𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟷

70 18 6
                                    

Puede que huir no sea siempre la solución, quizás pararte a pensarlo varias veces es el empujón que necesitas para elegir el camino correcto.
Pero... y si ninguno de los caminos lo es, ¿cuál debería escoger?

•••

— Pero... no lo entiendo — le respondí al chico que me miraba con cierta desesperación por mi ignorancia.

No os voy a mentir, no comprendía porque lo había hecho, no comprendía porque me había sacado de allí.

— Es simple Clane. Me mandaron a ayudarte a salir, me contrataron de manera anónima para cuidarte durante dos meses hasta que supuestamente vengan a reclamarte. — repitió por tercera vez el chico.

— ¿Me estás diciendo que alguien te contrató para sacarme de la cárcel y tú aceptaste sin saber quien era la persona y sin saber quién era yo? — pregunté incrédula ante la actitud del misterioso chico.

— Si Laia, si, ¿podemos dejarnos de preguntas y largarlos de aquí? — dijo ya cansado de escuchar todas mis dudas.

¡¿Pero este quién pensaba que era yo como para largarme con él durante dos meses a dios sabe donde hasta que alguien venga a reclamarme?!

Seré muchas cosas pero no soy imbécil.

— No pienso irme contigo, no tengo la más mínima idea de quién eres — agradecía que me hubiera sacado de allí pero no pensaba quedarme con él por meses sin saber quién era.

El chico me miró con desprecio, rodó los ojos y dirigió su mirada hacia mí de nuevo— Soy Leo, ¿feliz ya?

Pero...

— Decirme como te llamas no va a hacer que te conozca más o menos como persona — hablé intentado que entrara en razón.

— Bueno, ya sabes algo sobre mí, vamos poco a poco ¿quieres? — respondió borde mientras empezaba a caminar dejándome atrás.

Yo me quedé quieta en el sitio, no pensaba irme con él.

Leo se giró al notar que no lo seguía — Laia, o andas o te hago andar — dijo sin moverse mientras me observaba desde lejos.

— No pienso irme contigo — negué de manera directa.

Él se acercó de manera lenta y sutil hacía mi hasta que se detuvo una vez me tuvo delante — No esperaba que lo hicieras — contestó, y con eso me agarró la cabeza con la mano izquierda y con la mano derecha se ayudó para colocar un trapo sobre mi cara haciéndome perder el conocimiento poco a poco hasta que me rendí y conmigo mi cuerpo.

*****

— Ya la tengo ¿qué quieres precisamente que haga con ella?

*sonidos provenientes del móvil*

— Si... bloqueé todas las ventanas y puertas para que no pueda escapar. — dijo exhausto de tantas preguntas.

Espera... ¿estoy secuestrada aquí?

Bien, lo haré, pero solo dos meses y después te la llevas de aquí.

*Terminan la llamada*

Poco a poco intentaba incorporarme.

— Pero bueno... ya está la miedosa despierta, qué, ¿se te ha pasado ya la tontería o todavía quieres salir corriendo?

Con dificultad, mientras intentaba terminar de sentarme, hablé.

— Me iría corriendo si tuviera donde quedarme pero desafortunadamente no puedo largarme a ningún lado porque me meterían de nuevo en la cárcel — conteste de manera irónica y en un tono molesto.

No es que no quisiera quedarme, pero alojarme allí, con él, sin tener la más remota idea de quien era... no se si estaba preparada para ello.

— Al parecer alguien amaneció graciosa — cortó el silencio Leo — Tu desayuno está abajo, puedes quedarte aquí y morirte de hambre o bajar a comer algo, eso lo decides tú, a mi me da igual la verdad, me van a pagar estes viva o muerta así que... me largo — y con eso salió de la habitación cerrando la puerta de un golpe y me dejó allí.

No sabía si quería bajar con él o no, pero el hambre y las ansias de comer me mataban, así que me acomodé la ropa y me levanté. Estaba algo mareada todavía por lo que me hizo inhalar pero pude mantenerme de pie y caminar hacia la puerta.

Mientras lo hacía observé cada rincón de la habitación, había posters de bandas de música por todas las paredes de esta, también cuadros y un gran espejo situado en medio de una de ellas, dos ventanas estaba tapadas y bloqueadas y una de ellas se había quedado en el intento pero parecía poder abrirse, un escritorio de madera algo viejo en una de las esquinas... todo bastante antiguo y descuidado he de decir, pero no estaba nada mal.

— ¡CLANE! SI NO VAS A VENIR A COMER AVISA Y ME LA COMO YO ANTES DE QUE SE ENFRÍE — gritó Leo desde el piso de abajo.

— YA VOY PESADO — le grité también para que me escuchara, y con eso baje las escaleras y me dirigí al comedor.

— Menos mal... pensaba que te habías caído por el camino — dijo Leo cuando me vio aparecer por las puertas de la sala.

Yo le dediqué una sonrisa algo forzada y débil, esa frase me hizo recordar a Eric... pero intenté que no me afectara demasiado, al fin y al cabo, solo fui su plan ¿no?

— Bueno, ¿qué? ¿Te vas a quedar ahí parada pensando en quien sabe qué o vas a comer? — me sacó de mis pensamientos el chico.

Yo lo miré y sacudí la cabeza volviendo por completo a la realidad, me senté justo al lado de él y comencé a comer.

— Me incómoda la gente que me mira mientras como ¿sabías? — me dirigí a Leo ya que parecía no perderme de vista ni un segundo mientras engullía lo más rápido posible mi desayuno.

— Me dan igual las opiniones de los demás sobre lo que debo o no debo hacer ¿sabías? — respondió sarcásticamente sin quitarme el ojo de encima.

Yo rodé los ojos, el chico no tenía remedio. Otro más que se creía, no sé, el mismísimo Dios o algo parecido.

— No te describió nada bien — habló de nuevo mirándome sin preámbulos de arriba a abajo mientras movía la cabeza de manera horizontal negándolo — Bueno... solo físicamente puede que acertara ciertas cosas pero, personalmente, dijo lo primero que se le vino a la cabeza.

— ¿De qué demonios hablas? — pregunté harta de tanto misterio.

Me miró y soltó una risa sarcástica que duró a penas dos segundos, finalmente se dirigió de nuevo a mi y...

— La pregunta correcta sería... ¿De quién demonios hablo?

****

AAA, estamos de vueltaa gente!!
Siento no haber podido publicar nada pero ya estoy aquí lista para continuar con esta segunda parte 💞
Os quiero un montón y gracias por todo

IRROMPIBLES © -Toda la Verdad-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora