II

1.1K 47 26
                                    

Pedri

La incertidumbre se apoderó de mí a altas horas de la madrugada y no me permitió volver a cerrar los ojos en toda la noche, miraba hacia la nada, hacia la oscuridad que reinaba en la habitación y hacía que mis pensamientos fueran más dañinos.
"Unai nunca te quiso, solo jugó contigo", era uno de los muchos pensamientos que rondaban por mi cabeza, era uno de esos momentos en los que no puedes callar tu mente, en los que solo puedes autosabotearte a ti y a tus emociones, donde sientes que tu pecho va a reventar y al aire le cuesta llenar tus pulmones. Era una situación agobiante cuanto menos.
Necesitaba gritar y desahogarme, llorar, abrazar a alguien, y teniendo en cuenta que en la habitación había dos personas más, hacía bastante complicado que pudiera cumplir alguno de mis deseos, así que me giré pesadamente en la cama y abracé la almohada como muchas noches había hecho pensando en el portero, que ahora se encontraba a escasos metros de mí, pero lo sentía más lejos que nunca. Éramos dos desconocidos.
Y apenas llevaba unas horas en la ciudad, pero el sufrimiento se me estaba haciendo eterno, anhelaba poder volver a mi casa, quizás lejos del que creí que era el amor de mi vida, pero también estaría lejos de esos pensamientos negativos.
Inspiré hondo una y otra vez, intenté controlar mi respiración de la mejor forma que pude y llené mi cabeza de imágenes que no tenían nada que ver con el vasco, pero poco a poco unas imágenes catastróficas se comerían la positividad que poco tiempo había logrado mantener.
La frustración se convirtió rápidamente en un mar de lágrimas que resbalaron por mis mejillas hasta llegar a mi cuello, llorar en silencio se me complicó de tal manera que me tuve que tapar la cara con la almohada para evitar soltar algún gemido lastimero que despertara a mis compañeros, pero de inmediato sentí un brazo agarrándome y sacudiéndome. Me quedé quieto con la almohada en la cara y escuché a alguien llamándome en un susurro.
Había despertado a Dani, y menos mal que fue a él y no a Unai, pero de todas formas no me apetecía tener que explicarle la situación.
Tragué saliva lentamente y sequé mi cara con la almohada, luego apartándola y mirando al chico que se encontraba en la cama de al lado, apoyado en un codo y esperando una respuesta por mi parte.

— ¿Qué pasa? —pregunté en un susurro y él torció su boca formando una mueca de lástima.—

— Anda, ven conmigo. —estiró su mano hacia la mía y no tuve más remedio que cogerla y levantarme con cuidado de la cama.—

Intentando hacer el menor ruido posible, abrimos la puerta del balcón de nuestra habitación y acto seguido la cerramos, cuando ambos nos encontrábamos fuera, para evitar que Unai pudiera escucharnos.
Hacía un frío que pelaba aun siendo verano, pero estar en uno de los apartamentos más altos de la villa se notaba a la hora de salir al exterior y sentir todo el aire chocando contra tu cuerpo.
Me abracé a mí mismo y esperé a que Dani dijera algo, si no, yo no estaba dispuesto a abrir la boca.

— ¿Qué te pasó ya con Unai? —preguntó, y la verdad no me extrañó que lo intuyera.—

— Eso me gustaría saber a mí. —agaché mi mirada y sorbí mi nariz, sintiendo que mi respiración cada vez era más desordenada, y es que un nuevo conjunto de lágrimas se agolpaban en mis ojos.—

— Joder, no llevamos ni un día aquí y ya tenéis problemas. —suspiró pesadamente y me atrajo hacia él, abrazándome fuertemente entre sus brazos.—

Y me rompí apretando con fuerza su camiseta entre mis puños, y nunca llegué a pensar que se podía llegar a llorar tanto y que podía doler de tal forma que mi sentido del equilibrio se vio perturbado. Pero seguí llorando desconsoladamente sobre el cuerpo del rubio, que me sujetaba con firmeza ya habiéndose dado cuenta de que, si no fuera por él, ya habría tocado el suelo con mi trasero.

— Pero cuéntame, ¿por qué te sientes así? —con un tono de voz calmo formuló la pregunta y me apartó con cuidado de él cuando vio que mi llanto iba cesando paulatinamente, llevando sus dos manos a mis mejillas para secar el resto de lágrimas que se atrevieron a salir.—

𝐰𝐢𝐬𝐡 𝐲𝐨𝐮 𝐰𝐞𝐫𝐞 𝐬𝐨𝐛𝐞𝐫 : sefutbol. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora