tal crueldad —dijo Valentina—. Dales tiempo, más te vale no meterte más en el asunto.

Caterina asintió, decidió hacerle caso a su compañera, total no podía sucederle nada malo a la pequeña, ¿verdad? Le llevó la niña a sus padres y aparentó marcharse de ahí, pero en realidad se quedó a escuchar, lo que escuchó le rompió completamente el alma y el corazón.

  —¿Mi hija, la elegida para ser esposa de un loco? De por sí me obligaste a venir aquí contigo, ahora que sé esto, no quiero tener a la niña.

  —Por favor Ignacio, ella es nuestra hija, es única, es la elegida para traer un legado.

  —Un legado que tiene que ver con el Diablo, abre los ojos Alejandra, esto no es una historia como las que lees.

  —Bien, digas lo que digas, es tu hija, tenga o no tenga esta marca, debes darle tu apoyo.

  —Ahí te ves, no quiero saber de esa niña —dijo Ignacio para dirigirse a la salida.

La enfermera se hizo unos pasos atrás, y fingió que iba a tocar la puerta cuando el padre la abrió, el padre de la niña se le quedó viendo de mala manera y se marchó. Cuando Caterina entró, su corazón y su alma se rompieron más al ver a la madre de la niña llorar con su amada hija en brazos, se acercó levemente y tocó su hombro en señal de apoyo.

  —Señora, ¿se encuentra bien? —preguntó.

  —No, no me encuentro bien, mi esposo ha rechazado a mi hija, dime, ¿qué haré ahora?

  —No debe darse por vencida señora, se ve que usted es una persona muy fuerte, estoy segura de que usted y su hija estarán bien.

  —No sé cómo agradecerte la intención, Caterina.

  —Aún no me agradezca, todavía tengo planes para usted y su hija, dígame señora Alejandra, ¿ha pensado en ir a Italia?

  —No, la verdad es que no —dijo la mencionada—. Pero no niego que me encantaría.

  —Podríamos irnos a Italia señora, darle a su hija la vida que merece, en Italia, ¿qué opina?

  —De acuerdo Caterina, me iré contigo, sólo si puedo llevar a mi padre conmigo.

  —Por supuesto que puede hacerlo señora Alejandra, tendré los tres boletos listos lo antes posible —comentó la enfermera.

En cuanto Alejandra salió del hospital, se fue junto a su padre, Caterina y su preciosa hija a Italia, a empezar una nueva vida, y un nuevo todo. La familia de Caterina accedió gustosa a darles un lugar en dónde quedarse, y no sólo sucedió eso, sino que también Alejandra encontró el amor verdadero, el hermano de Caterina, Raffaello Di Siero, se había enamorado de la joven madre, le ofreció casarse con ella, y darle su apellido a su hija.

  —Alejandra, prometo amarte a ti y a tu adorada hija, para toda la vida.

  —Raffaello, eso es tan noble de tu parte, yo acepto —sonrió.

La boda de Raffaello y Alejandra fue lo más discreta posible, luego de haberse casado, fueron a registrar a la niña como italiana, y con el apellido de su padrastro. Una vez que Charlotte Di Siero Ramírez fue registrada, sólo le tocaba vivir su vida normalmente, claro, antes de que viniera a buscarla su futuro esposo.

Lima, República de Perú, Perú. 2000

Unos meses antes de que Charlotte naciera, nació el que estaba destinado a volverla suya y solamente suya, así es, nació el heredero de Paganini en Lima, la República de Perú, hijo de un ambicioso abogado que era violinista a su vez, y una enfermera, ambos llamaron a su hijo Giovanni Paganini Medina, a decir verdad, la madre del futuro violinista no estaba de acuerdo en que el niño fuera violinista.

  —¿Por qué debe seguir mi hijo una tradición así? —le preguntó un día a su esposo—. ¿Acaso Giovanni no tiene derecho a decidir?

  —Puede tener dos carreras como yo mujer, mira a tu esposo, violinista y abogado.

  —Pero no quiero nada así para Giovanni, ¿y si él no quiere ser violinista?

  —Tonterías, los Paganini estamos destinados a ser violinistas, es una tradición.

  —Podrá ser tradición, pero no significa que todos deban seguirla, en algún momento debe terminar.

  —No puede terminar, es por ley que los Paganini son violinistas.

  —Bien, como digas, me cansé de lidiar —finalizó ella.

La madre del pequeño se dio la vuelta y se dedicó a atender a su pequeño hijo, era un niño tan hermoso, seguramente se volvería guapo, luego recordó como su hijo había llegado hasta ahí, suspiró pesadamente, tan sólo esperaba que su hijo fuera bueno con la esposa que el Diablo le había marcado, porque a ella le quedaba claro de que eso era verdad, pues estaba marcada con la Clave de Sol desde su nacimiento, tan sólo deseaba que su pequeño hijo Giovanni fuera noble con la que se volvería su esposa, y la madre del siguiente Paganini.

  —Por favor Giovanni, sé un caballero con ella —rogaba.

  —Vamos, no exageres, Giovanni será un buen esposo, y no dudo que ella también, después de todo, el sirviente fiel de los Paganini la escogerá exclusivamente para él.

  —Me da un poco de miedo que sea salvaje y poco caballeroso como ella, los Paganini son así.

  —No negaré que es verdad, los Paganini somos así cuando se trata de llevar las cosas a la habitación, pero no significa que seamos malos, tocamos piezas hermosas en el violín.

  —En eso tienes razón Pedro, debo admitir que tocas excelente.

  —Te lo dije Ángela, nuestro pequeño heredero tiene todas las de ganar el corazón de la elegida para ser su esposa.

Así fue que Ángela sonrió levemente, a pesar de lo que su esposo había dicho, no estaba convencida al cien por ciento, aún conservaba el temor de que su hijo fuera tan salvaje en la intimidad como su padre, tenía tanto temor de que la castidad de la elegida fuera tomada de forma tan cruel y tosca, pues después de todo, ella como elegida pasó muchas cosas crueles, entre ellas, el rechazo de muchos chicos, pues las elegidas no podían tener ninguna pareja. 

Il Diavolo Fiddler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora