Prologo

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– ¡Ryujin vamos! ¿Le vas a creer a ella y no a mi?

– Aléjate Beomgyu, quiero estar sola.

– No, antes tienes que escucharme, yo nunca te haría eso y lo sabes.

– ¡Se que se muchas cosas! ¡Mi corazón siente que tu nunca me traicionarias, pero mi mente... ella sigue creyendo que tu pasaste la noche con ella. Ella es mucho más bonita que yo.

– ¡No es verdad! ¡No lo hice!

La chica cruzo la pista molesta, mientras el chico la seguía.

– ¡Ryujin, por favor escuchame!

Grito para irse corriendo a la pista aunque el semáforo ya estaba en rojo.

Entonces, de lejos se escucho un claxon.

Beomgyu apenas tuvo tiempo a reaccionar cuando sintio ser arrogado por Ryujin, hacia la vereda más cerca.

Beomgyu en el suelo, apenas vio a la chica rubia ser lanzada por el fuerte impacto del vehículo frente a ellos.

– Ryu... Ryujin.

Fue lo último que solto para desplomarse.

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Beomgyu se despertó en un hospital, lleno de tubos por todo su cuerpo.

Entonces, todos los recuerdos de la noche anterior llegaron a el.

– ¿Hijo estas bien?

– Papá, Ryujin. ¿Dónde está Ryujin?

Su padre bajo la mirada y nego con su cabeza.

Beomgyu nego mientras sus lagrimas caían, temiendo lo que estaba pensando.

– No puede ser posible, ayer ella estaba aquí. Ella está bien, ella no puede haber...

– Ella murió hoy temprano, en la mañana.

Como balde de agua fría mientras estas en un sueño profundo, aquellas palabras más temidas salieron de la boca del señor más mayor.

– No...

– Ella te empujo para que no te pasará nada.

– ¡No! ¡No es posible! ¡Ella no, por favor! -solto mientras lloraba amargamente.

Beomgyu miro a su padre, y este simplemente lo abrazo con fuerza, para consolar de alguna manera a su hijo.

– Ryujin ya no esta viva, hijo.

Extreso triste el señor.

El chico, mientras botaba sus lágrimas nego.

– No es cierto, ella no esta muerta.

Dicho esto arrancó la via intravenenosa de su brazo y saco los tubos, que pasaban para darle oxígeno, de su rostro.

– ¡¿Beom que haces?! -pregunto exaltado su padre.

– Tengo que ir a verla, ella esta con vida, ella no puede haber muerto así -contesto mientras se paraba.

Entonces, al intentar utilizar sus piernas, sintió un fuerte dolor y debilidad en estas, provocando que se caiga.

– ¡Hijo! -grito su padre para agacharse y ayudarlo.

Pero Beomgyu no podía de su parte, solo lloraba y golpeaba su mano echa en puño.

– Ella estaba molesta conmigo, pero -tomó aire- pero, ¿porque ella me empujo? ¡¿Porque tuvo que morir por mi?!

Grito molesto.

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