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Pedri

Don’t you want the truth?
Ignore reality. ʼʼ

Ocultarles mi orientación sexual a mis padres y a mi hermano era más complicado de lo que pensaba. Tenía miedo de, sin querer, soltar alguna indirecta que les hiciera saber que me gustaban los hombres, temía que alguna noche me pillaran llorando por un chico que en esas dos semanas lo único que había hecho era ignorar mis llamadas y mensajes sin saber por qué, y es que dormirme mientras intentaba dejar de llorar ya se había convertido en mi rutina. El hecho de no poder mostrar mis sentimientos enfrente de mi familia solo hacía más difíciles las cosas, había veces en las que solamente necesitaba un abrazo y a alguien que me dijera que todo iba a estar bien, que Unai no me hablaba porque necesitaba desconectar de las redes sociales durante unos días, aunque por desgracia eso conllevara a desatenderme a mí, pero no tenía a nadie, nadie podría comprender mi situación.
Así que la almohada se convirtió en mi mejor aliada, ahí ahogué mis gritos, sequé mis lágrimas y liberé tensiones siempre que lo necesité, además de que, gracias a ella, pude sentir a Unai cerca, y es que no dejé de abrazarla ni una sola noche imaginándome que era el cuerpo del portero. Si bien la tarea de fingir algo que no era no se me complicó demasiado al final, mi hermano parecía empezar a sospechar, ya estaba harto de que cada día me repitiera lo mismo: "Pedri, si tienes que decirme algo, dímelo, ¿de acuerdo?". ¿Qué se suponía que le tenía que decir?, ¿que estaba enamorado hasta las trancas de un vasco que engañó a su novia por mi culpa, con el que discutí día sí y día también, y con el que al final terminé haciéndolo en la habitación del hotel con un condón que me había dado un compañero? No se lo creería, él estaba casi seguro de que yo era 100% hetero porque siempre les hice creer eso, pero les estaba engañando a ellos y a mí mismo, y ya comenzaba a estar harto, ¿por qué nosotros tenemos que "salir del armario" y los heteros no? No es justo y nunca lo será.
Quería a mi familia con cada fragmento de mi alma, pero temía descubrir algo de ellos que no me gustara, ¿y si no aceptaban mi orientación sexual? Solo de pensar eso se me encogía el corazón, no quería volver a obligarme a que me gustaran las chicas.

Miraba las gotas de agua que descendían con rapidez por el empañado cristal del coche deseando estar así hasta la eternidad, porque cuando el coche se detuviera significaría volver a verle a él y volver a recordar lo que vivimos hacía apenas unas semanas y que habían destruido mi estabilidad emocional. Pero en un abrir y cerrar de ojos volví a sentir su olor inundando mis fosas nasales, y sus brazos rodeando mi pequeño cuerpo como saludo.
No había sido el reencuentro esperado, y es que toda la gente que estaba a nuestro alrededor hacía la situación un tanto incómoda. Para mi desgracia, no veía a Unai muy receptivo, así que aunque estuviéramos solos tampoco me habría besado.

Y solo nos dimos un abrazo antes de subirnos al avión que nos llevaría a Japón, donde estaríamos un par de semanas y de donde me llevaría recuerdos inolvidables y que no estaría preparado para vivir.
Fue un vuelo tranquilo, el míster iba charlando con los jugadores y asegurándose de que todos estábamos cómodos y bien, casi parecía nuestro padre o el típico profesor sobreprotector en una excursión.
Quería aprovechar que los asientos que estaban a mi lado estaban vacíos, por petición propia, para dormirme tranquilamente sin tener que escuchar a nadie, aunque el jaleo que estaban montando algunos de mis compañeros al fondo del avión me desconcentraban un poco, así que tuve que ponerme los auriculares para sumirme en mi mundo. Y cuando parecía que había encontrado la paz que estaba buscando, sentí el cuerpo de alguien caerse en el asiento de al lado, abrí mis ojos rápidamente y un Luis de la Fuente sonriente, más enérgico que nunca y extremadamente alegre me miró expectante, a lo que yo solo pude sonreír un pelín confuso.

— ¿Cómo estás, Pedri?, ¿preparado para esta nueva aventura? —preguntó rápidamente y me sobó una pierna, apretando un poco mi muslo. Sonreí ante su pregunta y me encogí de hombros—

𝐰𝐢𝐬𝐡 𝐲𝐨𝐮 𝐰𝐞𝐫𝐞 𝐬𝐨𝐛𝐞𝐫 : sefutbol. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora